“Siempre hay que perseguir lo que a uno le late en el corazón”, explica el baterista Alan D’Auria, músico de sesión que ha encontrado en su oficio una forma de ver la vida. Hijo del músico Oscar D’Auria, desde los tres años descubrió en la música una manera de salir adelante y, mucho más importante, una actividad que lo hacía feliz.
Hoy en día, Alan sabe que su vocación reside en el trabajo musical por sesión, sin embargo, ha logrado conectar su carrera con distintas áreas de la industria y así cumplir con uno de sus principales objetivos de vida: brindar toda su capacidad a la música y estar a disposición de lo que un artista o proyecto necesite para poder funcionar.
“Desde muy chico elegí el trabajo de sesión; un poco por herencia familiar, por el hecho de admirar que mi padre un día tocaba con un grupo muy conocido de tango, luego tocaba con Julio Iglesias, luego venía a tocar Manzanero y sin ensayar resolvía un show en vivo leyendo música. Crecí viendo eso y estoy conectado con la música desde muy chico. La idea de poder ser un músico que sea capaz de resolverse en distintas situaciones musicales me apasionaba, la idea de sentirme útil exclusivamente para la música”, detalló Alan D’Auria en entrevista con MILENIO.
Después de muchos años de experiencia – colaboraciones en discos, participación en programas de televisión y giras – el baterista de Buenos Aires, Argentina, se ha dado la oportunidad de experimentar con el trabajo creativo inédito, esto a través de su grupo de tango Etniko, con quienes recientemente publicó el sencillo “Narices chatas”, un esfuerzo musical que impulsa los alcances del género mediante una nueva perspectiva.
“Tengo un grupo de tango fusión en Buenos Aires y grabamos el último disco en el Teatro Rondeman, un teatro importante en Buenos Aires. Hace poco salió el primer single de ese EP y la idea es poder grabar un segundo disco en Argentina dentro de unos años y hacer la gira de ese segundo disco”.
Y en cuanto al estilo principal del grupo, explicó: “El tango en sus primeros años no tenía batería. De a poco se empezó a incursionar la batería en el tango en la época de Piazzolla. El tango fue evolucionando hacia una cosa más rítmica mezclado mucho con ritmos africanos. En el momento en el que uno habla de tango fusión, es las raíces del tango, con la instrumentación propia del tango, como el bandoneón, con las esencias rítmicas de los ritmos africanos”.
La industria musical contemporánea se caracteriza por lo fugaz, por aquello que hoy es sumamente popular, pero que mañana es olvidado. Para Alan D’Auaria, quien cree profundamente en la necesidad de incluir al tiempo en la ecuación de la producción creativa musical, su trabajo personal con el grupo de tango Etniko, aunque es mucho más demandante en cuestión de presencia y tiempo, no se empalma con su labor como músico de sesión, por lo que asegura que la adaptabilidad está dentro de las características necesarias de cualquier músico profesional.
“Soy partidario de que cuando a uno le apasiona mucho algo logra hacerse el tiempo y uno fluye en esa frecuencia. Hoy en día, si a mí me llama un cantante y me pasa un repertorio, ese repertorio lo puedo preparar en 48 horas y estar listo para tocarlo. Con el paso del tiempo, los proyectos que nos son propios, sino venidos de terceros, los puedo preparar en uno o dos días y eso no me interfiere necesariamente a la hora de preparar un proyecto personal [...] Son dos mundos que pueden coexistir perfectamente juntos”, explicó.
Una aventura en teatro musical; Dear Evan Hansen
En 2016 el mundo del teatro musical estalló en admiración tras el estreno de la obra “Dear Evan Hansen”, creada por los compositores Ben Pasek y Justin Paul. Tal fue su éxito que muchos productores alrededor del mundo han intentado hacerse con los derechos para dar a luz a temporadas de este texto en distintos teatros fuera de Estados Unidos.
Este fue el preámbulo antes de que “Querido Evan” llegara a Argentina hace un par de años, en 2021, en donde Pablo Viña fungiría como director y productor. Alan D’Auria se unió también a este equipo como el baterista principal de la orquesta en una obra que marca un hito en el teatro internacional, pero también en el teatro en español.
“El proyecto (“Querido Evan”) fue súper ambicioso porque fue reversionado al español [...] Fue un proyecto muy a pulmón entre todos, quiero decir, los músicos y cada uno de los que formamos parte de la orquesta – éramos diez músicos – nos hicimos las partituras nosotros mismo y tocamos exactamente los mismos arreglos de la obra. Se llevó una obra muy amena, muy hermosa, con un proyecto que llevó mucho ensayo, mucha dedicación, pero fue muy fructífero y hermoso”, compartió el músico.