Después de hacer reír al público durante casi dos horas, como lo ha hecho desde hace 23 años en más de cinco mil funciones en el Nuevo Teatro Libanés, César Bono soltó las lágrimas en dos ocasiones: cuando terminó su monólogo Defendiendo al cavernícola y cuando conversó con reporteros de espectáculos sobre el reconocimiento que recibió como “Héroe del teatro”. Ambas por la paternidad.
“Eso (llorar) me sucede desde la primera lectura de la obra, cuando se habla de la paternidad. El milagro de la maternidad es muy claro y muy obvio para todos, por la manera en que crece el vientre materno. Y nadie se pone a pensar en qué le está sucediendo al que va a ser padre. Nadie. Y se los digo yo que soy padre de cuatro hijos. Nadie se pone en los zapatos del papá para ver si está haciendo un carrito o para ver si está consiguiendo más trabajo para poder mantener a los hijos”, dijo César Bono con la voz quebrada y lágrimas, cuando se le preguntó sobre el momento más conmovedor de la obra.
Desde el 11 de octubre de 2001, justo un mes después de los atentados terroristas en Nueva York y Washington del 11 S, el actor ha acudido al Nuevo Teatro Libanés todos los lunes a celebrar las relaciones humanas, a exponer a la pareja, marcar las diferencias entre hombres y mujeres con humor, sin caer en sexismo, sino con afán de entendimiento en las labores más cotidianas y de comunicación.
No solamente ha roto el récord de 12 años de presentaciones de la obra de Rob Becker en Nueva York, literalmente ha duplicado el número de presentaciones, que en la actualidad ya rebasan las cinco mil.
Por eso el productor Morris Gilbert, su compañía Mejor Teatro y periodistas decidieron darle el título de héroe al comediante —en el más honorable y amplio sentido—, quien dice a los periodistas que sigue practicando todos los géneros del teatro, excepto el cabaret, porque dejó de haberlo en el país.
“Sí sigo aquí, el próximo 11 de octubre cumpliré 23 años con Defendiendo al cavernícola”, dice César Bono que, a pesar de sus padecimientos físicos, mantiene su chispa inteligente y su humor intactos.
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Reconoció que de movilidad está muy afectado, que perdió la mitad del cuerpo en una noche por hemiplejia. Recordó que tuvo un accidente cardiovascular, ocho infartos en una sola noche y se fue a dormir sin síntomas ni malestares, y al día siguiente sólo le funcionaba la mitad del cuerpo.
“Y esta mano (la izquierda), ora sí que nomás está como de adorno. Pero de aquí estoy bien (la cabeza), mi corazón camina y mientras camine el corazón y esté bien de aquí (la cabeza) voy a seguir en esto porque esto es mi pasión”, añadió después también de recordar que su monólogo agota localidades.
Nunca se imaginó hace 23 años la importancia capital que tendría en su vida personal y profesional esta obra que le dirigió originalmente Héctor Bonilla, comenta después de la función del lunes pasado.
“A mí me ofrecieron la obra, estaba Morris Gilbert fuera de México y me dijo que me proponía un monólogo, que me mandaría el libreto. Y yo conociendo el teatro que hacía Morris Gilbert dije: ya que mande el libreto desde ya, díganle que sí lo acepto. Y en ese entonces el autor Rob Becker llevaba 12 años y medio en Nueva York haciendo la obra, en Nueva York hay un día dedicado a Defendiendo el cavernícola, hay una calle dedicada, era la obra favorita del que fue alcalde, Rudolph Giuliani.
“Recuerdo que cuando íbamos a estrenar, le decían a Morris y a Héctor Bonilla, que es el director de esta obra, no el señor (Jaime) Matarredona, sino Héctor Bonilla, mi amado amigo y maestro, director, compañero, etcétera, nos decían que qué esperábamos, cuáles eran nuestras expectativas. Y decíamos que completáramos la mitad de lo que hizo Rob Becker, que con la mitad de 12 años y medio nos damos por bien servidos. Y se los digo ahora, que si estoy vivo para octubre 11, serán 23 años, o sea ya superamos a Rob Becker”, dijo Bono al recibir el reconocimiento, que dedicó a Héctor Bonilla.
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Contó que en aquel entonces tenía dos hijas y dos hijos; y hoy, se han agregado dos nietas y dos nietos. Y justo esa paternidad le ha hecho llorar en la escena final de su monólogo, cuando recuerda a un amigo que le pedía ayuda para elaborar un carrito de madera para el hijo aún en el vientre de la madre.
Y comienza otra vez a llorar, al recordar que si por su vida profesional sólo podía ver poco a sus hijos, tras los divorcios poder estar con ellos se le complicaba aún más. Por eso llora después de hacer reír.
“Siendo sincero, mis padres se divorciaron. Yo tengo dos matrimonios que jamás pensé que yo me iba a divorciar, si algo yo no quería en la vida era divorciarme y si de algo me arrepiento es de esos divorcios. Me decían amigos cuando me divorcié por primera vez: ‘No te preocupes, vas a poder ver a tus hijos los fines de semana o las Navidades’. Cómo no te preocupes, si llego a la casa y ya están dormidas mis hijas y no las puedo ver, me pongo a llorar, ahora verlas los fines de semana, pues imagínense. De mi primer matrimonio tuve dos hijas, del segundo dos hijos. Y ahora vivo solo. Así que imagínense si no pienso en la paternidad”, confió el actor al los periodistas que lo veían otra vez llorar.
¿Cómo quiere festejar en octubre los 23 años de Defendiendo al cavernícola?
En familia, con mis hijas e hijos y mis nietos —responde sin chistar.
Está consciente de la dimensión que ha alcanzado la puesta en escena de Mejor Teatro de la obra de Becker y la compara con la que hizo durante tantos años su maestro Carlos Ancira, Diario de un loco.
“Soy alumno del señor Carlos Ancira, que no me cansaré de decirlo, como tampoco me cansaré de decir que Héctor Bonilla dirigió, porque honor a quien honor merece. El señor Carlos Ancira hizo el monólogo más importante del siglo XX, que fue el Diario de un loco, yo fui su alumno durante dos años de teatro. Y lo que es la vida. Él hizo el monólogo más importante del siglo XX y yo, el más importante del siglo XXI, lo dicen los números: lo han visto 8 millones de personas”, dijo el actor.
Y por eso cuando se le pregunta cómo se siente hoy con el título de “Héroe del teatro”. Sólo contesta: “Es un título tan relevante que ni siquiera lo puedo decir, de la vergüenza y la pena que me da. Como les decía soy un actor, nada más, no soy héroe, no soy un hombre récord. Soy un actor. Y aquí está este actor. Tengo 73 años de vida y 57 trabajando, empecé a los 17”, recordó el actor de cine, teatro y televisión.
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AMG