Lucio Giménez Cacho Goded es hijo del actor Daniel Giménez Cacho y de la cineasta Maya Goded; sus apellidos lo acompañan en este debut teatral, en el que su padre es el director de escena, con la violenta comedia del premio Pulitzer 2015, Stephen Adly Guirgis, El hijo de puta del sombrero.
Lucio interpreta a Jackie, un ex alcohólico y ex adicto a drogas, que se mete en problemas en su rehabilitación con su pareja, por una infidelidad y un sombrero.
- Te recomendamos Natalia Plascencia pide por la exhibición de cine en salas Espectáculos
En entrevista, comenta que ha sido un placer trabajar por primera vez con su famoso padre en esta obra que se presenta en el Foro Shakespeare desde noviembre y tendrá un maratón navideño de siete funciones más en diciembre, a partir del viernes 15, y otras seis el mes próximo, hasta el 7 de enero.
¿Cómo es trabajar bajo la dirección de tu padre?
Ha sido un placer. Estaba asustado y él también, no nos conocíamos en el ámbito laboral. Fue un proceso muy gozoso, de mucha escucha y entendimiento. En esta obra se manejan emociones muy densas que salen de la matriz real del actor. Mi padre conocía un poco cómo podía dirigirme hacia esas emociones o cómo canalizarlas una vez que salían. Fue un proceso muy lindo, amoroso, conocer el otro lado de mi padre.
¿Te pesan tus apellidos?
Pesar no es la palabra adecuada; más bien diría que me acompañan. Es una cosa que ha estado presente siempre desde antes de dedicarme a la actuación. En la primaria, un maestro de Español me dijo que me pasaba si llevaba un autógrafo de mi papá. En los últimos años he hecho las paces con ese lado, porque también hay muchas cosas lindas que agradecer, como haber crecido en el teatro. Yo no creo que esas cosas se hereden, se trabajan; entre más tiempo pasas ahí, lo absorbes, ese ha sido mi caso.
Carrera de actor
Lucio Giménez Cacho Goded debutó a los 14 años en el filme de Fernando Eimbcke Club Sandwich (2013).
“Club Sandwich fue una probadita de actuación que me dejó muchas ganas de seguir. Por eso me metí a estudiar (en la Casa de Teatro) y sigo en el intento de esta profesión”, comenta.
Ahora, su personaje es un joven que sale de la cárcel, pelea con su ruda novia Verónica (Lakshmi Picazo) y se va a vivir con Rafa (Francisco Rubio alterna con Rodrigo Virago), su padrino de desintoxicación. Además de las adicciones, la comedia aborda temas como el engaño o la traición.
¿Quién es Jackie para ti?
Dice el dramaturgo en el prólogo que sus personajes tienen una profunda necesidad de amar y ser amados, no son indiferentes; lo contrario al amor es la indiferencia, no el odio. Jackie es un chico muy perdido que intenta amar, pero como no le enseñaron a hacerlo destruye todo a su paso intentando amar, conectar con la gente. Cuando no hay un buen manejo de las emociones es más factible el abuso de sustancias, como para compensar o dar cabida a esas emociones. En el momento que ocurre la obra, toma conciencia de sí mismo y se vuelve sujeto, decide por fin algo en su vida (rehabilitarse), porque lo veo y lo siento como un personaje que nunca se hizo cargo de sus decisiones o de sus emociones.
Hay una complejidad en Jackie que lo hace muy entrañable. Las personas no somos víctimas o victimarias, somos ambas, eso es Jackie: lo que le hacen lo sufre, pero él también hace. Su padrino le inflige violencia verbal y física, pero es su figura paterna a la que le confía su desarrollo como persona, por eso es entrañable. Es alguien que deposita su esperanza y posibilidades de crecer y de entender el mundo en las otras personas, y en esa toma de conciencia se da cuenta de que las tiene que depositar en él mismo, que el cambio no va a venir de alguien más, sino que opera desde dentro.
¿Cómo valoras los personajes femeninos en la obra?
La obra es como un texto de denuncia hacia lo machista, lo patriarcal, donde la mujer es sólo un objeto de deseo, tristemente. La crítica viene de que sus personajes lo creen profundamente. Se idealiza mucho la figura de la madre. Para Jackie la mujer es muy importante, porque es como un detonador.
¿Cómo te sentiste en tu debut teatral con una obra con emociones tan fuertes?
Nos ayudó mucho un maestro de actuación de la Casa del Teatro: el director, actor y gran pedagogo Mauricio Pimentel, en la creación de personajes y en las atmósferas de cómo se relacionan entre ellos. Nos repetía mucho que íbamos a entrar y bajar al inframundo, y que para hacerlo se necesitaba un soporte emocional de escucha, de apoyo, como humanos. Eso fue fundamental. Trabajamos el primer mes en hacer compañía, colectivo, como familia. Decir: “Vas, partete la madre; luego regresa y acá te vamos a abrazar y a curar”. Teniendo esa base, esa cama de seguridad y de compañerismo, lo demás se fue dando de manera natural.
Fue muy bonito, ha sido un elenco con el que he disfrutado mucho trabajar. Había entre nosotros mucha escucha, mucho juego. Y la integración de Nailea Norvind fue un gran elemento para revivir, reanimar otra visión. Es gente que tiene 30 años de tablas, así que al ser mi primera obra profesional, el sólo hecho de pararme al lado de ellos y ellas y verles trabajar es un gozo increíble.
¿Qué te gusta y qué te disgusta de tu personaje?
Me gusta que vive todo muy intensamente, sin tapujos, no tiene reservas, dice va y va a full, a fondo; eso me encanta. Me disgustan las emociones por las que transita, porque yo he luchado mucho por la sanidad o la inteligencia emocional; no pasar por esos lugares de rencor, de celos, de envidias, de odiar tanto a alguien que lo quieres matar. He trabajado mucho como persona para no vivir eso. Y a la vez es gozoso. Es lo que me encanta de la actuación, que es una profesión que te da la posibilidad de ser cosas que no eres.
¿Cómo definirías El hijo de puta del sombrero?
Es una obra visceralmente divertida, de una sociedad que sigue existiendo y que luchamos porque no exista, pero sigue siendo una realidad. Los juegos de poder, las adicciones a las emociones, las pulsiones entre vida y muerte siguen siendo una realidad. Y está bien retratarlas para verlas y saber que no queremos esto como sociedad. Tristemente, son muy divertidas por eso. Son personajes que no se consideran cómicos, para ellos no es divertido vivir esas situaciones, pero verlos tan metidos en su mierda, es muy divertido: no se dan cuenta de lo fácil que es salir de ahí.
¿Tienes alguna otra obra en puerta en la que te vaya a dirigir tu papá?
No lo sé, no hemos hablado de eso. No creo que pueda ser pronto, pero ahora me gustaría dirigirlo yo a él, que él actúe, ja, ja, ja.
Claves
El repartoFrancisco Rubio (Bardo), Rodrigo Virago (El baile de los 41), Luis Vegas (Xutaj) y Nailea Norvind.
Obra premiada
Stephen Adly Guirgis (1965) estrenó The Motherfucker With the Hat en 2011 en Broadway y consiguió siete nominaciones a los Tony.
DAG