La producción de contenidos artísticos enfrenta un escrutinio sin precedentes por parte de las audiencias que hoy, más que nunca, buscan conscientemente la representación propia en el arte: la correcta representación.
Las principales cadenas de producción y distribución de contenidos en el mundo y nosotros como consumidores, hemos contribuido a la aparición de una tendencia en la creación de entretenimiento en donde el valor temático y mediático son más importantes que el argumento sustancial de cualquier discurso artístico, utilizando cualquier obra únicamente como vehículo ideológico.
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Uno de los sectores más afectados y donde se genera mayor discusión es el mundo del entretenimiento LGTBQ+, porque a pesar de que las grandes empresas hacen un esfuerzo constante por incrementar la producción de contenidos, estos siguen provocando división en las audiencias, sobre todo cuando se califica el valor representativo del objeto versus su valor narrativo y artístico.
Cadenas importantes de streaming han desarrollado productos que buscan generar mayor conciencia social y alfabetización hacia las diversas orientaciones sexuales e identidades de género, así mismo, el éxito actual de obras como Pose, Euphoria, The Death and Life of Marsha P. Johnson, Disclosure, Vida o Love, Victor, muestran una clara demanda por parte de los usuarios por estos contenidos, que son de alta calidad y dan pie a muchas historias con valor social e inmensa producción.
Pero, ¿qué ocurre en nuestro país? Con la llegada de junio y la edición 42 de la Marcha del Orgullo LGBTQ+ en Ciudad de México, es momento para analizar cómo se reciben estos contenidos y de qué forma se están realizando, ya que a pesar de que podríamos darles la denominación de productos mainstream, la creación de obras artísticas LGBTQ+ en México y otros países de habla hispana es mucho menor que en Estados Unidos, particularmente en la televisión abierta, el cine y el teatro.
Hecho en México
Series producidas en México como Control Z o La casa de las flores, que a pesar de gozar de distintos niveles de aceptación por las audiencias, han sido exitosas y buscan ser las que continúen y promuevan la labor y los temas que otros directores de cine latinoamericanos, como Arturo Ripstein, Sebastián Lelio, Julio Hernández Cordón, Omar Zúñiga y Ernesto Contreras, impulsaron y producir más contenidos LQGBT+ en el mundo audiovisual y en otras áreas artísticas.
Organismos en México como la Filmoteca de la UNAM e IMCINE buscan destacar obras cinematográficas que reflejan temas sobre diversidad sexual, el director mexicano David Pablos continua la producción de El baile de los 41, una película que tratará sobre una sociedad clandestina de homosexuales durante el Porfiriato.
Asimismo, se han traído importantes obras teatrales como Los chicos de la banda y creadores mexicanos se encuentran realizando programas en internet como La más graga o Toma mi dinerita, lo cual quiere decir que sí se están realizando esfuerzos, pero no los suficientes.
Apoyar los productos artísticos LGBTQ+ existentes y la exigencia consciente de más contenido que promueva la plática sobre identidad de género y orientación sexual generará mayor conciencia social, productos de entretenimiento y creadores que satisfagan a las diferentes audiencias, sin tener que sacrificar la sustancia narrativa por el valor temático y al mismo tiempo cumplir su propósito principal, generar un país que a partir del arte no discrimine, sea menos cruel y más empático con todos.
PJG