Las madres hacen un trabajo que pocas veces es reconocido: Luis Mandoki

Entrevista

El cineasta que creó la campaña Sin ti habla de sus vivencias con su madre, de cómo se desprendió de ella en su infancia y de cómo la despidió en el lecho de muerte.

El realizador ha llevado el rol de la madre a la pantalla. (Alfonso Manzano)
Ciudad de México /

Luis Mandoki llega de prisa al hotel St Regis, ahí todo está listo para que, en compañía de Martín Hernández y Miguel Bosé, presente la campaña Sin ti, que realizaron para homenajear a las madres como iniciativa de Fud, pero antes se da tiempo de atender la entrevista, en la que compartió sus vivencias con esos seres, las madres, que destaca “deberían tener mayor reconocimiento”.

Él tuvo la suerte de tener dos, pues asegura que además del cariño de su madre biológica, también contó con el “consentimiento” de su nana Lola; además con el paso de los años también destaca que se siente privilegiado de tener una esposa, cuyo amor a sus hijos ha generado la admiración del cineasta.

¿Por qué participar en esta campaña?

Primero que nada, quiero decir que es un honor colaborar de nuevo con la empresa Fud, que fueron los primeros en México que empezaron esta forma de comunicar, donde se hacen estos cortometrajes, en los cuales no se anuncia el producto y realmente se aprovecha el día las madres para hacerles un homenaje a todas las mujeres de México, a todas las madres que realmente se dedican a un trabajo que pocas veces es reconocido.

“Para mí es algo muy personal porque de alguna manera puedo decir que he tenido dos madres, mi madre biológica, que ya no está en esta tierra, pero que amo profundamente; y mi nana, que tampoco ya está, pero que son dos mujeres muy diferentes, que dedicaron su vida a dar. Y ese dar es poco reconocido en esta sociedad. Entonces el hecho de que Fud cree estos cortometrajes con un mensaje, en este caso del desprendimiento entre madre e hijo es interesante”.

En su experiencia ¿cuál fue el desprendimiento de su mamá más difícil que vivió?

Fueron varios, pero el más emocional fue cuando me fui a estudiar fuera de México, y ese es el momento que está en el corto (se refiere a la campaña), en el aeropuerto, donde ves que a mamá le está costando, pero ves que se pone fuerte y que te sonríe y que tú la ves y sabes como hijo que por dentro le está costando trabajo y te conmueve, porque ese trabajo que le cuesta, es de amor, de quiero lo mejor para ti, a pesar de lo que yo pueda sentir o querer.

En el caso de los hombres también viven ese sentimiento de las madres a sus hijos por partida doble, porque lo experimentan a través de sus parejas hacia sus hijos…

Sí. De alguna manera he tenido la fortuna de tener por esposa a una gran mujer y a una gran mamá y la veo y veo en ella eso, e incluso a veces soy más posesivo que ella. Y ella me dice: ‘No, lo mejor para ellos es irse’. Tengo dos hijos que se fueron a estudiar fuera y veo en ella (realmente es muy conmovedor), esa entrega porque lo más importante para ella es que sus hijos estén bien. Y muchas veces el que los hijos estén bien es a costa de ella misma. Entonces, yo la miro y surge en mí ese respeto, esa admiración y ojalá esos actos pequeños invisibles de todas las madres pudieran ser más vistos, porque son maestras de la vida.

Usted tiene esa facilidad de lograr ese reconocimiento, a través de su trabajo...

Sí, bueno, ha estado presente en varias de mis películas , por ejemplo en la película Gaby, era eso, la madre y la nana con una mujer con parálisis cerebral; entonces sí es un tema universal, un tema recurrente, y está también en un guión que estoy por realizar, del cual todavía no puedo hablar.

¿Cómo le decía a su mamá que la quería?

Como niño, era muy espontáneo y mi forma de expresarlo era físicamente, corría y la abrazaba, luego como adolescente, mamá te lleva a la escuela y no quieres que se te acerque porque no quieres que los demás te vean, te da pena, como que sientes como que si te ven abrazando a mamá eres chiquito; y cuando creces, te vas y te alejas, y de pronto regresa esa forma de ser diferente, porque ya no es la necesidad del abrazo de mamá como de niño, si no más bien sientes la necesidad de mamá de ser abrazada y amada y entonces ese es el cambio.

¿Qué le gustaba hacer con su mamá?

Iba cambiando con los tiempos, cuando tenía 10 u 11 años mis papás se divorciaron, entonces mi mamá (que por un tiempo estuvo sola antes de volverse a casar) y yo por las noches jugábamos cartas y en ese momento era como un pretexto para platicar; y ella me preguntaba ‘¿Cómo te sientes?’ y yo no entendía la separación, me costó mucho trabajo.Y ella (que fue quien pidió la separación) me decía: ‘Llegó un punto en donde tu papá y yo ya no teníamos esa conexión y yo necesito... (era una mujer muy vital, muy libre) entonces a mí me enojaba y se lo decía. Y llegó el momento en que se volvió a casar y a mí me entró la rebeldía.

¿El celo?

No tanto de celo, sino de sentir que estaba sustituyendo a mi papá y ahí me rebelé y terminé yéndome a vivir con mi papá. Entonces ese fue un desprendimiento de mamá, donde ella se quedó con los otros cuatro hijos, pues fuimos cinco, pero su hijo mayor se le fue.

Todos vivimos situaciones de vida difíciles, pero al final de cuentas, cuando mi mamá ya estaba en el camino al otro mundo, para mí fue quizá el momento de más profundidad y de más conexión con ella de toda la vida, porque me metí a su cama, a acompañarla en ese viaje de despedida, de desprendimiento de dejarla ir y donde ella me decía: ‘ Ya no sé cómo vivir’. Y yo le decía: ‘Yo te acompaño’. Y me decía: “Pero es que me da miedo irme, mejor me regreso”.

Y yo le decía: ‘Pues me regreso contigo’ y así tuvimos momentos de una intimidad, de una conexión donde estuve con ella hasta sus últimos momentos y lo que queda es el amor, el amor de madre”.

  • Adriana Jiménez Rivera
  • jiramil@hotmail.com
  • Licenciada en Periodismo y Comunicación Colectivo, egresada de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales, ENEP Aragón, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con más de 32 años de experiencia en el periodismo escrito, en los diarios El Esto y La Afición, y las revistas Tele Guía y Oye mi canto; y desde 2000 en MILENIO DIARIO como reportera, y Coeditora desde 2009 a la fecha.

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