Se suma Malkovich a polémica de ‘The New Pope’

La Mostra

El reconocido actor formó parte de la alfombra roja de esta serie, que fue acogida con curiosidad y sonoros aplausos en el festival de Venecia.

La serie está fuera de competencia en el certamen italiano. Reuters
Editorial Milenio
Venecia /

Paolo Sorrentino vuelve a recrear su Vaticano imaginario en The New Pope, esta vez dividido en dos grandes papas, Jude Law y John Malkovich, y enfrascado en una pugna de extremismos, fe, pecado, olvido y, cómo no, ambiciones.

El realizador, ganador del Oscar por La Grande Bellezza (2014), estrenó fuera de competición en la Mostra de Venecia su segunda serie, que ha sido acogida con curiosidad y sonoros aplausos por la crítica.

Los seguidores de The Young Pope (2016) ansiaban saber la suerte de Lenny Belardo, Pío XIII (Law), aquel indómito papa estadunidense fumador y de manto blanco, que conquistó la Santa Sede de Sorrentino para poner patas arriba sus costumbres y dinámicas de poder.

La nueva entrega, The New Pope, de la que ayer se vio el segundo y séptimo episodio, promete sorpresas. Se sabe que Pío XIII cayó fulminado en la plaza de San Marcos de Venecia y ahora se debate entre la vida y la muerte.

Mientras, el Vaticano busca nuevo soberano. El sagaz secretario de Estado Angelo Voiello, interpretado por Silvio Orlando, logra con esfuerzo coronar a un nuevo papa.

Se trata de sir John Brannox (Malkovich), un aristócrata británico brillante, inteligente, locuaz, culto, pero al mismo tiempo frágil, que asume el nombre pontificio de Juan Pablo III.

Mientras Brannox trata de tomar las riendas del Vaticano, en la calle los fieles idolatran a Pío XIII, lo que alimenta la pugna entre dos formas de fundamentalismo dentro de la Iglesia.

Es este último concepto uno de los centrales de la entrega, según explicó Sorrentino en la rueda de prensa de presentación: “Hemos tratado de razonar ampliamente sobre el fundamentalismo, no solo en el islam, sino sobre los fundamentalismos”, refirió.

“Los fundamentalismos y los posibles riesgos que, al menos en mi opinión, parecen estar siempre a la vuelta de la esquina, cada vez con más frecuencia. Y no solo sobre lo que hemos conocido tristemente en los últimos años”, aclaró el director.

​Trabajo enriquecedor

En esta ocasión la jerarquía de la Santa Sede se ve salpicada por numerosos escándalos y amenazas externas golpean los principales símbolos de la Cristiandad.

“Mientras que en la primera serie quisimos contar el Vaticano desde dentro, casi sin relación con el exterior, en esta ocasión se afrontan las relaciones entre el Vaticano, lo que hay fuera y las cuestiones más vinculadas a la actualidad”, dijo Sorrentino.

Jude Law explicó que el principal reto de su personaje será, sin duda, “comprender que no es el único papa, afrontar la sugerencia de que haya otros poderes”.

Malkovich, que se autoproclamó en rueda de prensa como el “nuevo, nuevo papa”, reconoció que había visto los trabajos anteriores del director italiano y apreciado especialmente la primera entrega de su serie para HBO, por lo que decidió sumarse al segundo proyecto.

“Paolo es único como director y cuenta con un gran sentido de la geografía, de situar personajes en la geografía, es un excelente escritor”, aplaudió.

Le interesó la trama precisamente porque el Vaticano o la religiosidad “no son campos naturales de interés” para él y porque afronta “la cuestión de la necesidad que tiene la gente de algo espiritual, tener algo en lo que creer”.

El español Javier Cámara, el cardenal Gutiérrez y mano derecha de Law en la ficción, aseguró que durante el rodaje se encontró en “el cielo”, sobre todo por haber grabado en el Estudio 5 de Cinecitta, el de Fellini, donde se ha recreado hasta la Capilla Sixtina. 

Ironía religiosa

La proyección suscitó risas y aplausos espontáneos, porque el universo de Sorrentino, su fotografía, el ritmo y su grandilocuencia, están impregnados por un aura irónico, que demuestra en su guión, todo un alarde de retórica.

Cambio de sede

El telón de fondo de The New Pope no es solo la ciudad de Roma sino la ciudad en la que precisamente se presenta, Venecia, por una razón esencial: “La vida es tan breve que es necesario estar solo en sitios bonitos”, apuró Sorrentino.


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