No vengo al casting, ya sabe que soy seria: Yalitza

El responsable de la Casa de la Cultura de Tlaxiaco comparte cómo el equipo del director del filme descubrió a la oaxaqueña.

Foto de sus años de secundaria en su pueblo natal en Oaxaca. (Nelly Salas)
La casa de la actriz en su pueblo natal en Oaxaca. Nelly Salas
Eduardo Gutiérrez Segura
Tlaxiaco /

Es sábado al amanecer, la torre del reloj anuncia con su repicar que son las 6:30 horas y el gallo también hace su labor; en la calle el bullicio es notorio, los 10 mil metros de la Plaza de la Constitución son ocupados por vendedores procedentes de toda la mixteca oaxaqueña; como en el siglo pasado, la Heroica Ciudad de Tlaxiaco sigue siendo un centro de comercio.

“Te cambio amarillito de alverja por pan”, negocia una mujer con vestido café claro, realizado a partir de algodón coyuchi, con otra que luce blusa de manta bordada en cuello y mangas, falda de holán al aire, de popelina con flores estampadas y rebozo negro; a lo largo y ancho de la plaza la escena se sucede, incluso a los pies de la casa donde vivió, al lado de su madre, Rufino Tamayo.

Al seguir el camino un busto llama la atención, le da la espalda al kiosco y mira de frente a la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en la placa se lee: “Porfirio Díaz, el hombre de Oaxaca”, Benito Juárez; sí, el presidente expatriado tiene aquí un lugar especial, porque gracias a él durante el siglo pasado a Tlaxiaco se le conocía como el París chiquito, por sus construcciones y alta sociedad.

A unos pasos más, entre el intenso olor a mole negro, pan de azúcar, cemitas y café recién molido, se llega a la Casa de la Cultura, construida en 1978; precisamente ahí Yalitza Aparicio fue descubierta por la directora de casting de Roma, entre los murales que pintó Ángel León Velasco fundamentado en el Códice Vindobonensis Mexicanus y 12 libros de la cosmogonía mixteca.

Junto a los muros que narran el génesis mixteco en Apoala, la habilidad de los pobladores para estudiar la bóveda celeste –con un anciano enseñando a un joven a utilizar el compás–, la llegada al glifo de Tlaxiaco, representado por un conejo en la Luna, y la fecha de su fundación en el año cuatro conejo, Miguel Ángel Antonio Martínez Oceguera, eslabón entre Yalitza y el mundo, recibe a M2.

“Por aquí ha pasado mucha gente que ha desarrollado su talento, una de ellas Lila Downs, por ahí anda un excelente guitarrista tlaxiaqueño, Luis Guzmán; desde que tenía ocho años, Edith Aparicio Martínez fue parte de los grupos musicales como vocalista, una voz magnifica, un talento hermoso y gracias a ella pudimos traer a Yalitza aquí, para que se diera esta circunstancia que está viviendo.

Yalitza en algún momento de su vida vino a talleres de artes plásticas y un espacio breve, tal vez dos meses, fue parte de la compañía de danza folclórica; un hermano más chico de ellas (Jesse Akwid) es parte de la Delegación de Sones y Jarabes; ellos ven a la Casa de la Cultura como una alternativa para desarrollar su talento”, abunda el encargado del sitio.

Yalitza Aparicio y Lila Downs comparten un pasado en común en la considerada la perla de las mixtecas oaxaqueña, poblana y guerrerense, amabas acudían al centro cultural, pero también a la Escuela Secundaria Federal Leyes de Reforma, donde la maestra Judith Sarabia Rojas le dio clases a la primera y fue contemporánea de la segunda.

Sarabia platicó con MILENIO en el taller de informática, sentada junto al escritorio que utilizó la novel actriz y aseguró que siempre apreció en Yalitza a una niña feliz: “Para nosotros es un orgullo. Tiene una sonrisa natural y cálida, que no ha perdido; era amiguera, pero con cierta timidez, y estaba llena de entusiasmo.

“Era una alumna responsable, tenía buen promedio. Era una niña feliz, nunca se quejaba, no tenía ninguna carencia, en el sentido que su mamá trabajaba muchísimo, venía a preguntar por sus calificaciones y comportamiento. Yalitza participaba en danza y poesía, era muy tranquila, pero siempre preguntaba sus inquietudes”, abundó la profesora.

Para Judith, incluso más que ganar el Oscar, Aparicio cumplió ya su sueño en su natal Tlaxiaco: “Recuerdo que a ella le gustaban mucho los niños, que quería ser maestra, que de alguna manera se proyectaba como nosotros, quería siempre dar un servicio y creo que sí lo logró”.

La joven de la banquita 

Las hermanas Yalitza y Edith comenzaron a asistir a la Casa de la Cultura desde el 2005, reveló Don Migue, como le dice cariñosamente la nominada al Oscar; ahí, donde actualmente ensaya arduamente la Banda Sinfónica de Tlaxiaco (Basit) con su vestimenta típica y también la Delegación de la que Jesse forma parte, la tlaxiaqueña encontró su destino.

“Aquí se hizo el casting y de aquí salió Yalitza a proyectarse a los lugares en los que está. Recibí el correo, había un poco de desconfianza porque decía: ‘Necesitamos a una chica morena, de cabello y ojos oscuros, entre los 18 y 28 años. Les externé: ‘No me presto para estas cosas’, pero me marcó (la directora de casting), vino, platicamos y nos pusimos de acuerdo.

“Empezaron un miércoles a las 10 horas, el viernes se me acercó y me dijo que le faltaban dos chicas: ‘¿No sabe de alguien?’, como Edith es tan talentosa y sociable, le marqué. ‘Bajo en 15 minutos’, me dijo y llegó con su hermana, que se quedó sentada en una banquita. La directora me preguntó: ‘¿No querrá participar?’, y la invitamos”, contó Don Migue.

Pero la situación no fue tan sencilla, recordó Martínez, porque Yalitza no quería. “Me dijo: ‘Don Migue, yo no vengo a eso, ya sabe usted que soy muy seria’, pero Edith la empezó a jalar… ‘Pero no sé interpretar a un personaje’, nos respondió Yalitza. Vino la directora y le explicó que era una sesión fotográfica y cinco preguntas de su vida personal, aceptó y se metió al casting.

“La chica encargada me dijo: ‘Tengo que comentarle dos cosas’… me contó que Alfonso Cuarón era el director de la película, pensé: ‘Si sale alguien de Tlaxiaco, va a traer mucha gente’, como sucede, y la otra cosa fue que no sabía la decisión de Cuarón del grupo de mujeres, pero que para ella la más talentosa era Yalitza Aparicio Martínez”, relató Don Migue, de cómo se escribió la historia.

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