En el tenis hay variedad de superficies y raquetas, pero lo que no cambia es el color amarillo de las pelotas del juego protagonistas del deporte. ¿Siempre fue así? La respuesta es no, pues no solo por la vestimenta blanca se le conoce al tenis como el deporte blanco, también era porque las pelotas también en su mayoría eran de este color y no fue hasta hace cinco décadas que llegó un cambio de la mano con un invento que revolucionó la experiencia de los seguidores, la televisión a color.
El desarrollo comercial del tenis a raíz de la era profesional a la cual se dio el brinco en 1968 fue clave en el estudio de mejores herramientas. Antes de esto, las pelotas eran blancas o negras dependiendo de la superficie, pero se comprobó que para los televidentes era el color amarillo óptico el que mejor se apreciaba en la transmisión por lo que a partir de 1972 la Federación Internacional de Tenis instauró este tipo de pelotas. Solo Wimbledon, el Grand Slam más tradicional, se rehusó al cambio hasta 1986.
También se estableció a raíz de ese estudio el tamaño, peso y diseño ideal, diámetro de 6.54 a 6.86 y peso entre 56 y 59.4 gramos. Todas hechas confeccionadas con caucho y recubiertas de fieltro fibroso. La IFT acepta aún el blanco y también otros tonos como rojo, naranja o verde pero con otros propósitos como incentivar a niños o adultos a practicarlo. Lo que sí está en constante cambio y evolución es la tecnología en las pelotas que hoy alcanzan hasta 250 km por hora y girar a 5300 revoluciones por minuto.
JMRS