A 9 años de la noche inolvidable de Julio "La Momia" Gómez con el Tri

El jugador tampiqueño llevó a México a una final del Mundial sub-17, con todo y su cabeza vendada.

Julio Enrique Gómez | Cortesía
Tampico /

El 7 de julio quedó grabado entre las fechas más significativas para el fútbol mexicano, el deporte tampiqueño y de Tamaulipas, todo gracias a un joven de 16 años quien se vistió de héroe para poner al país en una segunda final mundial en la categoría sub-17 y la antesala de otro campeonato en la categoría.

Julio Enrique Gómez | Cortesía

De una actuación destacada en el certamen con sede en nuestro país, Julio Enrique Gómez González, un chico que a su edad pudo estar echándose una cascarita en el popular barrio de La Borreguera, cargo con la selección nacional en uno de los momentos más épicos recordados por la afición.

Una tarde calurosa cotidiana de verano en la Comarca Lagunera y el nuevo TSM, fue el escenario perfecto para la semifinal contra la siempre poderosa Alemania. Estaba en juego el pase al partido por el título frente a Uruguay en el Estadio Azteca. De ahí, la expectación de todo un país por lo que hacían 11 muchachos en el campo.

Julio Gómez durante el partido contra Alemania | Cortesía

La epopeya de Julio, cuyo talento lo descubrió la escuela Correcaminos Tampico cuando era un niño, arrancó en el minuto 3. Tras apoyarse con Marco Bueno por la banda izquierda, Jorge Caballero pone un centro en el corazón del área. El tamaulipeco le gana la marca al defensor teutón y pese a un remate flojo de cabeza, ingresa al arco por poste derecho.


Poco duró duró el gusto. El goleador Samed Yesil aprovechó un error de la zaga nacional y con un tiro raso y colocado empató al 9.


Enrique Gómez | Cortesía

En el resto del partido los dirigidos por Raúl Gutiérrez se mostraron mejores, aunque sin reflejarlo en el marcador. Pintaba bien hasta que apareció la potencia del volante Emre Can, al conducir desde media cancha el esférico, entrar al área y con un puntapié da la vuelta al minuto 59.

Las grandes historias se escriben en el clímax, en el peor momento para los protagonistas. Al 75, Jonathan Espericueta cobra un tiro de esquina que Gómez no contacta, solo la frente de Yesil, pero el balón entra al arco. Festejo por un lado, preocupación por otro.

La atención sobre Julio es rápida, pide entrar; sus compañeros y la nación lo necesitaban. Recibe la autorización del árbitro y encabeza el ataque final.

La proeza se consuma como un “Déjá vú”. Minuto 90, Espericueta cobra otro tiro de esquina, Marcelo Gracía peina a segunda poste y Julio, de cabeza vendada, con una chilena manda “la de gajos” al poste y al fondo.

Locura total, todos gritan, brincan, levantan las manos. “Un milagro. La Momia nos dio un milagro”. Tras aguantar los segundos finales, estalló la fanaticada con el silbatazo final.

En aquel lejano 2011, México consumó su pase a un título cantado en casa ante Uruguay, pero siempre se recordará el día que el mundo conoció la proeza del tampiqueño Julio Gömez.



gins



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