Este 2020 sería muy fácil decir que el no poder contar con público y tener en las suites del estadio Arthur Ashe a los mejores tenistas del torneo como espectadores, en vez de las tradicionales celebridades que visitan el Grand Slam. Sin embargo si hablamos en un panorama más histórico, hay varios factores que hacen del US Open una competición especial, por ejemplo, que se jugó durante casi un siglo hasta 1974 sobre césped y no en cancha dura como ahora. Incluso tuvo su etapa sobre arcilla con históricos como Jimmy Connors ganando así.
Por supuesto todo eso fue antes de mudarse a Flushing Meadows, que además solía ser un basurero de cenizas. También en un ámbito histórico ha sido el escenario para que las barreras de color tanto en lo femenil como varonil se rompiera con los casos de Althea Gibson y Arthur Ashe y fue el primer Grand Slam en igualar el premio monetario para hombres y mujeres desde 1973.
Si bien Wimbledon se coloca como el Grand Slam más tradicional, elegante y prestigioso, el US Open es el que más se asimila a un festival por el ambiente que los estadounidenses bien saben crear en cuestión de entretenimiento. En Nueva York no hay reglas y se ofrece de todo en cuestión de música, comida y actividades en caso de que un aficionado no logre entrar a una de las canchas. No hay que guardar las apariencias y ese público los tenistas lo aprecian. El torneo responde con precios de tickets más accesibles que pueden empezar en 50 dólares. El US Open es una extensión de Nueva York y bien se sabe porque esta ciudad es tan famosa.
RGS