La deportista poblana Luisa Julieta Escobar Parra es una mujer con muchas facetas, pues es docente, corredora, madre e impulsora de la fundación Camina Junto a Mí, la cual ayuda a poco más de 100 niños que sufren Síndrome de West, padecimiento que tuvo su hija. Además, tiene en puerta la conformación de su propia fundación.
Atleta desde hace siete años y encarnada desde hace cuatro en el personaje de la China Poblana Corredora con Causa, Julieta ha realizado más de 300 carreras. En este lapso ha padecido la enfermedad de su pequeña, la tristeza por dos pérdidas -un hijo en gestación que se malogró y una tía a la que consumió el cáncer-, la alegría de un milagro y la satisfacción de apoyar a mucha gente a través del atletismo.
Narró que en 2015 le diagnosticaron a su hija, de entonces ocho meses, el Síndrome de West, una enfermedad que provoca ataques de epilepsia que disminuyen las capacidades motoras y genera un déficit cognitivo: “Una enfermedad rara, le da uno de cada 100 mil niños (...) en cada crisis pierden muchas de sus capacidades psicomotoras, lo que se refleja en un trazo en un encefalograma”.
Ante tal situación, motivada por su esposo, su desfogue y relajación fue el trotar: “Al principio hacer atletismo no estaba en mi mente, era una mamá que no hacía ejercicio. Tenía bastantes actividades como mamá y como trabajadora, pero me gustaba correr de vez en cuando”.
Apuntó que al participar en una carrera formal organizada por la empresa donde laboraba nació el gusto por esta disciplina: “Llegué en los primeros lugares y me motivó”. Un año después, en noviembre, cumplió su primer de cinco maratones que suma en su trayectoria, motivada por la convicción de correr por la salud de su hija. Cuando le faltaban 100 metros para cruzar la meta, su esposo y su hija se unieron y cruzaron juntos los tres.
“Ellos me ayudaron a llegar porque esos son los metros más complicados tras más de cuatro horas corriendo en el Sol. Llevaba la foto de mi hija estampada en la playera y la de otros 16 niños, que sus papás me lo encargaron. Eso fue lo que me motivó a correr por causa”.
Tras un milagro inicia su activismo
Tras hacer pública la enfermedad de su menor, la familia y amigos de Julieta Escobar implementaron una campaña en redes sociales a fin de generar oraciones, en espera de una milagrosa cura. La gente respondió muy bien.
En el inter acudió a Ciudad de México en una de las visitas que realizó el papa Francisco. Sin conocerla, ni la enfermedad de su hija, la gente empezó a corear y señalar a la menor lo que provocó que el representante de la Iglesia católica disminuyera su paso y la bendijera. A los 20 días de esa prueba, al acudir a la consulta, el neurólogo les dijo: “¿Creen en los milagros? Su hija ya no tiene ese retraso anormal en el encefalograma, su hija ya no tiene síndrome de West”.
En ese momento Julieta supo que debía hacer algo por la gente que padece esta enfermedad, “porque tengo un adeudo con la vida y con Dios (...) Pensé en correr vestida como China Poblana al ver a mi amigo Juan Dieguito, maratonista por la paz del mundo (...) que es parcialmente invidente”. Añadió que le llamó la atención que la gente volteaba a verlo y tenía muchos seguidores.
Después, la familia retomó su vida normal. Procreó otro hijo, pero la criatura no se logró, lo que provocó que la atleta sufriera depresión que superó con el ejercicio. No obstante, otra tragedia llegó: le detectaron un tumor a una sobrina, por lo que Julieta tomó la decisión de realizar su primera carrera con causa en el Maratón de la Ciudad de México y aunque solo tuvo cuatro meses de preparación, le entró: “Corrí por mi hija y mi sobrina, corrí y así fue cómo me surgió la espinita de correr por más niños”, explicó.
En su siguiente carrera se le ocurrió participar con el traje típico, lo cual es complicado porque es pesado y requiere una zancada diferente. A partir de ese momento llamó la atención del resto de los participantes .
A la fecha, Julieta implementa una causa al año donde hace una carrera muy larga y cada kilómetro tiene un monto en donativo para comprar sillas de ruedas para los niños con Síndrome de West, no obstante, estos artefactos son especiales y su costo elevado, además de que solo se fabrican en Estados Unidos.
Por último, dio a conocer que también genera donativos para adquirir medicamentos una o dos veces al año: “La gente dona directo a la fundación, no recibo nada porque la idea es cuidar esa transparencia (...) la fundación también vende ositos que ayudo a vender”.
AFM