Silvia Pinal inició su carrera teatral a partir de su amor por la ópera y su estudio de la técnica vocal ‘bel canto’. La falta de oportunidades y la atracción por el escenario la llevaron a estudiar actuación en Bellas Artes donde estuvo rodeada de destacadas figuras de la historia teatral en México como Salvador Novo, Isabelita Blanch y Carlos Pellicer.
Las personas antes mencionadas influenciaron su educación y la acompañaron en sus primeros pasos como actriz en el Teatro de Bellas Artes y, más tarde, en el Teatro Ideal de la Ciudad de México.
En estos primeros años de carrera, Pinal conoció a muchos intérpretes, dramaturgos y directores con los que crearía importantes lazos e incluso relaciones más significativas y personales.
Este es el caso del director Rafael Banquells, su primer esposo y padre de Sylvia Pasquel, a quien conoció tras la invitación a unirse a una compañía de teatro experimental.
Los Caprichos de Goya (1947), Nuestra Natacha (1948), El sueño de cristal (1949) y Celos del aire (1950) fueron algunas de las primeras producciones importantes en las que participó la diva.
Silvia Pinal y sus lazos con grandes celebridades
Fue durante estos años que Silvia Pinal se relacionó con celebridades del espectáculo como Jorge Mistral, Manolo Fábregas, Prudencia Griffel y Carmen Montejo, entre otros, poco a poco abriéndose puertas en algunos de los proyectos teatrales más importantes de la época y acompañándolo con su trabajo en cine y televisión.
Una de las razones más significativas por las que Silvia Pinal es reconocida por la comunidad teatral, particularmente por la industria del teatro musical en México, es porque fue pionera en la producción de puestas en escena de comedia musical en el país.
En 1958 produjo la primera obra musical en México. Ring, Ring, llama el amor llegó al Teatro del Bosque de la Ciudad de México, con Luis de Llano Palmer como director, puesta en escena que no solo daría pie al legado como productora de Silvia Pinal, sino que le regalaría una propuesta de parte del representante de la enigmática actriz Judy Holliday para trabajar en Broadway, propuesta que la actriz terminaría rechazando.
Después Pinal continuó trabajando como actriz y productora en numerosos proyectos teatrales de gran éxito: Irma la dulce (1964), Vidas privadas (1975), ¡Felicidades, Silvia! (1977), Plaza Suite” (1978), El próximo año… a la misma hora (1978), La señorita de Tacna (1985), Anna Karenina (1986), Cats (1991).
La Jaula de las locas (1992), A Chorus Line (1989) y ¡Qué tal, Dolly! (1996, entre muchas más. Asimismo, la actriz colaboraría con algunos de los nombres más relevantes de la historia del espectáculo en nuestro país.
Mame uno de los más grandes proyectos de Silvia Pinal
Sin embargo, uno de los proyectos más exitosos que produjo y protagonizó fue la versión mexicana del popular musical de Broadway Mame, que logró llevar al escenario en tres ocasiones; la primera en 1972, la segunda en 1985 y la tercera en 1989.
Esta obra engalanó el famoso Teatro Silvia Pinal que terminaría siendo un recinto religioso. Preocupada por tener un lugar propio para la producción y ejecución de diversos montajes escénicos, en 1992 Silvia Pinal adquirió el Cine Versalles, convirtiéndolo en el Teatro Diego Rivera y, más adelante, en el nuevo Teatro Silvia Pinal.
Sin duda, el paso de los años solamente continuará reafirmando la relevancia de la diva Silvia Pinal en el teatro mexicano y, en conjunto, su influencia en la industria del entretenimiento en nuestro país, así como su contribución artística en el arte de la actuación y en el oficio de la producción.
APC