Para Ignacio López Tarso, el Palacio de Bellas Artes representó el inicio de un gran sueño, convertirse en actor bajo la tutela del maestro Javier Villa Urrutia, quien encabezaba la escuela de actuación del recinto cultural a finales de los años cuarenta; desde entonces el primer actor figuró como uno de los mayores exponentes del cine el teatro y la televisión.
75 años después, el féretro que resguarda sus restos mortales fue colocado al pie de la escalinata de mármol del Palacio de Bellas Artes, la misma que lo dirigía a sus clases de actuación. Hasta el lugar se dieron cita familiares y amigos cercanos, así como autoridades del sector cultural, para realizar el primero de varios homenajes con los que honran su longeva carrera.
En punto de más siete de la noche y en medio de una ola de aplausos que se mezclaba con los acordes del cuarteto de cuerdas de la Orquesta Sinfónica ingresó su familia que, a paso lento, guió el camino del féretro hasta pie de la escalinata para el homenaje en el que participaron Alejandra Frausto, secretaria de Cultura, y Juan Ignacio Aranda, hijo de Ignacio López Tarso.
Previo a las guardias que realizaron al pie del féretro, la familia de López Tarso compartió algunas anécdotas íntimas. Mariana Serrano, su nieta, recordó los domingos de comidas “de carácter obligatorio” con las cuales “nos demostró su amor incondicional”, y agregó que a su abuelo no le gustaba hablar de la muerte, “no por miedo a morir, sino por las enormes ganas que tenía de vivir”.
Para su nieto, Antonio Sánchez, el músico nominado al Globo de Oro y al Bafta por la banda sonora de Birdman, comentó que ser familiar de un actor tan reconocido tenía sus ventajas, “cuando estaba en las grabaciones de Senda de Gloria, íbamos en el coche y una patrulla lo detuvo, al darse cuenta de quién era lo saludaron con la mano en la frente, como saludan a un general, y lo dejaron ir”.
“Tuve la gran fortuna de venir de una familia artística, pero tener un baterista en la casa siempre se puede prestar a incidentes no deseados. Un día, tocando la batería fuera de mis horarios indicados recibí la regañada de la década, y cuando se enojaba mi abuelo, la reacción más sensata era correr en la dirección opuesta y eso hice, hasta que mi abuelo se fue a función”, agregó Sánchez.
La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, recordó el paso de López Tarso por el cine, “La vida no fue fácil Macario, pero fue bueno vivirla juntos, hoy despedimos a un grande; querido maestro, nos hizo creer que era inmortal. Un artista que buscó con empeño interpretar cualquier papel, ahora los mexicanos guardaremos su voz en la memoria, como ningún otro usted representa la grandeza del siglo XX”.
El director Salvador Garcini recordó su camino en paralelo al de López Tarso, “tuve la oportunidad de conocerlo en la película Los albañiles, tiempo después tuve la enorme oportunidad de dirigirlo en El rey Lear, una obra que tuvo 200 representaciones y con la que fue a provincia, Ignacio nos enseñó a hacer teatro y que la cultura se reparte, que la cultura es para todos”.
López Tarso no solo fue compañero de historias para otros actores, también un guía, como lo consideraba Sergio Corona, “siempre tuvimos una relación de amigos, pero también de profesión, en su momento me nombró Secretario del Trabajo en la ANDA, acepté y esos cuatro años fueron de total aprendizaje dentro de un sindicato, gracias por eso Ignacio”, dijo.
Bellas Artes estuvo abierto para el público e invitados especiales que se reunieron para despedir al actor. Por cerca de una hora, familiares y amigos dedicaron palabras para recordarlo y montaron guardias al pie del féretro; el homenaje cerró en punto de las 20 horas con música del mariachi del Ballet Folclórico de México, con el corrido Valentín de la sierra y El son de la negra.
Horas antes, los restos de Ignacio López Tarso fueron velados al sur de la Ciudad de México. Cerca del mediodía, familiares y amigos cercanos se dieron cita a las capillas de la funeraria García López para despedir a quien consideran uno de los más grandes exponentes de la actuación, fue protagonista de Macario, pero también intérprete de decenas de personajes extraídos de los clásicos de la literatura.
Y precisamente esa maestría interpretativa es la que ha dejado huella entre sus colegas, quienes reconocen no solo la increíble capacidad que tenía para memorizar guiones, sino también el profesionalismo y respeto que mostraba por cada proyecto, siempre puntual, siempre con una sonrisa, pero sobretodo comprometido con su pasión: interpretar otras realidades y personalidades.
“El señor López Tarso es mundial, de verdad se nos fue el grande, su historia debe estar presente para los jóvenes, él hizo Shakespeare en Bellas Artes y no le importó hacer una telenovela después, porque era un actor casado con su carrera, con un sentido del humor extraordinario. Tuve la suerte de hacer mi segunda película con él y le aprendí mucho, nos deja un gran legado”, dijo Ana Martin, a su arribo al funeral.
López Tarso formó parte de los elencos de más de cuarenta melodramas, incluido El derecho de nacer, donde compartió pantalla con Erika Buenfil, “recuerdo que era el papá de Verónica Castro, era mi abuelito en la historia, luego estuvimos en Mar de amor, pero la mejor experiencia fue en teatro, con El padre, casi un año de funciones, le aprendí de todo, sobretodo a disfrutar el proceso, era muy bromista”, dijo la actriz.
Al funeral también asistió Leticia Calderón, quien no puedo evitar reconocer el enorme talento del primer actor, con quien formó una amistad durante las grabaciones de Esmeralda, “el último día que nos vimos le di sus besos en la boca, porque le quise demostrar el enorme amor que le tenía, fue un hombre con gran sentido del humor, compromiso, profesionalismo, un hombre muy culto”, recordó la actriz.
“Fue pilar en el teatro, en el cine y en la televisión, interpretando a grandes personajes, tenía planes a futuro y quedaron comidas pendientes, pero sé que se fue tranquilo de haber compartido con su familia, de haber hecho todos los personajes que quiso, de haber hecho las obras que quiso, con tantos premios para reconocerlo, pero el mayor de todos fue la gran familia que tiene y que estuvo con él hasta el último minuto”, agregó Calderón.
El funeral se realizó al sur de la Ciudad de México, a donde también se dieron cita José Elías Moreno, Sergio Kleiner, Cesar Costa, Alejandra Ávalos, Arlette Pacheco y el productor de teatro Daniel Gómez Casanova, con quien Tarso realizó sus últimas cinco obras: Aeroplanos, El cartero, Un Picasso, Una vida en el teatro y El padre.
“De la misma forma que Bellas Artes, nos uniremos a los homenajes a Don Ignacio López Tarso, como un símbolo de todos los teatros donde se ha presentado. Estaremos el día de mañana a partir de las once de la mañana para rendirle tributo”, explicó Gimenez Casanova, el productor que tuvo el placer de trabajar con Ignacio López Tarso durante los últimos años de su vida.