Hay que imaginar el mundo y la sociedad a finales de la década de los cuarenta. Hace más de 70 años, no es secreto, en un contexto más conservador, la mujer debía proteger su imagen a través de su vestimenta. Gertudre Gussie Moran, tenista californiana que en 1949 por sus resultados podía participar por primera vez en Wimbledon, no tenía la intención de causar controversia cuando mandó a pedir su outfit para el torneo.
Al ser una falda corta con aberturas, mientras practicaba se podían ver sus panties por momentos. Nadie en ningún torneo de tenis había presenciado algo así hasta el momento. Gussie no solo se convirtió en un sex symbol, su vida estuvo marcada por las críticas. El All England Club acusó a la jugadora de 25 años de introducir “la vulgaridad y el pecado en el tenis” e incluso el debate llegó al Parlamento.
El diseñador del vestido blanco, Ted Tinglin, quien también había sido jugador y escritor de deportes, fue fuertemente señalado. Había sido host oficial de Wimbledon por 23 años y le pidieron que “tomara un descanso” de su puesto. No volvió a ser invitado hasta 33 años después. La defendió diciendo que no era una revolucionara: “Usó el vestido por dos razones: se quería ver bien y al ser más corto el atuendo le permitió moverse más libremente en cancha”.
Ese año Gussie, número 4 del mundo, había ganado el US Women’s Indoor Championship y llegó a cuartos de Wimbledon, pero su tenis no fue del todo tomado en cuenta por la prensa. Eventualmente se retiró por la presión, entró al mundo de los espectáculos y en 1975 fue acosada sexualmente. Entró en depresión, vivió la pobreza y aún así en 2002 en una entrevista dijo que lo volvería a hacer, romper con la vida convencional.
SFRM