Alfonso Zamora consiguió la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, pero antes de llegar a ese podio el boxeador tuvo que pasar por distintas situaciones en su carrera como el hecho de que lo corrieron del Centro Deportivo Olímpico Mexicano, ya que solo se presentaba a las instalaciones para aprovechar la comida que le dan a los atletas en el comedor.
“Me corrieron por mis faltas al entrenamiento. La mera verdad es que yo iba al CDOM cuando tenía ganas de comer mucho, porque ahí podía estar todo el día en el comedor; pero, para ir a entrenar, nomás no... Lo que pasaba era que a mí no me gustaba la técnica del boxeo amateur: eso del golpecito rápido, del movimiento de piernas y ya. A mí me gustaba pegar, ir al frente con todo, no ese boxeo chiquito de ir acumulando puntos”, dijo Zamora.
Un día el boxeador ya no pudo entrar a las instalaciones del CDOM, por lo que tuvo que pedir ayuda a los entrenadores.
"En esa ocasión me indicaron no puede pasar; usted ha sido corrido del CDOM ¡Zúmbale!... Ni modo. Volví a casa con la cabeza gacha. Mi papá me preguntó lo que me pasaba, y le dije todo. El, por supuesto, me regañó, y después se fue volado al CDOM para abogar por mí. Finalmente convenció al entrenador y las puertas del CDOM me fueron abiertas nuevamente”, mencionó.
Otra anécdota que vivió Zamora es que a finales de 1971 fue enviado al Campeonato Centroamericano y del Caribe, y donde ganó el título realizando nocauts a cada uno de sus rivales. No obstante, tuvo que pelear con uniforme prestado ya que le robaron el suyo.
“Arturo Borunda me prestó un calzón que me quedaba muy grande, pues él era peso ligero, y una camiseta que me quedaba toda guanga; las calcetas se me caían y sus zapatos eran tres números más grandes que los míos. Finalmente combatí. Y esa vez fue la única en que mi padre no me vio pelear. Él tomaba un café cuando, por la radio, escuchó que yo me estaba enfrentando al panameño Luis Ávila, a quien acabé en el tercer round... Desde ese entonces se me quedó la costumbre de usar calzones grandotes me habían dado suerte”, indicó.
Ya finalmente en septiembre de 1972, Alfonso consiguió esa presea de plata y la cual fue la única que consiguió México en esa justa olímpica.