Cuando la lucha libre está en las venas no hay vuelta atrás, eso le pasó a Esfinge, quien viene de una familia luchística, gracias a su papá y su abuelo. Y aunque los comienzos no fueron los esperados debido a su peso, supo sobreponerse a los diferentes retos de la vida.
Con todo y que su físico no le permitía desarrollarse como una figura dentro del pancracio, por su mente nunca pasó renunciar a este deporte. Se aferró a su sueño y hoy es una de las grandes figuras del CMLL, así lo contó a MILENIO-La Afición.
"Yo antes era muy delgado y veía a mis compañeros de generación que me iban superando; ellos ya habían debutado y yo seguía ahí, entrenando, pero había un motivo, no tenía el peso, era muy delgado, era muy chico de edad, entonces estaba desesperado porque yo solo quería luchar. Supe esperar y por azares del destino en 2011 llega la oportunidad de Esfinge con una lucha en Guadalajara", precisó el gladiador.
Incluso, en sus comienzos no cobraba por luchar, y es que era feliz dentro de un ring.
"Mi primera pelea fue gratis, no me dejarán mentir mis compañeros; lo hacía porque a como diera lugar queríamos estar arriba de un ring, algunos de mis compañeros tienen otras historias, pero la mía fue sin cobrar nada", recuerda.
Herencia luchística
El gusto de ser un luchador viene por herencia de su padre Magnum, quien se mantiene activo, y de su abuelo Halcón Furia II, por lo que asegura que de no haberse dedicado a la profesión de su familia hubiera sido un grave error.
"Vengo de una familia luchística; Magnum mi señor padre y luchador actual, y mi abuelo Halcón Furia II. La lucha la traigo en las venas, por lo que el no haberme dedicado a esta profesión hubiera sido un grave error de mi vida. Eso sí, mi familia no quería que yo siguiera sus pasos, pero ellos tuvieron la culpa, al estar en cenas familiares, convivios, años nuevos, entonces la lucha libre siempre la traía en mi mente", compartió.
Incursionó en el taekwondo
Ser gladiador siempre fue su meta y aunque fue seleccionado de taekwondo de Jalisco, decidió dedicarse a lo que siempre soñó, aunque eso le significó abandonar la escuela y empezar a contribuir con los gastos en su casa, todo a la edad de 13 años.
"Yo estaba estudiando la preparatoria y me saltaba las clases para ir a entrenar, hasta que mis padres se dieron cuenta, se enojaron mucho, me pusieron a trabajar para que diera gastos para la casa, estamos hablando que era alguien de 13-14 años. Todo el mundo se me vino abajo en aquel momento, pero cuando vieron que realmente estaba interesado en la lucha y no era un hobby, la perspectiva cambio. No sin antes mencionar que yo era un taewondoín seleccionado de Jalisco, yo representaba al estado en su momento", apuntó.
Finalmente, Esfinge le manda un mensaje a todo aquel que desee dedicarse a la lucha libre, pues no es un camino fácil, se sacrifican muchas cosas como ver a la familia y lidiar con la soledad.
"La soledad es lo principal que un luchador sufre, vamos a la arena y somos héroes sin capa para los niños, desestrés para mucha gente, pero nosotros salimos de la arena y somos personas normales. Llegamos a casa, dormimos, en mi caso yo vivo solo en la Ciudad de México, es algo difícil no tener los buenos días de alguien, un desayuno decente con tu familia, pero es el precio de los sueños que Esfinge está realizando. No estoy casado, no tengo hijos, pero tengo hermanas, tengo a mis padres vivos; no estar con ellos es uno de los momentos más difíciles, siempre son unas por otras", finalizó.
RGS