Dentro de la esencia de su labor como cineasta, Juan Manuel Sepúlveda, responsable de títulos como “Bajo la tierra” o “La vida suspendida de Harley Prosper”, sostiene y enaltece su objetivo principal como realizador: generar preguntas y exijan una respuesta de parte del espectador. Desde su opinión, desde hace algún tiempo que las películas documentales han desarrollado una cualidad crítica e imperativa en relación a proponer una cierta manera de actuar y pensar, hecho que “es lo mismo que hace la propaganda de un partido político”.
“Igual que en la política mexicana, si como espectadores, o votantes, no exigimos buenos gobiernos, pues no va a haber. Pasa un poco lo mismo en el cine, es una responsabilidad mutua. Como cineastas, hombres, mujeres, seamos lo que seamos o como nos definamos, tenemos que tener muy claro que estamos de acuerdo que tenemos que buscar nuevas formas, nuevas sensaciones y experiencias de lo cinematográfico en pos de la diversidad de contenidos, tampoco podemos caer en el otro extremo, en el que nos radicalizamos tanto que ocultamos la pereza de la realización con una propuesta aparentemente compleja o abstracta”, detalló el actor en entrevista con M2.
En la víspera del estreno de su más reciente documental, “La sombra del desierto”, Sepúlveda mantiene su resolución activa como incitador intelectual que a través de su medio continúa en la búsqueda de encontrar nuevas experiencias y sensaciones que reflejen, y revelen, los panoramas contemporáneos de la actualidad y la manera en que nos afectan.
“Uno no hace cine porque sea una gran negocio, bueno, al menos no el que me toca hacer a mí, por lo tanto mi propuesta cinematográfica siempre está dada en términos de un afán por explorar la forma. Podemos seguir haciendo cine libre, sin restricciones impuestas por una compañía o una agenda política, siempre y cuando entendamos que lo que hacemos va a terminar siendo especialmente minoritario, que no está nada mal. Tratar de conseguir grandes audiencias no necesariamente implican un cine que sea atípico, que nos haga pensar, que nos cuestione el estado del mundo y nuestra propia sensibilidad, que es lo que yo aspiro a hacer en todas mis películas”, agregó.
“La sombra del desierto”, que llegará a algunas salas del país el próximo 3 de diciembre, le dará seguimiento a dos de los temas centrales de la filmografía de Juan Manuel Sepúlveda, la migración y el territorio. En esta ocasión la comunidad Tohono O'odham incentiva la narrativa a través de la cual el cineasta explora la realidad de muchas zonas del país, así como el lugar que tiene esta comunidad en su región y el mundo.
“En esta última película yo me acerco al desierto con una idea muy clarita, que es retratar la resistencia que anuncia el pueblo Tohono O’odham, que son los habitantes originarios de ese desierto entre Sonora y Arizona, en contra de la construcción de un muro. Poco a poco fui modificando esa idea original a partir de lo que la propia comunidad me iba invitando a conocer. Se trata de dialogar y converger para que juntos descubramos qué película queremos hacer”, declaró Juan Manuel.
Asimismo, el estreno de su documental coincide con el esfuerzo de parte de la Cineteca Nacional de Ciudad de México por organizar una semana de retrospectiva de la filmografía de Juan Manuel Sepúlveda. Este evento comenzó el pasado 20 de noviembre y terminará el mismo día del estreno de “La sombra del desierto”, 3 de diciembre.
En esta retrospectiva se encuentran películas como “La balada del Oppenheimer Park”, “La frontera infinita”, “Lecciones para una guerra”, “El pueblo del atardecer carmesí”, entre otras. Filmes que le han proporcionado reconocimientos y distinciones al director y que lo han diferenciado como uno de los documentalistas mexicanos más relevantes de la actualidad.
“Es una gran alegría poder tener toda una semana de un ciclo integral dedicado a mi trabajo, pero al mismo tiempo creo que es una gran responsabilidad, sobre todo, respondiendo al gesto tan generoso de la Cineteca de seguirle dando cabida y espacio a propuestas no necesariamente alineadas a lo que normalmente vemos en las plataformas o en los multiplexes”, comentó.
Y, reflexionando sobre el paso del tiempo y la evolución de su propia visión como director y persona, añadió: “El arco dramático que propone mi propia obra empieza por ir desarticulando la idea del autor. Si bien, en las primeras películas hay una voz muy presente de un realizador que se toma muy en serio la posición autoral, poco a poco, es un autor que va cediendo en pos de escuchar el rumbo que la propia realidad le va invitando a tomar”.
Juan Manuel Sepúlveda aseguró que ante el panorama actual en la industria cinematográfica el camino más claro es el de permanecer como incitador y entender que, con el paso del tiempo, uno “deja de dirigir y acepta los flujos de la realidad''. A convivir con ellos y a partir de ahí, crear”.