La pesada negra puerta de metal hizo un ruido intenso al cerrarse, por un momento la sensación de encierro le gana al conocimiento de saber que se tratará de unas horas; detrás del muro con púas el tiempo se detiene; dos sellos solo visibles con infrarrojo son la llave que asegurará la salida de la Penitenciaría Santa Martha Acatitla.
Una vez dentro, tras pasar otro túnel de reconocimiento, un universo desconocido se presentó, familias convivían en un espacio al aire libre, bajo sombrillas y en mesas y sillas hechas de concreto; el recorrido siguió entre talleres y artesanías de madera. Luego de una caminata que se antojó eterna, apareció la puerta corrediza del teatro Juan Pablo de Tavira y Noriega.
Adentro todo es oscuridad, ladridos inquietan el alma, pero pronto se descubre que todo es parte de la puesta en escena Xolomeo y Pitbullieta, seleccionada por la Trump Pitbull Company para celebrar el décimo aniversario de Teatro penitenciario; 15 actores-internos disfrazados como perritos ofrecieron su divertida y muy peculiar interpretación de Shakespeare.
En la suya, el villano que separa a los eternos enamorados es Donald Trump, quien insiste en levantar su muro, pero que al final habrá que asistir cualquier sábado al centro de readaptación social para enterarse; sin embargo, la dedicación, profesionalismo y empeño que los internos le ponen a su ejercicio teatral, deja de manifiesto que la misión de Itari Marta se cumple con creces.
“Los retos son variados y nuevos: los custodios, si estamos deprimidos, si están remodelando Santa Martha, si estamos cansados, si transfirieron al protagonista a otro penal y hay que traerlo de regreso. Tener 10 años aquí implica haber cambiado un sistema, una reglamentación, haber cambiado nuestros corazones y los suyos”, expresó Itari Marta a M2.
La función se dedicó a la memoria de Karina Sosa, que hace una década allanó el camino para que la actriz ofreciera cada miércoles su taller para preparar a los que hoy considera colegas: “Sin ella no estaríamos aquí y sin todos aquellos que consideran que el teatro no es una pérdida de tiempo, aunque no tenga glamur.
“Que todavía sirve para algo y que vale la pena seguir haciendo arte y más aquí, en lugares como éste, eso implicaría que sí podemos cambiar este país; si lo pudimos hacer con este microuniverso, podemos hacerlo con cariño, compromiso y que sin duda el arte es una mejor inversión que las armas y las balas”, expresó Itarí Marta.
Con una dinámica 360 grados, en el que son los espectadores los que se mueven en función de la trama y no los histriones o la escenografía, el padrino para develar la placa fue Álex Lora, quien se conmovió con la entrega de los artistas y soltó lágrimas de dicha de verlos sentirse libres en el escenario: “No habíamos visto la obra, quedamos impresionados. Las ganas que le echan ellos y lo que es muy importante, lo que dice la placa que se develó: la libertad que ellos sienten cuando están interpretando, no tiene precio, mientras dura la obra ellos y nosotros nos sentimos libres (…) El chiste no es hacerlo, es quedarse, si no tienes pasión no lo aguantas”, dijo Lora.
La compañía
Ochenta internos han participado en las distintas producciones que se han presentado.
El efecto
Seis ex internos participan en el concepto Teatro Penitenciario que se realiza de manera externa.