Los piropos, alaridos y muestras de cariño fueron la constante durante el primer concierto que Manuel Turizo, y su inseparable hermano, Julián ofrecieron en Ciudad de México, en el Pepsi Center WTC; el colombiano sedujo a su público, en su gran mayoría adolescentes, con su sensualidad nata, pero también con ese aire de timidez que lo hace un intérprete cercano.
Si bien la fórmula de Manuel, apenas de cantar unas estrofas y permitir que sus fans hagan la mayor parte del trabajo, tan recurrente en el reguetón, no fue lo mejor, ellos disfrutaron armando una fiesta propia abajo del escenario, mientras bailaban frente a las pantallas de su celular, para compartir el momento con sus seguidores en redes sociales o capturando en vídeo a su ídolo.
La generación del “yo” encuentra en estos espacios el ambiente propicio para seguir mostrando que actualmente interesa más lo que compartes que vivir y disfrutar el momento.
Con una producción plagada de luces, un andamio en el centro del escenario, bailarinas y dos cambios de vestuario, Turizo hizo un repaso por su propuesta romántica, alejada de la oferta tradicional del género.
Desde Una lady como tú, su primer número pasadas las 21 horas, hasta el reprise que hizo de la misma canción que lo catapultó al éxito para despedirse, con apenas una hora de show, los presentes se mostraron extasiados, al formar parte de un concurso organizado por Manuel para saber cuál sección cantaba más fuerte.
Durante la breve velada, los Turizo expresaron su total agradecimiento con los mexicanos por permitirles “cumplir el sueño” de vivir de su pasión musical y para hacer palpable la gratitud invitaron a su escenario a grandes amigos como Valentino en Bésame y a la banda Piso 21 en Déjala que vuelva, que sorprendió a todos en el foro de la Nápoles.
Cada sonrisa, cuando por quitarse una sudadera Manuel mostró más piel o cuando decidió cantar sentado al filo del escenario Culpables desataron la locura. En el repaso por sus éxitos, Turizo regaló Déjate llevar, Esperándote, Vámonos, Una vez más y Vaina loca, que le permitieron, a sus 18 años, consolidarse y saber que es el favorito de sus contemporáneos, pero también de mujeres y hombres de más edad e incluso niños que también respondieron a su llamado.
llg