Durante la preparación en México para el Mundial de 1970, el portero de Inglaterra, Gordon Banks concluyó que el calor y la dureza de las canchas demandarían recursos extras para paliar el desgaste físico y neutralizar los rebotes caprichosos del balón.
Advirtió que los porteros mexicanos y sudamericanos utilizaban guantes de mayor talla que las manos, con una cubierta de goma agujereada en las palmas y dedos.
Así ganaban control del balón, por el mayor agarre, y reducían el impacto gracias a los hoyuelos, que añadían amortiguación.
¡Y pensar que hasta entonces Banks jugaba con guantes de jardinería que 'tuneaba' al pegarles los chicles que masticaba!
La prueba de fuego para los guantes nuevos del hombre que solía desafiar las leyes de la gravedad a la hora de viajar de palo a palo, se dio el 7 de junio en el estadio Jalisco, cuando Banks le realizó a Pelé la que por muchos es considerada la atajada del siglo.
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