¿Qué más se puede decir de una atleta histórica que dentro del olimpismo escribió su nombre como ninguna otra al ser la primera mujer en encender el pebetero? Aquel 12 de octubre de 1968 marcó un antes y un después en la historia de la antorcha olímpica, tanto que tras su fallecimiento en octubre de 2019, Enriqueta Basilio fue recordada por gran parte de la prensa extranjera. Hoy cumpliría 72 años, pero en La Afición la recordamos más allá de su hazaña.
Tener 20 años y subir las 92 escaleras del pebetero ante los ojos del mundo en un contexto social muy distinto a lo que se vive hoy en día, con los primeros actos de la liberación femenina, habla de entrada del carácter y la fuerza emocional y mental de Enriqueta Basilio, nacida en Mexicali en una numerosa familia de granjeros de algodón. Reconocida como la mejor atleta femenina de su época y apodada la Diosa Voladora, no logró un logro deportivo memorable en su única participación olímpica, pero no fue necesario.
Era una joven sencilla. El día en que más reflectores la voltearían a ver optó por usar los tenis blancos de sus días en secundaria y la playera que utilizó en los Juegos Panamericanos de Winnipeg en el 67.
Se dice que tenía memoria fotográfica y llegó a declarar que su designación para el encendido fue solo una estrategia del presidente Díaz Ordaz para lavar la imagen de México por lo sucedido el 2 de octubre. Llevó una vida reservada aunque siempre estuvo a disposición para contar con álbumes de fotografías el capítulo de su vida más memorable. Era alegre, bromista, pero también una mujer fuerte que sacó adelante a sus hijos tras el fallecimiento de su marido en un accidente.
Foto inédita de Enriqueta Basilio (Cortesía Javier Ramírez Campuzano).
Fue también miembro permanente del Comité Olímpico Mexicano, pero los últimos años de su vida comenzó a padecer complicaciones de la enfermedad de parkison.