Fiel a la tradición familiar, Carlos Rivera acudió a su natal Huamantla, Tlaxcala, a poner el altar de muertos, comer el tradicional pan de la temporada y sobre todo a compartir con su familia el éxito que le sigue dando la vida gracias a sus acertadas decisiones.
En medio de esa paz, que encuentra cada que regresa a sus orígenes, de los que asegura “me siento muy orgulloso”, el intérprete no puede evadir la emoción que le representan sus compromisos, el más inmediato, su participación en el Grammy Latino, como presentador de la gala en mancuerna con Ana de la Reguera; así como la gira de su disco Guerra y la posibilidad, incluso, de incursionar en el séptimo arte.
¿Cómo surge la invitación para ser parte de la fiesta del Grammy Latino?
Soy una persona que tiene una historia muy bonita, por todo lo que me ha pasado, vengo del pueblo de Huamantla, del estado más chiquito del país, que es Tlaxcala; y ha sido muy difícil llegar a donde estoy, primero haber estado en La Academia, en El Rey León en España; luego en la versión mexicana, después en La Voz y ahora llega El Grammy, me invitan a presentarlo. La idea es mostrar un concepto de historias de lucha, de trabajo por lograr los sueños. De hecho por eso también está Ana de la Reguera, que también ha hecho todo por conseguir sus anhelos; al igual que todos los artistas nominados.
“Me alegro mucho que pensaran en mí, porque siempre he tratado de compartir lo que soy, lo que tengo, y ocupar ese espacio en el escenario para inspirar a los demás, de que los sueños, si se cumplen, no importa qué tan difíciles parezcan”.
Siempre he sido un soñador absoluto, de hecho en mi nuevo disco (Guerra) tengo un tema que se llama “Amo mi locura”, porque siempre he tenido sueños muy grandes, entonces dicen que estoy loco, pero todos se han cumplido, aunque obviamente he trabajado para ello.
“A veces no se cumplen inmediatamente, pero si se logran… y uno no debe desesperarse, aunque hoy en día vivimos tan rápido que todo lo queremos de inmediato, que si lo sueñas hoy, ya lo quieres mañana; como que contagiamos el falso decreto de que todo te lo mereces, de que no quieres trabajar, la gente envidia todo lo de lo demás. En lugar de inspirarse en el éxito de los demás.
Todo lo que hago, lo elijo muy bien. No digo sí a todo lo que llega, digamos que de repente me invitan a hacer una película, una obra, incluso he rechazado algo en Broadway y ha sido porque le hago mucho caso a mis corazonadas; yo lo que hago, quiero que me haga feliz, sin importar qué tan grande o pequeño sea. Para mí lo importante es ser feliz, no me importa a la hora que me levante, si como o no como, pero que me sienta feliz.
“Eso es lo que me motiva, ahorita lo que me tiene muy emocionado es lo que pasa con mi disco, ver la reacción de la gente, que vibra, que se emociona, que mis canciones le pueden significar algo es muy motivante para mí, incluso eso es más relevante para mí por encima de los números que pueda presentar.
Para mí es importantísimo, a pesar de que si me llego a saturar de trabajo, siempre hago espacio para ir a mi casa, a mi tierra, comer el pan que se hace en mi casa; ahora estuve y puse la ofrenda de Día de Muertos, es tradición y no la olvido.
“Hay cosas como La Navidad, el Año nuevo, que son intocables porque tengo que estar con mi familia, porque esa es mi carga de energía”.
Sí, ya me pasé (risas), pero la música se hizo para compartir, no para competir. Thalía me invitó a estar en su nuevo disco en el tema “Qué ironía”; y está por salir otro dueto con otra cantante, pero aún no puedo adelantar nada...
“Lo relevante para mí es que ese tipo de fusiones se debería hacer más en el pop. El gran éxito del urbano son todas sus colaboraciones, ahí todos los cantantes se apoyan, cosa que no pasa en el pop, donde no somos dados a compartir tanto; cuando lo podríamos hacer más a menudo y de esa forma todos nos ayudaríamos”.