“Interactuamos y convivimos con el caos a nuestra manera”, afirma Franco Genel desde el tercer piso de un edificio ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, urbe que al ser su morada y el escenario de andanzas se ha integrado de forma orgánica a su rap, que presenta bajo el mote de Tino el Pingüino.
Pero las fachadas y avenidas no son lo único que nutre su arte: Ulises Lima (el antihéroe creado por el escritor Roberto Bolaño), los libros de Patti Smith, la película Goodfellas, síntomas de estrabismo, dejar tarros vacíos, ver a Feist 'volando' el Teatro Fru Fru, no ir al concierto de Yelle, María en la prepa, cumplir XV sin un chambelán, que el tiempo todo lo ponga ‘tablas’ y tener un mal sueño, son tópicos/momentos que también le suman al creativo. Sin olvidar la sensación constante - y que se acentúa conforme uno crece - de El Horror, como tituló a su reciente disco.
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A los 17 años, Tino empezó a tirar rimas, por lo que lleva más de la mitad de su vida rapeando (tiene 35). En ese génesis, “nada más quería rapear con mi hermano” - contrario a Caín -, y al pasar de los años “esa parte no ha cambiado”; tras cumplir sueños y llegar a escenarios inesperados, la esencia del rapero es firme:
“Siempre quise ser un héroe del underground”.
Y si nos ceñimos a evaluar el impacto inspiracional y generacional, y la capacidad de reinvención, sin dejar de lado el honor a lo hecho en el pasado, Tino se ha convertido en ese paladín al que aspiraba desde que conoció lo que el escritor David Foster Wallace consideró una "forma joven, orgánica y en pleno desarrollo" llena de un "verdadero potencial de protesta": el rap.
"Cuando empecé a escuchar rap pasó a ser lo más importante en mi vida, y no ha cambiado. Obviamente tienes altibajos personales o profesionales, y la relación con la música se puede ver afectada por eso, pero en mi caso es de las cosas que han sido un poco más estables, siempre ha estado".
El video Phenomenon, de LL Cool J, fue el primero que conmocionó al rapero mexicano desde la señal de MTV - en sus años pre reality shows -. Pero el tema que lo llevo a querer imitar lo visto-escuchado fue The Real Slim Shady, de Eminem.
A años de ese comienzo, tras crestas y valles creativos, Tino ya es considerado un referente dentro del rap nacional por sus congéneres y fans. Solo que al ahondar en la veteranía, él asegura que "es una causalidad".
"Han pasado casi dos décadas de que empecé a interactuar con el movimiento, entonces me ha tocado ver a las nuevas generaciones desde esa perspectiva, como algo que surgió después.Y más que una responsabilidad, es poca madre verlo como una consecuencia con la que uno ni siquiera puede intervenir; suceden las cosas en un momento y la gente crece. Pero sí es especial que a mucha escena le ha tocado crecer con Tino y que se acerquen y te lo digan".
Aquí somos lo que hacemos (2011), el material que lo catapultó, tiene más de una década de historia. Y hay cosas que, al comparar con El Horror, no cambian. La más importante: "Escribo principalmente en mi casa, sigue siendo una actividad bastante privada".
"Conjugo y acumulo mi material de mis vivencias, de mis lecturas, de lo que escucho. Y las cosas que cambian son de aspecto más emocional: el mundo que nos rodea se transforma, la gente con la que convives en cercanía te afecta de maneras distintas", confiesa el lector del español Ray Loriga y del francés Michel Houellebecq.
En las 13 canciones que conforman El Horror, producidas por Mezcalibur y mezcladas por Maiky Navajas, pesa una esencia sonora industrial que guía a letras apocalípticas. "Es una especie de homenaje a mis discos favoritos y no lo veo como la culminación de mí ni de lo que estoy haciendo, pero evidentemente es un paso que se siente muy bien", externa Tino.
Algo curioso que ocurre con su música - y que seguramente en este nuevo material, que presentó el pasado viernes 24 de noviembre en el Teatro Metropólitan, no será la excepción - es que los fans generan una especie de mitología, por ejemplo, Midori y Morrigan acarrean muchas teorías sobre la identidad de las féminas descritas en dichas composiciones.
"Hace años pensaba hasta qué punto podía controlar cómo se percibía mi música y mi identidad, y luego te das cuenta que tienes el mínimo control de esas cosas; de cómo se puede llegar a resignificar algo que para mí es una cosa. Lo veo como algo inherente a mi trabajo, al imaginario que he creado a lo largo de los años".
Entonces, el creativo confiesa que cuando empezó a rapear no tenía una aspiración profesional porque "no había una infraestructura a nivel industria", pero ahora la hay, la aprovecha y, sobre todo, valora que le ha tocado "toda esa curva de aprendizaje".
"Me siento bastante conectado con lo que estoy haciendo y creo que es algo a lo que llegue nada más de no soltarlo, de estar haciendo lo mío. Un poco es el correlato de todo lo que hago. Creo que al final del día estás intentando hacer un montón de cosas y, si tienes algo de suerte, en el proceso llegas a conocerte a ti mismo", sentencia.
La palabra para Tino
"El tema con la palabra, tanto hablada como escrita, creo que es un elemento que no reduzco, pero sí creo que lo entiendo o lo llego a percibir más como una noción estética. Escribo porque me parece que suena o se lee bonito y genera algo; cuando estás con una persona con la que es agradable estar, en la mayoría de los casos está ligado al cómo habla o se expresa".
hc