Flor Silvestre murió “apaciblemente y de causas naturales”, informó la familia de la cantante y actriz en un comunicado que se emitió ayer al mediodía para dar a conocer el deceso de una de las protagonistas del cine nacional, la música y la charrería.
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La muerte de la actriz se produjo en su rancho El Soyate, en Zacatecas, ahí donde a unos cinco minutos vive Pepe Aguilar, uno de sus hijos, quien compartió su sentimiento ante tan lamentable pérdida.
“La tristeza es profunda con su partida, pero me queda el consuelo de haber tenido el privilegio de haber nacido de ella y que ella me enseñara tantas cosas; lo más importante: me enseñó a querer”, fueron las palabras de Pepe.
“Una de las más grandes artistas del país y una gran mujer ejemplo para todos”, añadió el cantante, en cuyas palabras concentró la riqueza y el legado que dejó Guillermina Jiménez Chabolla al fallecer a los 90 años.
Profesionalmente, el canto y la actuación se convirtieron en los medios para proyectar su talento y sensibilidad. En el cine, tras su debut en 1950 en la cinta de Joaquín Pardavé, Primero soy mexicano, hizo historia y dejó huella en títulos como Ánimas Trujano, bajo la dirección de Ismael Rodríguez, y ¡Viva la soldadera!, donde fue dirigida por Manuel Contreras en 1960; mientras que en la música su voz seguirá trascendiendo gracias a temas como “Cielo rojo”, “Imposible olvidarte” y “Pobre corazón”.
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La charrería fue otra de sus pasiones, que con los años se transformó en un estilo de vida, el cual la llevó a triunfar en diversos escenarios, pero sobre todo a ser la abanderada de una tradición familiar, pues al lado de su esposo, Antonio Aguilar; y sus hijos, contagió el gusto y la pasión por el deporte nacional en los espectáculos que ofreció.
Orgullosa de las tradiciones y raíces mexicanas que heredó de sus padres, quienes cantaban con mariachi, en 2015 al presentar el documental sobre su vida, Su destino fue querer, manifestó su molestia por la poca difusión de la música ranchera: “¡Ay, se está acabando la música mexicana, la música ranchera, que ya no le dicen ni canción ranchera ni canción mexicana, ahora le dicen regional mexicana, y eso no es cierto. Bueno, será regional, del norte, de alguna ciudad del norte, pero no es la música mexicana, debe ser música mexicana!”, enfatizó entonces la cantante, quien a los 13 años inició su andar por la música en el Teatro del Pueblo, para después conquistar al público y al jurado en un concurso en la XEW.
Su talento la llevó a cantar en el centro de espectáculos El Patio, en la calle de Atenas, donde el destino le abrió la puerta del éxito, pues ahí conoció a los personajes que la llevarían al mundo del cine: “Ahí iban todos los días Emilio Azcárraga, Gregorio Wallerstein, que era el zar del cine, y todo mundo me vio ahí, y me contrataron sin pedirlo, todos me llamaban y así fue como comencé en la XEW”, compartió en su momento la estrella, cuyos pasos fueron emulados por sus hermanas Enriqueta Jiménez La Prieta Linda y Mari Jiménez.
Ese amor que derrochó frente a las cámaras y los micrófonos también fue heredado por sus hijos (Dalia Inés, Marcela Rubiales, Antonio Aguilar y Pepe Aguilar, y ahora por sus nietos, Ángela y Leonardo, quienes coincidentemente ayer por la mañana compartían a la prensa sus planes de seguir haciendo historia en la música.
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Amable, cordial y educada son algunas de las palabras que definen, no a la artista, sino a la persona, a Flor Silvestre, a quien seguramente despedirán como ella deseaba: “Quiero que cuando me entierren lo hagan con dos mariachis, con dos grupos, y con la banda, por supuesto”.
FUNERAL RESERVADO
EL REENCUENTRO CON EL AMOR DE SU VIDA
Debido a la pandemia y los protocolos que se aplican para evitar el contagio, el funeral será muy privado. Hoy se celebrará una misa para la actriz y cantante y posteriormente será el sepelio en el rancho El Soyate.
De tal forma que una vez más la pareja volverá a unirse, pues Flor Silvestre será sepultada en el mismo lugar donde descansa su esposo, Antonio Aguilar, quien falleció el 19 de junio de 2007.