El conteo rápido daba la delantera al tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, por lo que sus seguidores empezaron a concentrarse frente al hotel Hilton de avenida Juárez, donde estaría de un momento a otro, según corría el runrún, y así fue, pero sucedería cuando el INE lo declarara ganador, y entonces la multitud empezó a crecer y a desparramarse.
- Te recomendamos Las frases 'ganadoras' de AMLO Voto x Voto 2018
"O-lé-olé-olé-olé", coreaban. "Sí-se-pu-do-sí-se-pudo". Era lo que más se escuchaba. Entre ellos estaba Víctor Parra, de 36 años, nacido en el estado de Morelos, aunque radicado en Los Ángeles, California, desde que tenía 14 de edad, "pero mi amor por mi país nunca terminará", decía quien se había hospedado en el ese hotel y festejaba con una copa en la mano.
Gritos de euforia continuaban y repetían las mismas frases conocidas en los mítines de López Obrador. Eran las 22:00 horas cuando corrió el rumor de que estaba por llegar al hotel, y muchos corrieron hacia el estacionamiento, sobre la calle José Azueta, y ahí esperaron. Frente al edificio, mientras tanto, quedaba una mayoría que aguardaba impaciente.
Un aire fresco hacía ondear banderolas con el nombre del triunfador; y en medio de la multitud, que no dejaba de festejar, sobresalía un letrero manuscrito de gran tamaño: “Es moreno, habla lento, tiene acento, es honesto... ¿Quién es? Nuestro presidente".
Una señora, acompañada de su nieta, parecía navegar entre la masa mientras insistía en asomarse. Era Silvia Marván Castrejón, del municipio de Huitzuco, Guerrero, ahora radicada en Acapulco. Vino al Hospital de la Ceguera, en Tlalpan, y decidió darse una vuelta.
Miraba pensativa. Traía las trenzas echadas hacia adelante. Ella no repetía ninguna consigna. Solo ahí con la esperanza de ver al hombre por el que había votado; nunca lo pudo ver, pero sí escuchar, y entonces esbozó una sonrisa.
Tampoco habría tenido oportunidad de correr al Zócalo, pues la avenida estaba atascada de gente.
El tiempo avanzaba y la gente seguía llegando. Repetían las siglas del ganador. Por el costado izquierdo insistían en pasar varias personas, pero era imposible. Los guardias del hotel ni los miraban. Llegó el candidato a diputado federal por Morena, Mario Delgado, a saludar de mano a unas personas. A él sí le abrieron paso.
— ¿Va a venir?– preguntó alguien por el ganador.
—Sí –respondió Delgado–, sólo espera el anuncio del INE, saldrá y luego marchará hasta el Zócalo.
La multitud coreaba y repetía el "olé-o-lé-o-lé". La transmisión en directo aparecía en una pantalla gigante, donde se escuchó la voz Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, quien le daba un 53 por ciento a López Obrador. De inmediato se escuchó un rugido y aplausos al unísono.
Segundos después se escuchó la voz del ganador, quien daba las gracias a los que "votaron por este cambio verdadero". Los aplausos se dejaron escuchar. Y citó la frase de Vicente Guerrero: "La patria es primero". Vinieron más aplausos.
"Los cambios serán profundos, de acuerdo al orden establecido", dijo, y agregó que se respetará la autonomía del Banco de México. "Serán revisados los contratos energéticos", añadió, mientras los aplausos crecían; tampoco "habrá expropiación ni confiscación de bienes".
La gente aplaudía, más cuando pronunciaba ciertas frases, como: "erradicaremos la corrupción y la impunidad; sobre aviso no hay engaño; a los amigos y a los familiares..." y "Un buen juez por la casa empieza".
Tampoco habrá gasolinazos, añadió y estallaron más aplausos. "Primero los pobres", repitió su frase de campaña. Reconoció al presidente Peña Nieto, pero se sintió cierto descontento entre la multitud. Dijo que su intención es pasar a la historia como un buen presidente.
Cerca de las 23:30 terminó el discurso.
"La mayoría corrió sobre avenida Juárez hacia el Zócalo; otros, en sentido contrario, como el ingeniero Jaime Ríos Gómez y su esposa Eréndira. Él de Tijuana y de Sonora. Viven desde 1984 en San Diego, California. La pareja vino de vacaciones.
"La perspectiva de la frontera lo miraba como la última esperanza", dijo Jaime Ríos, refiriéndose a López Obrador, quien "tenía que ganar de forma pacífica o no pacífica", advirtió el tijuanense. "Nosotros en San Diego y en todo California sólo hablábamos de él".
Hacían los comentarios mientras la verbena continuaba. Pitos y cornetas entonaban “México, ra-ra-rá”. Sobre la calle de Francisco I. Madero se amontonaban más. Unos venían y otros iban. Por ahí marchaba el académico John Ackerman, quien era rodeado por admiradores.
López Obrador ya había pronunciado unas palabras en la Plaza de la Constitución ahora sí como presidente de la República. Ahí mismo, donde hace años, durante varios días, acampó con seguidores, cuyos campamentos se extendían varias cuadras.