Después de varios años sin pisar los escenarios, Karina Gidi regresa al teatro con una obra profundamente íntima y luminosa: Instrucciones para volar, que inicia nueva temporada en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico. El monólogo, escrito por ella junto con José Antonio Cordero, es una reflexión sobre el amor, la madurez y la necesidad de soltar el miedo para atreverse de nuevo al vuelo, tanto en la vida como en las emociones.
“Esta historia tiene mucho de mí, pero desde un lado muy juguetón —comenta Karina—. Se trata de una actriz, que para nada tiene la misma vida que tengo yo, que está haciendo castings para ver qué consigue, pero que está en una pésima racha; es una mujer muy extraña y con una imaginación muy vivaz, digamos que solo en esas cosas tenemos similitud. Entonces, lo que decidimos hacer José Antonio y yo para que fuera un unipersonal muy entretenido, fue retarme en lo que se refiere a la versatilidad, digamos, al contar la historia, mi personaje se desenvuelve en varios otros personajes que representan sus fantasías, sus miedos, sus ilusiones, sus cables a tierra, la forma en que se vuela con la ilusión del amor”.
Cada uno de estos personajes está representado en pequeñas viñetas y distintas atmósferas, por lo que es todo un reto actoral. “Sobre todo en cuanto a la concentración, a la precisión, a la administración de la energía y a la maleabilidad para interpretarlos. Pero es un gozo al mismo tiempo, porque todo está hilvanado con mucho sentido del humor”, añade la actriz.
Ese pasito al vacío
El regreso de Gidi no es casual ni impulsivo. Llega después de un proceso largo, personal y profesional, que la llevó a reencontrarse con lo que más le apasiona: el teatro. Durante los últimos años, su carrera se enfocó en otros terrenos —el cine, la televisión, la dirección y la docencia—, pero había algo que seguía latiendo con fuerza, así que Instrucciones para volar le devuelve ese contacto directo con el público, la palabra viva, el cuerpo en escena.
“La obra está muy recargada en mí como actriz. Hay un acompañamiento musical en vivo de Alejandro Preisser y ya hemos hecho música antes, pero ahora vamos a estar en teatro juntos por primera vez, así que él está ayudando a generar las atmósferas, acompañando y de pronto, de alguna forma, dialogando, aunque no dice ni una palabra. Entonces, la obra está recargada en mis hombros y eso siempre es un vértigo —confiesa la actriz—. Siempre que voy a iniciar es un poco lo mismo. De lo que habla la obra es de dar ese pasito al vacío y en cada función es igual, porque los públicos cada vez son distintos, las reacciones también son diversas, hay públicos más expresivos, otros que están más introspectivos o que sonríen, pero que no sueltan una carcajada, por ejemplo. Algunos suspiran más que otros, entonces, siempre es interesante ese diálogo vivo, que es lo que yo amo y que he dicho muchas veces: la superioridad que tiene el teatro por encima del cine”.
Estrenada originalmente en 1999, la obra fue un éxito en su momento por su originalidad y frescura. Hoy, más de dos décadas después, Gidi la revisita desde otra perspectiva: la de una mujer que ha vivido, que se ha transformado y que mira la vida con el mismo deseo de amar, pero con la conciencia del tiempo. Paloma, el personaje central, ya no es la veinteañera que se lanza a ciegas; es una mujer madura que enfrenta la incertidumbre con humor, con melancolía y, sobre todo, con valor.
“Acabo de cumplir 54 años y estoy consciente de que una niña ya no soy. Me siento sana, gracias a Dios, y me siento muy afortunada y privilegiada de que estén mis hijas conmigo, de verlas crecer, de que sean jovencitas sanas, divinas, y unas buenas personas con las que es maravilloso compartir la vida —comparte—. Me siento también muy orgullosa de recibir la confianza de directores y productores que me siguen llamando para hacer teatro, cine o series. Fue por eso que decidí detenerme un poco, para agradecer en un escenario que, con todo y el paso del tiempo, y el temor de irse volviendo menos interesante para la gente, yo sigo teniendo trabajo en todos los espacios y en todas las formas de expresión de la ficción. Me siento muy agradecida y con ganas de más. Ahora que ya no soy directora de CasAzul (la reconocida escuela de actuación y artes escénicas) puedo atender proyectos personales que se habían quedado archivados, esperándome, y que ahora tengo tiempo para volcarme en ellos”.
Instrucciones para volar aborda la búsqueda del amor en tiempos modernos, las relaciones que nacen a través de pantallas y la soledad que acompaña a una generación acostumbrada a la inmediatez. Con una estructura de monólogo y música en vivo, se mueve entre la comedia y la ternura, entre lo absurdo y lo profundamente humano.
En escena, Gidi interpreta a varios personajes que surgen de la imaginación de Paloma: una sobrecargo que habla del miedo a volar, una mujer que no logra despedirse del pasado, una viajera que encuentra en cada despegue una posibilidad distinta que conlleva la necesidad de conectar, de mirarse de frente, de volver a sentir.
¿Quién es Karina Gidi?
Es una de las actrices más completas y respetadas de la escena mexicana. Nació en Xalapa, Veracruz, y ha desarrollado una carrera sólida tanto en teatro como en cine y televisión. En teatro ha participado en montajes emblemáticos como Incendios, de Wajdi Mouawad; La voz humana de Jean Cocteau; Rock ’n’ Roll, de Tom Stoppard; y Neurastenia, escrita y protagonizada por ella.
En el cine también ha construido una filmografía destacada. Fue reconocida en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara por Demasiado amor y obtuvo el Ariel a Mejor actriz por su interpretación de Rosario Castellanos en Los adioses, dirigida por Natalia Beristáin.
También ha participado en Abel, de Diego Luna; Tercera llamada, de Francisco Franco; y Colosio, el asesinato, entre otras cintas. En televisión, su presencia se ha extendido a producciones como La negociadora, Un extraño enemigo y Chespirito. Sin querer queriendo, donde ha demostrado su versatilidad para habitar personajes complejos y de gran carga emocional.
Pero su talento va más allá de la interpretación. Gidi ha sido también directora y docente. Hasta hace unos meses encabezó la escuela de actuación CasAzul, una de las instituciones más reconocidas en la formación de artistas escénicos. Bajo su dirección se ampliaron las instalaciones y se consolidó una visión pedagógica centrada en la exploración emocional, el rigor físico y la creación colectiva. Su trabajo como formadora ha influido en una nueva generación de actores que la reconocen como guía, referente y maestra.
Sin embargo, estar en el escenario sigue siendo su lugar natural. Instrucciones para volar le permite conjugar todas sus facetas: la dramaturga, la actriz, la mujer que reflexiona sobre el amor y la madurez. En cada función, la obra se reinventa. “El teatro sólo existe cuando alguien lo mira”, comenta, y esa premisa se cumple en cada función en La Gruta, donde el público se convierte en cómplice de los vuelos, caídas y despegues de Paloma.
La nueva temporada de Instrucciones para volar se presentará del 10 de octubre al 2 de noviembre en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, con funciones los viernes a las 20:00 horas y sábados y domingos a las 18:00. Los boletos tienen un costo de $330 pesos, con descuentos para maestros, estudiantes y personas del Inapam.
A sus 50 años, Karina Gidi no busca recuperar un pasado ni repetir una fórmula. Su regreso al teatro es, más bien, una afirmación: la certeza de que el arte puede ser también un acto de reparación. Cada función es una invitación a mirar hacia adentro, a reconocer los miedos, las pérdidas, y aun así atreverse a despegar.
MGR