Eugenio López, el coleccionista de arte más importante de Latinoamérica

CHIC CDMX

El heredero de Grupo Jumex lleva casi 20 años compartiendo su pasión con el público mexicano e impulsando a artistas y curadores a través de su fundación.

Eugenio López frente a una enorme obra de Sol Lewitt en la recepción de su oficina en Grupo Jumex (Foto: Abo Palomo)
Karina Rodríguez
Ciudad de México /

No es fácil conseguir una entrevista con Eugenio López Alonso. El presidente de la Fundación Jumex vive entre México y Los Ángeles y en el ínter viaja por el mundo visitando galerías y museos, reuniéndose con dealers, curadores y artistas. No estoy exagerando, la vida del heredero de una de los imperios empresariales más importantes de México gira en función del arte; lo sé por lo que me han contado sus allegados y lo constato cuando veo cómo se le transforma la cara y la voz cuando platica sobre la obra de sus artistas favoritos o sobre el momento que vive el Museo Jumex.

 Eugenio llega rodeado de un numeroso entourage entre asistentes y guardaespaldas, además de la gerente de comunicación del museo. Toda su gente lo conoce a la perfección, llevan entre 15 y 20 años trabajando con él, saben sus hábitos, gustos y manías.

 Lo tratan con respeto pero sobre todo con lealtad y cariño. La cita es en las oficinas de presidencia de Grupo Jumex, en la misma calle del museo, en Polanco. Una imponente obra de Sol Lewitt —uno de los precursores del minimalismo— nos recibe en la entrada. 


En el pasillo que lleva a su oficina encuentro tres cuadros de la serie “El Soplón” del belgamexicano Francis Alÿs; tras su escritorio, un enorme tablero de Castro Leñero; en la sala de consejo, una fotografía de Thomas Ruff, un Andy Warhol por allá… Así es la colección de Eugenio López, de las 3,200 obras que la conforman, el gran hilo conductor es su gusto personal y su intuición.

Se habla mucho sobre si los coleccionistas compran para especular con el mercado del arte, pero no es su caso. “Cuando comencé, compraba las piezas que me fascinaban, nunca pensando en cuánto iban a subir sino más bien rezando por que no bajaran, porque si no mi papá me iba a matar. Para mí, el objetivo nunca ha sido tener la colección de arte más cara, sino la que más me gusta. 

Leo Castelli, que fue un gran coleccionista y uno de los mejores art dealers, quien ‘hizo’ a Jasper Johns y a Robert Rauschenberg, le aconsejaba a la gente que preguntaba cómo empezar en el coleccionismo: “Viajen un año, vayan a museos y galerías y después regresen porque seguramente lo primero que les gustó ya no les gustará tanto”. 

Yo puedo decirte que casi todo lo que he comprado a lo largo de estos años me sigue gustando”. Eugenio más o menos siguió ese consejo. Se dedicó a estudiar y a viajar por el mundo y quien lo llevó de la mano y lo introdujo por los vericuetos del arte contemporáneo fue Richard Koshalek, quien fue el director del MOCA de Los Ángeles entre 1983 y 1999. 

A muchos les falta sensibilidad para apreciar el arte contemporáneo, y como no lo entienden, piensan que es una tomadura de pelo. Sin duda que hace falta estudiar, tener un contexto. ¿Cómo nació en Eugenio esta pasión? Según cuenta él, hay tres momentos clave en su vida: el primero cuando tenía siete años y visitó Versalles con sus papás; en esa ocasión no le impresionó tanto el arte sino la historia que lo rodea. Luego,

¿Cómo fue el salto de tener una colección a una galería abierta al público y luego a un museo? ¿Cuál es el próximo paso? 

Todo empezó como un cuento… Empecé a comprar y me moría por tener ciertas obras, pero ya no tenía dónde ponerlas. Me vino la idea de hacer la colección que estuviera abierta al público cuando me di cuenta que era lo que hacían empresas como IBM, Chase Bank y, sobre todo, cuando conocí la galería de Saatchi en una bodega en las afueras de Londres. Platiqué con mi papá la idea y me dio la opción de hacerlo en la fábrica de Ecatepec. Al principio lo dudé, pensé que nadie se desplazaría hasta allá. 

Abrimos en 2001 y como tenía tantos artistas internacionales tuve la gran sorpresa de que fue la prensa extranjera la primera que me cubrió. Fue un proyecto increíble. Pero aún no sé cuál es el siguiente paso, de verdad... La vida cambia muy rápido. De 2001 a 2013, curadores nacionales y extranjeros eran invitados a armar exposiciones a partir del acervo de la colección en la Galería Jumex en Ecatepec. 

A pesar de que estaba tan lejos del circuito tradicional, los chilangos y muchos extranjeros la visitaban. Sin embargo, Eugenio estaba obsesionado con ofrecer a un público más amplio exposiciones con las mismas obras que uno puede ver en París y Nueva York, por lo que un museo, en una zona más céntrica, era un paso obligado para él en su proyecto.

 En noviembre de 2013, después de muchos años de planeación, el Museo Jumex diseñado por el británico David Chipperfield —una hermosa estructura hecha con mármol cuyo techo semeja la silueta de una fabrica— se inauguró. En estos seis años ha recibido 1,750,000 visitas (tan sólo la exposición Apariencia desnuda, que presentaba obra de Jeff Koons y Marcel Duchamp recibió 442 mil vistas) y el museo se ha convertido en un must de la Ciudad de México por la calidad de las exposiciones y de las piezas que se exhiben.

¿Cómo te sientes de lo que se ha logrado? 

No me la puedo creer. Digo, yo soy como quien gana un Oscar, esto no hubiera sido posible sin todo el maravilloso equipo que tenemos. Me siento muy satisfecho cuando veo la cola de gente fuera del museo o cuando se me acerca una señora y me agradece porque ella nunca creyó que iba a poder a ver a Koons en México.

¿Alguna exposición que haya sido tu favorita? 

Sería muy injusto escoger sólo una... Pero la de Jeff Koons y Marcel Duchamp fue muy especial… o la de Calder. Bueno, y también las de artistas jóvenes que hemos tenido.

¿Qué puedes decir sobre el momento actual del arte mexicano? 

Creo que hay una generación de mexicanos maravillosos como Gabriel Orozco, Gonzalo Lebrija, Minerva Cuevas, Abraham Cruzvillegas, Damián Ortega y esto también es gracias a galerías como OMR, Kurimanzutto, Enrique Guerrero, Nina Menocal, que les dieron proyección.

¿Qué obras tienes en tu casa?

 Las estoy cambiando todo el tiempo… Aunque bueno, hay unos que siempre están como mis Cy Twombly (aunque los cambio de lugar) o los de Ed Ruscha.

¿A qué artista le encargarías tu retrato?

 Ya me los han hecho… Tengo como cuatro, uno de Vik Muniz, otro de Gabriel de la Mora, preciosos, pero no los tengo en mi casa, me parecería muy egocéntrico. Digo, modesto nunca he sido (dice riendo) pero prefiero otras obras en mi casa. Claro que me hubiera fascinado que Lucien Freud me hubiera hecho un retrato pero ya se nos fue.

¿Te sigue emocionando comprar arte? 

Por supuesto... Imagínate, una vez volé a Minnesota porque me habían puesto una exhibición de arte de Lawrence Carrol en un hangar. Volé tres horas en un avión privado, me bajé, entré al hangar, vi las pinturas, compré tres y me regresé. 

Y cuando estoy en las subastas, sigo rezando por poderme llevar la pieza que quiero, porque ahí me limita mi propia economía y muchas veces no me puedo llevar lo que quiero, pero cuando sí lo logro es maravilloso.

Jumex posee una colección de libros de arte de más de 13 mil volúmenes. Sé que en tu casa tienes una biblioteca monumental...

 Obvio no los leo todos. Sobre todo los textos que escriben los críticos que hablan con un lenguaje que ni ellos lo vuelven a leer. Me gusta hojear libros por la noche… Relacionar cosas, checar a qué colección pertenecen las obras que me gustan y así.

¿Cuál es tu museo favorito en el mundo?

 La Menil Collection de Houston de Renzo Piano… Es maravilloso, en un jardín, en medio de una zona residencial. O la Fundación Beyeler en Basilea, también de Renzo Piano es hermoso y nada ostentoso. Digo, me encanta la arquitectura de Frank Gehry o de Zaha Hadid (aunque ella no me caía tan bien), pero yo lo que aprecio de un museo son las salas y que haya luz natural, ese fue el principal pedido que le hice a Chipperfield para el Museo Jumex.


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