La silueta de la voz que más reúne y conmueve al público mexicano se delimitó 15 minutos después de las 21:00 horas; Luis Miguel se deslizó por unas escaleras hacia el centro del escenario al ritmo de Será que no me amas y los aplausos del público que llenó la Arena Ciudad de México sonaron espontáneos.
Más de 22 mil asistentes se reunieron para disfrutar de una de las giras más exitosas de El Sol, quien recibió a sus fans con su característica sonrisa y una fortaleza envidiable.
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Casi como conductor de orquesta, Luis Miguel utilizó las primeras canciones de su concierto — Amor amor amor, Suave y Culpable o no — para dirigir al grupo de más de 14 músicos y cantantes que conforman su orquesta, pero, de la misma forma, guiando al equipo técnico para adecuar su respaldo tecnológico. Arriba monitor, arriba teclado, abajo micrófono… Todo acomodado a sus necesidades.
En el público había de todo: hombres y jóvenes, niños disfrazados del intérprete, lentes oscuros y traje, grupos de fans uniformados en un mismo color, marcados con tatuajes o con algún distintivo evidente, y una ligera mayoría de mujeres, que respondían con gritos a cada enganche de cadera y puñetazo al aire del que es una de las voces más representativas de la historia de la música mexicana.
“¡¿Cómo dice?!”, invitaba Luis Miguel al público en canciones como Te necesito, Hasta que me olvides y Dame. Por momentos, incluso parecía que había dos voces en la Arena Ciudad de México: la de Luis Miguel, dinámica, creativa e incontrolable, y la del público, puntual y emotiva, siempre fiel a las melodías que están impregnadas en la idiosincrasia del pueblo mexicano.
El medley de Armando Manzanero desató suspiros entre el público. Una luz blanca distinguía el cuerpo del cantante entre un escenario estrellado mientras interpretaba Por debajo de la mesa y No sé tú.
Lo mismo ocurrió con el romántico arreglo de canciones inmortales como Solamente una vez, Somos novios, Como yo te amé, Todo y nada y Nosotros, que interpretó mientras los suspiros se multiplicaban, al igual que los coros.
Así comenzó el ídolo, sus fechas en la Arena Ciudad de México con Come Fly With Me, Smile, No me puedes dejar así y Ahora te puedes marchar, en las que siempre encontró el eco de sus fans.
Con La incondicional la Arena se vino abajo. El público se movía en sus asientos y otros invadían los pasillos centrales para conseguir un mejor video. La enigmática línea de guitarra de Ahora te puedes marchar marcó el principio del fin de su concierto.
Al cierre de esta edición, Luis Miguel demostraba a la audiencia que su ausencia de los escenarios sí se sintió y les recordó que, después de tantos años de carrera, sigue siendo garantía artística para todos los sentidos.
jk