Talento, disciplina, determinación y deseos de lograr el éxito son algunas de las cualidades que describen al originario de Valle de Bravo, Estado de México, Juan Pablo Bravo Pedraza, quien hoy, convertido en head coach del equipo femenil de baloncesto universitario de los Tigres Blancos UMAD, emprende una nueva aventura tras su legado en las duelas como jugador con las Águilas Upaep.
Si bien el deporte ráfaga ha sido su gran pasión, no siempre ha estado inmerso en el rubro, de ahí que su nombre dejó de figurar por poco más de una década del ámbito nacional, pero que al cabo de los años, su calidad lo trajo de vuelta, con la firme intención de trascender una vez más.
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¿Cómo fueron tus inicios?
"En Valle de Bravo. Tengo una familia, siete hermanos, en total somos ocho. Desde edad muy temprana mi hermano mayor, Horacio Bravo, tenía un equipo de básquetbol de trascendencia allá, se llamaba 'Pájaros'. A los 6 años me comienza a llamar mucho la atención; siempre mis hermanos Edmundo y Horacio fueron mis figuras. Un día conformaron el equipo 'Pájaros Júnior', pero no me dejaban jugar porque decían que estaba muy chico, pero trabajaba siempre al máximo, yo quería demostrar que podía hacerlo bien, mi carácter me ayudó a salir a flote en todas las circunstancias que se me han presentado en la vida".
¿Cómo se da tu llegada a la Upaep?
"Jamás pensé estar en Puebla, yo estuve en Querétaro con la UVM Campus Juriquilla, pero me regresé al Edomex. Con dicha selección me ve la Upaep y me invitan a un campo de pruebas, mi hermano Horacio me animó, me trajo a Puebla. Se me dio la oportunidad de beca para la preparatoria. Vine, llegué a un equipo con grandes jugadores, como Alejando Jacques, pero siempre tuve en mente la competencia, el querer siempre ser el mejor, esforzarme, ese tipo de cosas me ayudaron a conseguir lo que obtuve".
Fuiste un ícono como jugador con las Águilas, ¿con qué recuerdos te quedas?
"Javier (Ceniceros) me ayudó bastante en lo técnico, lo táctico, el básquetbol ha sido mi mejor aliado, me ha dado todo, satisfacciones, obstáculos, tristezas, amarguras, todo, no tengo más que agradecer. Representé a mi país, fui a muchos países, conocí muchas gente, culturas, me ayudó a ver las cosas de forma distinta. En Upaep quedé once veces campeón nacional, dos veces mejor jugador de Copa Telcel, Conadeip, estuve en cuadro ideal, no es presunción, es orgullo, satisfacción, mucha gente hoy me ve y me admira, me felicita".
¿Qué pasó una vez que terminaste tus estudios y elegibilidad con Upaep?
"Cuando me fui quedamos campeones de Conadeip y Copa Telcel. Me despedí dejándoles dos campeonatos más, me fui triste, pero satisfecho. Luego de jugar en mi último semestre semiprofesional con Guerreros de Morelia, donde también quedé campeón, saltamos a la Liga Nacional de Baloncesto, como equipo ganador, comencé a desarrollarme como jugador profesional, como equipo no nos va bien, pero de manera individual a mí me fue muy bien, fui Novato del Año, me invitaron al Juego de Estrellas".
¿En qué momento llegó el retiro definitivo como jugador?
"Gracias a mis números me dan la oportunidad con los Halcones de la UV Córdoba, se pagaba en dólares (...) las cosas comenzaron a cambiar, estaba en equipo grande, la competencia era mayor, pero las oportunidades menores. Después empezó un tema de cartas, pelea de derechos, León según era dueño de mi carta, comenzaron los problemas, así que mi desarrollo no fue el que hubiera querido; por talento habría logrado muchas cosas, pero no se dio por interés de los dueños. Llegué a Pioneros de Quintana Roo, llegué a finales, fue bueno pero una carrera muy corta".
Tras el retiro, ¿cuál fue tu camino?
"Las malas experiencias, las peleas por mi carta, mis derechos, salarios no pagados, mala organización, todo eso me hicieron decidir el no seguir en algo tan inestable, ya estaba casado, con hijos, no pude más. Me llegó una oportunidad de irme a trabajar a Pemex, a una plataforma en Ciudad del Carmen, por medio del deporte, un contrato seguro, estabilidad económica, prestaciones, así decidí dejar ser profesional para irme por algo mejor en lo económico. Me fui a los 28, casi 29 años, estuve casi once años en Pemex".
¿Cómo regresas al mundo del baloncesto?
"En ese proceso, en un descanso, me acerqué a Javier Ceniceros, una excusa para volver a estar, le dije que quería ser entrenador, me dijo que sólo necesitaba ganas, me invitó a trabajar con él (...) Con la pandemia, hubo muchos contagios, muertes donde yo estaba, así que mi esposa fue la que me pidió no ir más, me quedé con ella. Me reencuentro con Javier y él me convence de quedarme, de ser entrenador y es él quien me ayuda a entrar a la Universidad Madero, ahí me dan la oportunidad con el equipo femenil de la Preparatoria, comencé a entrenar, gané el estatal, le pegué al equipo de Héctor García Bayón, desde que llegué dije: 'este es mi camino'".
Ahora al mando del cuadro universitario, ¿a qué aspiras?
"Me falta mucho camino por recorrer para estar entre los grandes, pero voy a mil por hora. Voy a decir las cosas a quemarropa, mi objetivo es quitar coronas, hay reyes, yo seré de los que las quitan, ponérnosla y quedárnosla. Tengo esa hambre de estar entre los grandes, de ser un entrenador reconocido, que me admiren, que hago las cosas bien, que vean a mis equipos organizados. Esos pequeños pincelazos que he dado refleja lo que fui como jugador, es lo que busco transmitirle a mi equipo, todo tiene un proceso, me dieron el equipo de Universidad, llevo seis meses, han comenzado los resultados, vamos siete ganados, cero perdidos, yo quiero ser campeón", finalizó.
AFM