“El aplauso es para ti, raza, no para Caifanes”, dijo Saúl Hernández al iniciar el concierto de Caifanes en el Auditorio Nacional y definitivamente estaba en lo correcto. La gran experiencia de vivir el concierto de una banda legendaria se completa a partir del leal y perdurable apoyo de sus fans, de aquellos que cantan todas las canciones.
En una época en la que el rock es el hijo olvidado de la industria musical mexicana, Caifanes logró reunir a miles de ‘rockeros’ en las butacas del popular recinto de Reforma. En el marco de su trigésimo quinto aniversario, Caifanes volvió a reunir a un público diverso, hijos y padres, adultos que transmiten su pasión por el grupo como una herencia milenaria.
“No dejes que”, “Viento”, “Para que no digas que no pienso en ti” y “Miedo” formaron parte de la primera etapa del concierto, canciones muy bien recibidas por un Auditorio prácticamente lleno que saltó y coreó cada palabra.
“Gracias por estar aquí y por tener este sueño vivo, fuerte, poderoso, fresco. Nos llena de mucho orgullo (…) Muchos han estado mucho tiempo, muchos años y siempre seguirán, siempre están aquí presentes”, dijo Saúl Hernández.
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El repertorio que seleccionó el grupo para su noche en el Auditorio estuvo llena de grandes éxitos (“Nubes”, “Detrás de ti”, “Ayer me dijo un ave”, “Cuéntame tu vida”, “Mátenme porque me muero”), pero también de algo más contemporáneo (como “Inés”) y algunos temas menos tocados de su discografía como “Sombras en tiempos perdidos” o “El elefante”, así como “El milagro”, original de Jaguares.
Quien busca a Caifanes, busca el sonido del rock nacional. Esta noche el grupo encabezado por Saúl Hernández volvió a recordar el por qué son una de las bandas más icónicas de la historia del rock en México, aunque su mayor logro no ha sido el mantenerse — que sí es una gran hazaña en sí — sino lograr conquistar a las nuevas generaciones con el mismo sonido que atrajo a sus padres algunos años antes.
AMG