Yasuaki Yamashita vive desde 1968 en México, donde encontró su nueva vida luego de quedar marcado por los acontecimientos del 9 de agosto de 1945, fecha en que Estados Unidos ordenó un ataque nuclear a la ciudad japonesa de Nagasaki a tan sólo tres días de hacerlo en Hiroshima.
Con el estreno de la película Oppenheimer, la distribuidora Universal Pictures México contactó al nipón para invitarlo a ver la nueva película de Christopher Nolan, la cual narra la vida de una de las mentes más importantes detrás de la creación de la bomba atómica.
Yasuaki Yamashita lloró al ver explosiones en Opperheimer
Según relata Yamashita, el 9 de agosto de 1945, un vecino les alertó sobre la presencia de un avión "misterioso" estaba sobrevolando la ciudad, por lo que su madre lo tomó de la mano y lo llevó a un refugio debajo de su casa.
"En el momento en el que entramos a la casa, vino una explosión terrible. Ya pueden tener hoy en día de la explosión aquí en la película. Era una luz tremenda, como si fueran mil relámpagos al mismo tiempo. Empezamos a sentir que muchas cosas volaban sobre nosotros".
Al nipón le interesó mucho la película, pues quería entender mucho mejor a Robert Oppenheimer, su personalidad y lo que pensaba; sin embargo, hubo escenas con las que sufrió durante la película.
"Al ver la película, estaba temblando, realmente por la tristeza, la memoria y el sufrimiento. Cuando realmente iba a ser la escena de la prueba atómica, empecé a sufrir, no podía ver la película. Tuve que cerrar los ojos y empecé a llorar. Pero valió la pena aún con ese sufrimiento ver esta película".
El japonés exhortó a los jóvenes a ver la película para conocer lo que ocurrió en 1945 y las consecuencias que tuvo para que, de ese modo, "la gente entienda (que) que jamás pudiera suceder nuevamente esta tragedia".
"Esto no se puede repetir jamás, pero jamás de los jamás. Nadie puede sufrir como sufrimos nosotros".
Yamashita halló en México su nuevo hogar
Pese a su experiencia, asegura que no tiene odio por los estadunidenses, pues revela que estaba preocupado en sobrevivir y no perdiendo el tiempo en emociones negativas.
Según cuenta, quería ir a otro lado del mundo para que no supieran su historia. En 1968, le ofrecieron cubrir como prensa los Juegos Olímpicos de la Ciudad de México, donde encontraría su destino.
"México me recibió de brazos abiertos y me dio cariño. Desde el primer paso que si en México, hubo una persona que salvó mi vida (...). México me dio la segunda vida. Por eso el cariño, el amor de los mexicanos me dio una lección para quedarme en México para siempre".
caov