Ahora que va por el camino del solista, Mikel Izal (Pamplona, 1982) está emocionado, aunque ocasionalmente extraña a esos navegantes musicales con los que durante más de 10 años (de 2010 a 2022) se embarcó en ese navío llamado IZAL, que arrojó himnos como La mujer de verde, Copacabana y Pequeña gran revolución.
"Echo muchas cosas de menos: nuestra relación, las bromas privadas, nuestro humor. Lo que pasa es que soy una persona que necesita moverse porque, afortunada o lamentablemente, me aburro muy rápido de todo por muy bueno que sea. Y ya había sentido que necesitaba vivir una aventura musical diferente. Pero claro que se extraña", reconoce el cantautor, que esta noche se presenta en el Lunario del Auditorio Nacional, en entrevista con MILENIO.
Este concierto en la Ciudad de México es para presentar ese cúmulo de emociones al que tituló El miedo y el paraíso; disco de 10 canciones con las que Mikel pretende tocar fibras de nostalgia o alegría en sus escuchas: "Que se conviertan en algo muy importante en sus vidas".
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¿Qué libertadas o ventajas encuentras al llevar el proyecto en solitario?
Creo que cada vez las canciones se han hecho más personales. Y cada vez la necesidad de que el control artístico de todo lo que engloba un proyecto musical, desde las visuales a la puesta en escena. En este proyecto tengo el control total para acertar y equivocarme, pero, sobre todo, para exponer mis sentimientos y emociones de la forma que creo correcta. Aunque siempre escucho a mi equipo, a los nuevos miembros de la banda, porque hay cosas que en mi cabeza suenan increíbles pero tal vez no lo son tanto. La gran diferencia es que tengo la libertad total de hablar en primera persona.
Llevas muchos años haciendo música. ¿Actualmente dónde encuentras inspiración?
Para este nuevo disco, en las experiencias personales. Antes escribía de eso, pero también me valía de historias de otros, reflexiones más ligeras. Últimamente ha sido mi vida, las cosas buenas y malas que me han ocurrido. La experiencia personal más que nunca.
El miedo y el paraíso es un disco dual en sus temáticas. ¿Cuál fue la semilla que lo hizo brotar?
En una etapa de mi vida que no fue todo lo bueno que me gustaría, regular tirando a mal, que estaba en un momento bajo personal, me ayudó mucho hablar de mis preocupaciones, alegrías, analizarme un poco, cosas a mejorar. A raíz de abstraerme de aquella época mala, utilicé la música como forma de desconexión, de pasatiempo, que mi cabeza estuviera ocupada en algo productivo. De ese hilo empecé a tirar y salió este disco, primero conceptual de mi vida que salió como una vomitona de sentimientos que tenía adentro. Lo escribí en un par de meses, fue una bonita terapia.
¿Qué miedos te han tocado afrontar en la música?
La exposición pública es algo que no es natural en mí. Creo que hay gente que lo tiene más interiorizado o que lo lleva mejor, pero yo me considero una persona muy normal, muy de su círculo cercano, que no esperaba todo lo que me ha pasado con la música. Que la gente te conozca es algo que se me hace difícil de encajar mentalmente, que es una paradoja: claro que me emociona emocionar a mucha gente y conectar. Yo creo que me expongo lo mínimo, pero ya mi trabajo musical lleva consigo una exposición que no puedes evitar.
¿Y dónde encuentras el gozo en una canción?
En muchas fases, sobre todo cuando la compongo. El momento más increíble es cuando surge una canción y me emociono con algo que nunca había hecho. Me voy a dormir, al día siguiente la reproduzco y es como escucharlo por primera vez. Esa sensación de emocionarme con una canción que hice un día antes es brutal. Y la segunda parte es tocarla en público, que ves que no solo te pasa a ti sino a 8 mil personas delante.
¿Qué importancia tiene México para tu carrera?
Es la espinita que tengo clavada del anterior proyecto, de intentar existir allí. Todo esto que estoy hablando me ha pasado en España y con pocas personas en México... Todo mundo me habla de que los mexicanos encajan en la intensidad, en la forma de vivir la música, en no escuchar canciones como un ruido de fondo, sino las incorporan a sus vidas, se apasionan. Y por eso creo que mi forma de interpretar la música y vivirla puede ir de la mano del público mexicano, y me apetece ir llegando a más gente en México, existir en una forma más grande para vivir de su energía.
Estuvimos dos veces en el Lunario con el anterior proyecto y se llenó, fue maravilloso. Igual en el Foro Indie Rocks!, con 300 personas, fue abrumador. Entonces, tengo mucha curiosidad por ver lo que se genera en un foro de 10 mil personas, y como soñar es gratis y la ilusión es lo que mueve la vida, me encanta tener una ilusión no cumplida en México que es eso, llegar a foros más grandes
El éxito, ¿cómo lo defines?
Ser feliz. Esta pregunta la tengo clarísima. Si en una sala tocando para 10 personas o incluso dejando la música y dedicándome a otra cosa fuera feliz, estaría teniendo un enorme éxito. Es decir, si en el futuro mi música dejara de interesarme y cambiara de profesión, y fuera feliz, sería un exito abrumador. Igualmente que sería un fracaso vivir haciendo música siendo infeliz, viviendo tensiones o encontrándome incómodo en el escenario.
Ahora se debate el uso de la inteligencia artificial en los procesos creativos, sobre todo en lo musical. ¿Qué opinión te merece?
Todavía no he abierto ese melón, no he abierto esa puerta... No lo vería mal como una semilla para crear algo nuevo de una forma consciente. Muchas veces, incluso para empezar a componer, me metro en loops, detalles o patrones de batería buscando algo que me interese o suene extraño, y a partir de ahí tirar ese hilo y generar paranoias e historias. Pero me asfixia mucho que se utilice como un proceso global de composición, creo que eso carece de alma y me asusta que eso pueda funcionar a nivel industria. El alma humana no puede ser replicada por una inteligencia artificial.
¿Qué te provoca pensar en el futuro?
En este momento me emociona, me ilusiona, y si no estuviera así, sería momento de dejar la música. Ilusión, pero acompañado de vértigo, de inseguridad, estoy dándole vueltas al show, que todo fluya, que emocione, que yo me emocione, que esté viviendo las canciones de una forma consciente. Pero de eso se trata, la ilusión también es incertidumbre.
Para cerrar: ante estos tiempos de violencia, de noticias negativas, pesadumbre. ¿El arte es la respuesta?
El arte puede ser salvación, expresión, es un lenguaje muy poderoso. Entonces, en estos tiempos convulsos, puede servir para salvarte pero también para expresarte de una forma que con lenguaje hablado no eres capaz... Es tan abrumadora la situación, todo lo que ocurre, que a mí me queda muy grande. Al final, lo que tratas es sobrevivir intentando hacer las cosas de la mejor forma posible.
hc