Con menos brillo del esperado, Tom Brady y los Patriotas consiguieron el sexto anillo en la historia de la franquicia al vencer 13-3 a los Carneros de Los Ángeles en el Super Bowl LIII.
El equipo de Bill Belichick y su dueño Robert Kraft se suma al exclusivo club, donde solo los Acereros de Pittsburgh los acompañan, tras una buena exhibición de ambas defensivas y una tarde errática por parte de los Carneros.
Nueva Inglaterra arrancó sacándole provecho a la que fue sido su fortaleza esta campaña; la variedad en el juego terrestre encabezados por Sony Michel, pero su primer intento de pase terminaría en las manos de Corey Littleton para la primera intercepción del partido.
Su primera conexión efectiva llegó con Julian Edelman, el hombre elegido en las situaciones apremiantes en una segunda serie donde los Patriotas comenzaron a siguieron mostrando nerviosismo, quemaron dos tiempos fuera y terminaron fallando un intento de gol de campo de 46 yardas.
Los Ángeles tampoco tuvo un primer cuarto para presumir, no sacaron provecho al intercambio de posesión y apenas lograron un primero y diez en tres series ofensivas.
Tomo casi 20 minutos te juego para que llegaran las primeras unidades, como sucedió el año pasado, los Patriotas rompieron el cero con un gol de campo, la racha sin pase de touchdown en el primer cuarto para Brady se extiende a nueve, una cifra difícil de creer para un equipo que suele anotar desde su primera serie.
Se fueron dos cuartos de manera inesperada, con dos ofensivas sin efectividad y una brutal presión sobre Jared Goff; la estampa de esos primeros minutos fue una espectacular captura de Kyle Van Noy para una perdida de 14 yardas en tercera y dos.
Carneros rompió finalmente el cero con una patada larga, un gol de campo de 53 yardas, que pudo ser más cercana pero vino anticipada por otra captura. Un empate a tres para entrar al último periodo, inconcebible antes del encuentro.
Ni la noche de récords de Julian Edelman, quien se convirtió en el segundo mejor receptor de todos los tiempos en postemporada (detrás de Jerry Rice), levantó un partido infame en cuestión de ofensivas.
Fue una tarde larga para Sean McVay, sus jugadores no solo fallaron en la producción de unidades sino que cometieron errores elementales, castigos por tener a 12 jugadores en el terreno, salidas en falso y movimientos ilegales les costaron yardas valiosas en momentos clave.
La tribuna despertó restando 10 minutos de juego. Comenzaron a cantar el nombre de Brady, pidiendo una serie de touchdown y el número 12 respondió.
Pases a sus hombres de confianza, Edelman, Burkhead y uno de 29 yardas para Gronkowski dejaron el balón en la yarda 1. La mesa puesta para la especialidad Michel, que anotó en el primer intento.
El 10-3 despertó también a Jared Goff, que ligó primeras oportunidades con Brandin Cooks y Robert Woods como principales blancos y lanzó un par de intentos a la zona de anotación, pero el segundo liquidó sus aspiraciones.
El esquinero Stephon Gilmore se levantó prácticamente solo para quedarse con el ovoide en la yarda 4.
La juventud de su entrenador y quarterback terminó pesando, nunca se sacudieron los nervios y cargaron con sus propios errores en el primer Super Bowl en la era Brady-Belichick que se define por más de seis unidades.
Dos carreras largas de Michel y Burkhead acomodaron la mesa para consumir los últimos cuatro minutos y los Patriotas quedaron en posición del último golde campo. Gostkowski lo convirtió y los Patriotas son campeones de la NFL por sexta ocasión en los últimos 19 años.