Durante un periodo de 44 años, Sudáfrica vivió bajo el yugo de un gobierno que promovía la segregación racial desde el aparato legislativo, aquel lapso fue nombrado Apartheid y fue perpetrado por los colonos europeos instalados en la región.
El racismo perpetrado por el gobierno se trasladó a los deportes y el tenista Arthur Ashe luchó contra él desde sus posibilidades y previo a enfrentar la Copa Davis de 1969, cuando el régimen se encontraba en uno de sus puntos más altos.
Ashe necesitaba visa para entrar al país y encarar el certamen, sin embargo, las autoridades sudafricanas le negaron el documento. El tenista se encontraba como el mejor del mundo y la negativa a su participación golpeaba al deporte del país africano.
Sudáfrica se perdía de la participación de uno de los mejores en el certamen que se celebraría en su territorio; el estadunidense solicitó la visa más de una vez pero no tuvo éxito aunque logró que el país norteamericano interviniera.
La inclusión o relegación del torneo pasó a segundo plano y es que Arthur guió un castigo fuerte contra el Apartheid desde el ámbito deportivo, la Federación Internacional de Tenis, presidida por el italiano Giorgio de Stefani, tomó cartas en el asunto.
Debido a la negativa de permitir al tenista afroamericano jugar la Copa Davis, la Federación decidió expulsar a Sudáfrica, país miembro que tenía derecho al voto para tomar las decisiones a comparación de muchos países africanos.
Arthur Ashe no dejó de luchar contra el racismo y se volvió una voz importante para la comunidad afroamericana tanto dentro de los Estados Unidos como frente al mundo sentando las bases en aquel 1969 en Sudáfrica.
El tenista había sufrido problemas cardiacos pero en 1988 le detectaron VIH positivo y, como lo dictaba su personalidad, también se convirtió en un personaje importante que buscaba sensibilizar a la población sobre la enfermedad; murió a los 43 años, en 1993.
SFRM