Estoy convencido de que —en el ámbito mexicano— El vendedor de silencio es la novela del año, y quizá la mayor aventura de Enrique Serna. Como toda novela de largo aliento, ofrece múltiples posibilidades de lectura. Habrá quien encuentre una denuncia tenaz del machismo o quien prefiera desarmar los mecanismos del poder político. Habrá quien se incline por saborear la recreación de la Ciudad de México entre la década de 1940 y el fin de la de 1960.
Yo me inclino por una lectura en clave trágica, la lectura de un personaje incapaz de dominar sus demonios. En la escena internacional, Olga Tokarczuk —quien recibió el Premio Nobel 2018, que había quedado vacante después de los escándalos en la Academia— resulta una feliz revelación. Anagrama acaba de lanzar Los errantes, un libro que llama a repensar los conceptos de extranjería y de frontera.
Océano, por su parte, reimprimió Sobre los huesos de los muertos, fuera de catálogo hasta hace unas semanas. Es una novela combativa y melancólica; combativa porque su protagonista se empeña en una cruzada a favor de la dignidad de la vida animal, y melancólica porque su estilo corre bajo el signo de Saturno. “Yo podría vivir en un crepúsculo eterno”, leemos en las primeras páginas.
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No quiero dejar pasar el más reciente libro de cuentos del escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez: Canciones para el incendio. Como en otras ocasiones, su mirada se posa en los saldos de la violencia estatal y paramilitar en Colombia, y en la necesidad de contar las historias que otros han callado.
Las dos últimas recomendaciones quedaron fuera de mi lista pero no por ello dejaron de asombrarme. Mis gustos, están aquí, a la mano de los lectores.
El vendedor de silencio
Hoy que la novela de personaje se mira como algo anticuado, Enrique Serna reaparece para entregarnos a una de esas figuras extraordinarias a la cual seguimos desde la cuna hasta la sepultura. Esta, creo, es una de las sorpresas mayores que nos reserva El vendedor de silencio: no un trance, no un fragmento, sino una vida entera, la del periodista Carlos Denegri.
Luego está la recreación de la Ciudad de México entre finales de la década de 1930 y 1969. Como en El seductor de la patria, Serna concibe el destino individual como espejo y prolongación del destino nacional.
Despachador de pollo frito
Carlos Velázquez
Velázquez regresa más fuerte que nunca a la órbita carnavalesca de algunos de sus relatos. Me refiero a la literatura concebida como juego de máscaras, rito de iniciación, anulación de la identidad y exceso con método. No hay visión carnavalesca del mundo sin desmesura cómica. Velázquez lo sabe y para conseguirlo se sirve de la crueldad.
Sus personajes —protagonistas o meras comparsas— no tienen respiro. Creen actuar con libertad y mientras más se afanan en contradecir su destino, más humillados y vapuleados se muestran.
Anticitera, artefacto dentado
Aura García-Junco
Como si escribir fuera ensamblar, Aura García-Junco elabora pequeñas piezas sin aparente relación entre ellas. Lo mismo concibe al lector de un extraño manuscrito que a una discípula de Arquímedes que se hace pasar por hombre, o a una hermosa mujer que “vive entre los aromas de la mañana abierta”.
No tardamos en sospechar que, como Anticitera, hecha de pequeñas piezas que solo mediante su correcta armonía pueden trabajar a la par, Anticitera, la novela, sigue el orden de “su gemela”.
La vida a ratos
Juan José Millas
“La realidad ataca y me hago fuerte en el cuarto de baño. La realidad que ataca es la interior, la del alma”, confiesa el protagonista de esta novela escrita en forma de diario.
Millás crea un universo donde la intimidad se erige como zona sagrada y recuento de pequeñas cosas, de momentos que se esfumarían de no ser por la escritura. El protagonista tiene un sorprendente parecido con el autor, lo que quiere decir que debemos considerarlo un fruto de la imaginación.
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Siempre la misma nieve y siempre el mismo tío
Herta Müller
Un rosario de recuerdos, expuestos con una justeza estilística que mucho tiene de elegancia, conforma este libro en el cual la experiencia personal sale de su ámbito para transformarse en literatura. Müller evoca su infancia, juventud y temprana edad adulta para ofrecer un mosaico político y social de la Rumania bajo el dominio de la dictadura comunista. Sus lectores incondicionales reconocerán muchos de los motivos que alimentan sus relatos y novelas deslumbrantes.
El roce del tiempo
Martin Amis
El ensayo es un territorio que el novelista inglés maneja con solvencia intelectual y mala leche desde sus días en la redacción de The Times Literary Supplement. Este volumen recoge su producción más reciente, aunque Amis no deja de revisitar a sus autores de cabecera y a sus más arraigadas obsesiones: Nabokov, Don Delillo, Saul Bellow, Philip Roth, la pornografía, el terrorismo islámico, los republicanos estadounidenses, el cine y la cultura del espectáculo.
Confesiones de un chef
Anthony Bourdain
Fue estrella de televisión y leyenda en las cocinas de Nueva York, pero también un articulista mordaz y pendenciero que animó las páginas de The New York Times. Confesiones de un chef, su libro más famoso, se reeditó en 2019. Aquí, Bourdain traza la ruta que va de sus primeros encuentros con los auténticos sabores a su encumbramiento como chef distinguido. La travesía incluye dolorosas revelaciones, una buena dosis de chismorreo y enormes cantidades de drogas y alcohol.
Auge y caída de los dinosaurios
Steve Brusatte
Además de ofrecer un fascinante recorrido por la historia natural de nuestro planeta, y por las condiciones que hicieron posibles la aparición y posterior extinción de los dinosaurios, Brusatte repasa los más sorprendentes avances de la paleontología, esa ciencia para aventureros y nómadas.
De esta manera, lleva al lector a épocas remotas y en un golpe de mano lo instala en nuestro presente. Uno de los grandes regalos de este año, no solo por su amenidad sino por su ánimo de divulgación.
La única historia
Julian Barnes
¿Será la mejor novela del escritor inglés, superior a El loro de Flaubert y Hablando del asunto? Que el lector decida. Entretanto, puedo decir que encuentro a un Barnes desconocido, nada frío, capaz de concebir a dos personajes que viven sus tormentosas vidas como si la debacle fuera inminente. Resulta inevitable conmoverse frente a la historia de un joven que seduce a una mujer casada, veinte años mayor, y que más tarde se siente obligado a pagar su decisión.