Lorenzo H. Zambrano Treviño es considerado no solo uno de los mejores empresarios que ha dado México, sino también uno de los más influyentes en la sociedad mexicana.
Fue atípico no solo en su forma de gestión sino también en su vida personal, pues nunca se casó y no tuvo hijos, aunque él consideraba que su familia era la de sus hermanos y sobrinos, con los que solía festejar, sus cumpleaños en casa.
Su lado sensible y su interés por la cultura, lo llevaron a ser un miembro del Consejo del Museo de Arte Contemporáneo (Marco) de Monterrey. Adicionalmente, junto con la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, de Gabriel García Márquez, creó el Premio al Nuevo Periodismo.
Este año Lorenzo H. Zambrano cumple cinco años de haber fallecido y su legado sigue vigente no solo en Cemex, sino también en las empresas de las que formó parte como miembro del Consejo de Administración, como Femsa, Alfa, Televisa y Banamex, entre otras.
De carácter amable y sencillo, pero con visión global para hacer negocios, es como se define a Lorenzo H. Zambrano, quien nació en 1945 en Monterrey, Nuevo León. Fue un gran líder en Cemex, una de las mayores compañías cementeras del mundo.
La cementera fue fundada en 1906 con la unión de dos linajes regios (el de los Barrera y el de los Zambrano). En ese entonces, Cementos Mexicanos (una fusión de Cementos Hidalgo y Cementos Monterrey) no era un gran corporativo. Cuando Zambrano ingresó a la compañía en 1968, luego de que egresara de la Universidad de Stanford donde realizó su maestría en Administración, se estaba perfeccionando una de las primeras operaciones de compra: la fusión con Cementos Maya.
Dentro de la compañía ocupó diversos cargos hasta convertirse en director de Operaciones. En ese puesto, diseñó la estrategia que hizo posible el crecimiento de Cemex e impulsó la automatización de los procesos de producción del clinker (material derivado del horneado de la piedra caliza y arcilla que se muele para obtener cemento).
Siete años después de su ingreso a Cemex, Zambrano tomó las riendas de la compañía al ocupar la dirección general. Su idea era transformarse primero en un poder local y después, en un imperio global a través de la compra de sus competidores.
En 1985, la todavía firma regional facturaba alrededor de 300 millones de dólares (mdd) al año en promedio. En un periodo de 20 años, la empresa ejecutó un proceso de expansión internacional; llegó al año 2008 con un nivel de ventas superior a los 21,000 mdd anuales, convirtiéndola en la tercera mayor productora de cemento en el mundo.
En 1987 compró Cementos Anáhuac y ese mismo año cambio el nombre comercial de Cementos Mexicanos a Cemex. Dos años después compró Cementos Tolteca en una negociación pactada con Empresas ICA que, a su vez, había comprado las acciones que tenía en propiedad la cementera británica Blue Circle.
La operación fue valuada en 648 mdd y transformó a Cemex en el más grande productor de cemento en México y sexto en el mundo. Lorenzo H. Zambrano, quien es egresado del Tec de Monterrey, se vio a sí mismo como alguien que gustaba del riesgo, quería ser admirado, pero admitía que no era infalible, aunque sí podía entender y anticipar las jugadas de su negocio mejor que otros.
En 1992, el empresario dio uno de los pasos de mayor resonancia en la historia de los negocios en México y América Latina al comprar dos productoras de cemento en España: Cementos Valenciana y Sanson por 1,850 mdd. En el libro Oro Gris, de Rossana Fuentes- Beráin, se da una señal de la receta secreta de la firma regiomontana para su expansión internacional: “los ahorros derivados de la introducción de nuevos sistemas de producción, la innovación de procesos y las economías de escala, permiten a Cemex amortizar adquisiciones con sus propios flujos y preparar los créditos con los que las adquieren”.
De acuerdo con la autora, esta operación en España le permitió acceso a crédito desde un país con grado de inversión, es decir, en una nación calificada con un riesgo político y económico manejable para la firma mexicana. Esto la puso en igualdad de condiciones con sus rivales Lafarge y Holcim.
La operación fue el punto de partida de muchas otras, de las que se gestó un estilo de hacer adquisiciones que posteriormente se conoció como el Cemex Way. En él se resumía para analistas e inversionistas los principios y razones que impulsaban a la compañía a realizar constantes operaciones de adquisición.
La expansión de Cemex siguió hasta tener presencia en más de 50 naciones del orbe. Se dice que desde el cuartel general en Monterrey se hacen monitoreos de operaciones y recepción de reportes las 24 horas del día, los siete días de la semana, porque no hay lugar en el mundo donde Cemex no tiene una planta en operación. Sincronizar esas operaciones a distancia se logró gracias a la inclinación del empresario por el uso de la tecnología desde que llegó a la cementera.
Lorenzo H. Zambrano enfrento desafíos a lo largo de 29 años como presidente y director general de Cemex, y sorteó quizás el más arriesgado momento de la compañía cuando se suscitó la crisis financiera entre 2008 y 2010, que hundió el negocio de la construcción en muchos países.
Zambrano lideró la reestructura financiera, que no dejó intacta a la empresa, pero sí a sus operaciones. Don Lorenzo H. Zambrano falleció el 12 de mayo de 2014 en Madrid, España. Su estadía en el país iberico obedecía a una junta con su Comité Ejecutivo; trabajó hasta el último de sus días.