Los primeros rayos del sol iluminan las calles de la ciudad, aquella que apenas hace unas horas se llenó de tráfico, repletas de aficionados que vitoreaban el campeonato obtenido por la Jaiba Brava tras derrotar al Atlante 2-3 (global 3-4) en el estadio de la llamada Ciudad de los Deportes.
Es lunes, hay calma sobre la avenida Jalisco, principal acceso al coloso de la Unidad Nacional.
El reloj marca las 08:55, la gente inicia a transitar; unos van, otros vienen, aceleran el paso; es tarde para llegar a sus centros laborales.
Francisco llega a su negocio de tacos Maluz, ubicado a un costado de la avenida Jalisco, acceso principal del estadio Tamaulipas; destapa la olla y el olor de barbacoa impregna el lugar. Despacha al primer comensal, de pronto dice con emoción "Mira, ahí viene ya la Jaiba Brava campeón, qué chingón".
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El autobús que traslada al Tampico-Madero se dirige al estadio Tamaulipas. Son muy pocos los aficionados que esperan la llegada de la gloriosa Jaiba Brava en el coloso de la Unidad Nacional.
"Gracias cabrones, gracias por este gran regalo de cumpleaños porque hoy cumplo 31, gracias equipo, gracias cabrones, han llevado a mi Jaiba Brava a lo más alto", es el clamor de un aficionado que está de fiesta desde la noche anterior, aquella en la que el nombre de la Jaiba Brava resonó en todo el país y parte del extranjero.
Uno a uno bajan los jugadores del camión, del que tiene la leyenda a un costado "Amor a la Brava". Familiares, esposas, hijos los reciben con humo de color celeste ambientando la escena mientras el pequeño Diegito corre a los brazos de su padre Diego de Buen, sabe que papá, su héroe, su protector ha llegado y comparte la felicidad que da el calor de hogar.
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La euforia sigue desbordada.
"De Buen, no te vayas nunca bebé. Voy a quitar a 'Pepito el Terrestre' de la plaza y te voy a poner a ti De Buen, te lo mereces". Dijo uno aficionado que desde anoche inició con los festejos.
Los gritos de algarabía siguen de la afición mientras el cuerpo técnico atiende a los representantes de los medios de comunicación.
"Te queremos güey, te queremos güey, a todos. No tienen idea de lo que acaban de hacer en nuestra ciudad, no tienen idea güey, acaban de pasar hacer unos pinches héroes güey. Vamos a barrer al pinche Pepito El Terrestre y ponerlos a ustedes... los amamos, los amamos".
Han pasado los minutos, los jugadores entran al vestidor, dejan sus pertenencias y pronto se dirigen a sus coches, emprenden la salida para reunirse con sus seres queridos y llevar consigo el gran regalo de Navidad, el título.