Contra todo pronóstico, Jesse Owens consiguió cuatro medallas de oro durante su participación en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Su hazaña fue victoreada por muchos atletas y expertos del tema a través de la historia. El estadunidense alcanzó lo imposible: ganarle a los alemanes.
Bajo el régimen del partido nazi, las competiciones se realizaron en la capital alemana Berlín. Como era de esperarse, la población local hizo lo imposible para apoyar a sus compatriotas. Sin embargo fueron opacados por el enorme talento de Owens en las competiciones.
Jesse obtuvo su primera medalla de oro cuando ganó la carrera de los 100 metros. Un día más tarde ganó la prueba del salto más largo y 24 horas después superó los 200 metros planos. Después, junto con más compañeros, alcanzaron el máximo reconocimiento al superar los 4x100.
En tan sólo seis días, el atleta estadunidense humilló a los alemanes en las competiciones que participó. La nación anfitriona estaba molesta y todo apuntaba a que su líder también lo estaría por lo que se cree que Adolf Hitler nunca saludó a Owens por su color de piel y por avergonzar a sus compatriotas.
Pero todo es falso: al terminar los Juegos Olímpicos, Hitler quedó satisfecho con el rendimiento de sus representantes, ya que reunieron 89 medallas en total. Asimismo, en la ceremonia de dicha competencia, sólo saludó a los primeros ganadores (ambos alemanes) y omitió al americano pero en realidad la COI le aconsejó acortar sus saludos o dejarlos de hacer para apresurar el proceso.
Incluso Owens fue quién desmintió el rumor. En su autobiografía The Jesse Owens Story (1970), confesó haber recibido una carta de felicitación oficial por parte de Adolf Hitler y el gobierno alemán. Asimismo en una entrevista para el diario The Pittsburgh Press en 1936, aclaró que sí estrechó la mano del alemán pero todo ocurrió tras las cámaras.
"Hitler tenía controlado su tiempo tanto para llegar al estadio como para marcharse. Sucedió que debía irse antes de la entrega de medallas de los 100 m. Pero antes de que se fuera yo me dirigí a una transmisión televisiva y pasé cerca de él. Él me saludó y yo le correspondí. Creo que es de mal gusto criticarle si no estás enterado de lo que realmente pasó."
Después de vivir en la cima, donde los alemanes le pedían autógrafos y fue condecorado por los aficionados, Jesse volvió a Estados Unidos esperando un pequeño reconocimiento por parte del gobierno. Pero cuando arribó a su país natal fue menospreciado gracias a que, en ese entonces, la gente de color no recibía los mismos derechos y prioridades que la población blanca.
Además, el presidente en turno Franklin Delano Roosevelt nunca lo recibió en la casa blanca (como a otros deportistas) por darle prioridad a sus campañas políticas y búsqueda de ganarse a los pobladores sureños del país, quienes eran racistas; tampoco le envió una felicitación por escrito.
Paulatinamente Jesse Owens fue perdiendo brillo, empezó a ser renegado dentro de la sociedad y volvió a su trabajo previo a su preparación para la competencia: un simple botones del hotel Waldorf-Astoria. Finalmente murió el 31 de marzo de 1980, en la ciudad de Tucson, Arizona.
RGS