Casas de la Mujer Indígena, refugios contra la violencia de género

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Estos lugares son la respuesta a la violencia contra las mujeres con perspectiva de género y multicultural.

De izquierda a derecha: Isabel Dircio, la maestra Brígida Chautla y la partera Francisca Riqueño (FOTO: Cuauhtémoc Reyes Reyes).
Isabel Dircio Chautla
Ciudad de México /

En México casi todas las mujeres hemos vivido violencia de género. Algunas la reconocemos, otras no; ha estado presente en nuestra cultura machista, que acepta, consiente, minimiza y normaliza, viviéndola como algo natural. 

Por ello, ha sido difícil acceder a los derechos humanos, entre ellos el derecho a la salud y el derecho a vivir libres de violencia, derechos que han sido más limitados y hasta negados a las mujeres indígenas, debido a que nacieron en un contexto que no favorece el ejercicio de estos como el rezago en el que se encuentran las comunidades, la cultura machista, el sistema patriarcal, las religiones, la baja educación escolar, el analfabetismo y monolingüismo. 

Ante la discriminación y violencia hacia las mujeres indígenas surgieron movimientos de mujeres visionarias y trasgresoras. En 2002, bajo la coordinación de la maestra Gisela Espinosa de la UAM Xochimilco y de la Coordinadora Nacional de Mujeres indígenas se realizó el estudio 213 voces contra la muerte materna, en cinco estados: Puebla, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Veracruz, en el que se visibilizaron las problemáticas más graves para las mujeres indígenas: la violencia de género y la falta de atención a la salud sexual y reproductiva. Ese estudio fue la base para impulsar el programa “Casas de la Mujer Indígena” (CAMI) y dar respuesta a esos problemas.

Actualmente están instaladas 31 CAMI en diferentes estados del país y cuatro más se están construyendo para abrirse en 2020. Cada CAMI tiene la libertad de definir el modo de organización y operación, pero todas con la visión de aportar a la construcción de un mundo mejor para las mujeres indígenas bajo los enfoques de género, derechos humanos e interculturalidad.

 En Guerrero actualmente existen cinco CAMI instaladas y otras más en construcción. La CAMI “Zihuachikahuac” Mujer Sana Fuerte y Valiente ubicada en Chilapa de Álvarez Guerrero, fue impulsada por la maestra Brígida Chautla Ramos, indígena náhuatl, quien desde niña vivió discriminación y violencia por razón de género, lo que la motivó desde hace más de 30 años a desarrollar acciones para la defensa de los derechos de las mujeres indígenas mediante la capacitación y organización de diversos grupos y organizaciones para proyectos sociales, productivos, de formación y de servicio para las mujeres en las comunidades.

El Dato.

En 2013

la Comisión para el desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) fue la que impulsó el programa las Casas de la Mujer Indígena (CAMI).


La CAMI “Zihuachikahuac” surgió en 2013, con el fin de contribuir a mejorar la salud materna de la mujeres indígenas mediante una estrategia de atención a la salud materno-infantil, rescatando la partería tradicional.

CAMI Zihuachikahuac, está integrada por mujeres indígenas nahuas, y una Red de parteras y promotoras de derechos a la salud y de prevención de violencia de género hacia mujeres indígenas, que además, proporcionan servicios de traducción, alojamiento, alimentos, consejería, orientación, preparación para el parto, cuidados en el puerperio, y muy importante, la canalización y acompañamiento a mujeres a los servicios de salud e instancias de justicia.

 Todo servicio que se brinda es gratuito. La CAMI opera con recursos económicos de proyectos que somete a concurso cada año ante el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, pero hay meses que no se tiene recurso; sin embargo, la labor continua, con aportación en especie de las integrantes o con servicio social honorifico. Actualmente ninguna CAMI del país cuenta recurso etiquetado para operar.


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