Luchadores ponen al covid-19 contra las cuerdas… venden máscaras ante crisis

Euforia y Kung Fu Jr. llevan toda una vida trabajando en la creación y confección de máscaras para otros luchadores, y esa ha sido su salida ante la pandemia.

Luchadores elaboran máscaras ante crisis por covid-19. (Milenio)
Víctor Medina
Ciudad de México /

El covid-19 puso a los luchadores contra las cuerdas, pero los mascareros le hicieron frente. De un momento a otro se acabaron las noches llenas en las arenas y los gladiadores del pancracio sufrieron una llave directa a su fuente principal de ingresos. Se terminaron los espectáculos donde cientos de personas se reunían para aplaudir a su favorito, quien en la mayoría de los casos se llevaba apenas unos pesos a casa.

Mientras muchos atletas de la lucha libre buscan cómo hacer frente a la crisis por la pandemia, hay otros que encontraron la forma de salir adelante: Euforia y Kung Fu Jr. llevan toda una vida trabajando en la creación y confección de máscaras para otros luchadores, un oficio que aprendieron por diferentes situaciones, pero que viene a mano ahora que el covid-19 detuvo al mundo.

“Antes, si me paraba yo por alguna lesión, las luchas seguían. Ahora no es así, ahora se paró todo y lo resentimos”, cuenta Euforia, quien sale adelante gracias a la venta de máscaras que envía no solo a todas partes de México, sino a lugares tan lejanos como Japón. “He vendido más máscaras en la pandemia que antes de que empezara todo”.

Sin embargo, él cree que sus ventas aumentaron también por la disposición de la gente a ayudarle. Aunque sabe que son coleccionistas, “siento que lo hacen por apoyarnos y les agradezco mucho”.

La historia se repite para Kung Fu Jr., quien además suma destinos como Estados Unidos, Sudamérica, Italia o España. Él lleva 28 años dedicándose a las luchas y casi la misma cantidad de tiempo haciendo sus propias máscaras. Aunque su segundo oficio empezó casi como casualidad, ahora lo ve como la herramienta perfecta y sabía que debía buscar otra opción para obtener ganancias.

“Es muy difícil la situación. Nos debemos al público y son nuestra materia prima y si no están, no hay esa magia. Nos mantenemos de luchar dos o tres veces por semana; hay muchos cuyo único ingreso era la lucha. Yo desde antes tenía la idea de aprender algo más, porque te puedes lastimar y todo para. Así que tengo otros negocios de ropa y esta habilidad de hacer máscaras”, cuenta.

El oficio de hacer máscaras… antes de la pandemia

Para ambos luchadores entrar al oficio de las máscaras no fue algo nuevo ni que surgiera de pronto por la pandemia. Ellos llevaban una larga carrera antes de que conociéramos a Susana Distancia. Pero, ¿cómo es que ambos comenzaron a desarrollarse en este arte? La historia es muy distinta en los dos casos.

Kung Fu Jr. inició porque el mascarero que toda la vida hizo sus máscaras y la de su papá comenzó a ‘jugarle chueco’ y venderlas en Japón sin consentimiento. Esto terminó en pelea y finalmente decidió dejarlo. 

“Ahí me di cuenta que me quedé sin mascarero. La máscara de Kung Fu es muy exacta y nadie más la sabía hacer”. Fue entonces que Veneno, otro luchador, se ofreció a enseñarle, pero bajo sus condiciones. “Me dijo: ‘Te voy a enseñar una vez y te lo vas a aprender, no te voy a volver a decir’. Entonces me lo aprendí de memoria y comencé a practicar hasta que lo logré”.

Aunque esto suena sencillo, hacerlo fue una verdadera hazaña. No tenía los moldes para recrear su propia máscara, por lo que tardó casi un año y medio en poder realizarla a la perfección. “Echando a perder se aprende; ahora me encanta hacerlas porque siempre es una aventura. Las hago para venderlas a coleccionistas”.

La voz comenzó a correrse y no tardó para que otros luchadores se acercaran a él. El primero fue Pentagoncito, pero ha trabajado con figuras como Huracán Ramírez, Jaque Mate o Pentagón Zero Miedo.

En el caso de Euforia todo se remonta a sus inicios como luchador, cuando le pagaban máximo 50 pesos por cada evento y sus ingresos dependían de los domingos que le daba su papá a cambio de ayudar en la arena de lucha que tenía. Su padre, Soberano, hacía sus máscaras con El Pelón, uno de los dos mascareros que había en ese entonces en Torreón. “Hacer una con él costaba entre 500 y 800 pesos. Para mí era imposible juntar esa cantidad”.

Por suerte, su mamá era modista y toda la vida se había dedicado a hacer toda clase de prendas. Así que le pidió ayuda, desbarataron una máscara para saber cómo estaba hecha y le enseñó a hacerla. Él empezó a practicar una y otra vez hasta que lo logró y pudo presumírsela a su padre. “Practicaba de noche porque mi papá era luchador, viejo, un hombre duro de los que se criaron en el rancho”. Tenía miedo de confesarle lo que estaba haciendo y recibir un regaño, pero nunca llegó. Al contrario, recibió una felicitación cuando vio el buen trabajo que había hecho. Con el paso de los años, Euforia se mudó a la capital del país para probar suerte y esta recién adquirida habilidad le resultó mucho más útil.

“Mi papá me enseñó de todo, puedo trabajar en mil cosas, pero cuando llegué a la Ciudad de México comencé a hacerle máscaras y equipos a Misterioso, eso me ayudó a sobrevivir”, cuenta Euforia, llegado desde Torreón, Coahuila, y con 27 años como mascarero, una carrera que creció a la par de la de luchador. En ese entonces, Misterioso empezaba sus funciones desde el viernes y terminaba el domingo. Para ese momento, su equipo se veía viejo y había que reemplazarlo. “Me compraba hasta cuatro equipos completos cada semana”. El equipo no sólo consiste de la máscara, sino de las prendas que se colocan en brazos y piernas, y los calzoncillos a juego con el resto del atuendo.

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A pesar de los momentos difíciles que hubo al principio, ahora ambos luchadores tienen no sólo una, sino dos carreras exitosas que les han traído satisfacciones y triunfos.

Para Kung Fu Jr. el mayor logro está en realizar tantos ejemplares de su propia máscara y enviarlos a todas partes del mundo. El diseño se mantiene original al que su padre hizo con el mascarero Raúl Romero.

“Mi papá era fanático de las películas de ninjas, entonces imitó sus máscaras para adaptarlas a la suya. Volteada al revés, representa las alas y cola de un dragón. Al inicio tenía los ojos tipo Rayo de Jalisco y luego los cambiaron por los actuales, los más copiados de la lucha libre. Modestia aparte, creo que es una de las máscaras más bellas de la historia”, narra.

Gran misión: hacer una máscara a Místico

Euforia tiene para presumir su trabajo con Francisco Alonso para figuras como Diamante Azul, Tritón, Delta o Fuego. Reconoce que es más fácil cuando llegan con el diseño armado y él solo se dedica a darle forma, como ocurrió con el equipo y máscara de Titán. “Soy muy malo para diseñar, no se me ocurre nada”.

Donde sí pudo explotar su creatividad, fue cuando Místico se acercó a él con una misión: crear su máscara para debutar en la WWE. “Era un proyecto secreto y él confió en mí. Le dieron una idea, pero solo era un dibujo con una M porque los gringos no saben nada de máscaras. La trabajé y esa es una creación completamente mía”.

Ahora mismo está trabajando en un set que le pidieron en Japón, donde por vueltas del destino un hombre se quedó con sus mallas. Le enviará dos máscaras y el equipo completo que usa un luchador. Acepta con gusto que su trabajo se difunda tan bien al otro lado del mundo, donde su hijo, Soberano Jr., ha vendido alrededor de 400 máscaras en sus viajes. “Soy uno de los mascareros más reconocidos de Japón”.

El plan de retiro

La lucha libre es una carrera que puede terminar de un momento a otro. Un golpe demasiado fuerte, una mala caída o el desgaste de someter al cuerpo a esos espectáculos que causan daños que solo se pueden ver con el tiempo pueden ponerle fin a trayectorias de años en un solo instante. Euforia y Kung Fu Jr. lo saben bien, por eso ven en el arte de las máscaras un plan alterno de vida.

“El retiro siempre está en mi mente”, confiesa Euforia. “Va a llegar un momento en que mi cuerpo no podrá luchar de la misma forma. Hace cinco años tuve una lesión y me dijeron que tenía que dejar la lucha libre. Pensé en conseguir más máquinas y más gente para un taller. Gracias a Dios pude salir adelante y sigo luchando, pero mañana quiero tener un taller porque sería más fácil trabajar de esto”.

Para Kung Fu Jr., este plan se ve más cercano: considera dedicarse uno o dos años más a la lucha libre y luego dejarlo. “Tengo cuatro hernias, yo puedo quedar como el Hijo del Perro Aguayo y no quiero eso. Quiero pasar mi vejez sin dolor y no en una silla de ruedas.”

Pero sabe que el enemigo más difícil a vencer es él mismo. “Dejar la lucha es complicado porque debes luchar contra tu propio ego. Hay gente como Mil Máscaras que tiene 80 años y ahí sigue. Yo no quiero eso, no puedo permitirme verme ridículo arriba del ring y dejar el nombre mal parado. Mi padre me educó para tenerle respeto a mi máscara y eso voy a hacer”.

icc​

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