Alfonso Cuarón lamentó el que el público francés solo pueda descubrir su filme Roma, coronado en el Festival de Venecia, a través de su distribuidora, Netflix, por una cuestión legal que impide su proyección en el cine.
"Me siento frustrado porque el público francés no vea 'Roma' en una sala de cine. El filme fue concebido con una ambición visual y sonora destinada a la gran pantalla", confió el cineasta, de 56 años, durante una clase magistral en el Festival de cine Lumière de Lyon (centro-este de Francia).
"Pero cuando hubo que elegir un distribuidor, Netflix se impuso gracias a su deseo de llevar la película a todos los rincones del mundo con un plan de ataque agresivo", dijo el director de Gravity (2013), premiado con siete premios Oscar.
Este tipo de ambición es "inhabitual para un filme de autor que no fue filmado en digital, ni en color, ni en habla inglesa ni con actores conocidos", subrayó.
La legislación francesa, muy restrictiva, impone un plazo de tres años entre la salida de una película en salas y su difusión en una plataforma digital. Netflix se niega a aceptar dicha condición por lo que prefiere prescindir de su estreno en el cine.
Recompensada en septiembre con el León de Oro del Festival de Venecia, Roma podrá verse en diciembre en Francia en Netflix.
"Hay que admitir el cambio de paradigma actual y que el futuro del cine se halla en un punto intermedio entre la difusión en salas y las plataformas" digitales, subrayó.
Roma es un largometraje intimista en blanco y negro, un retorno a la infancia de Cuarón en un barrio de México que lleva ese nombre.
"Nadie tenía el guión del filme. Orientaba a los actores explicándoles -a veces añadiendo expresamente contradicciones -, cómo era su relación con los demás", dijo el cineasta, explicando haber querido así recrear "el caos de la vida".
ES