Al otro lado del teléfono se escucha desde su casa en Florida una de las voces más hermosas del mundo, la de la soprano estadounidense Nadine Sierra, quien el próximo sábado 21 de mayo cierra su temporada en la Metropolitan Opera House de Nueva York como una moderna Lucia di Lammermoor.
La nueva producción del australiano Simon Stone se ambienta en el decadente cinturón industrial estadounidense, a mediados de la década de los 70, con la protagonista de Gaetano Donizetti convertida en una joven adicta a las drogas, oprimida no sólo por los hombres y su familia, sino por todo a su alrededor, cuya historia es la de mucha gente oprimida en el mundo en la actualidad, afirma la cantante.La soprano, de madre portuguesa y padre puertorriqueño, conversa en entrevista sobre esta nueva Lucia di Lammermoor, con la que vuelve a compartir escenario con el tenor mexicano Javier Camarena en el papel de su amado Edgardo de Ravenwood, ansiosa y emocionada por esta última función, que se transmitirá en vivo a unos 70 países, entre ellos México, donde podrá verse en el Auditorio Nacional.
“Esta producción retrata a una mujer muy joven viviendo una vida de opresión, no sólo por parte de su familia, que abusa de ella, que la controla, sino también por la forma en que ella vive, dependiente económica, adicta a las drogas, sin muchas opciones o libertad. Todos en su familia, especialmente su hermano Enrico (el barítono Artur Ruciński), están retratados como gángsters, metidos en drogas, y ella está envuelta en todo esto. Simon Stone quiso mostrar a una Lucia a la que no solo los hombres le controlan su vida, sino todo a su alrededor, el ambiente completo no le permite vivir como quiere.
“Y en la sociedad actual, mucha gente vive este tipo de vida, cuando no tiene el apoyo financiero para tomar las decisiones que quiere. Y después de la pandemia, más gente está experimentando esa opresión, gente que perdió su empleo por la covid, la vida que llevaba. Y cuando eso le pasa a una persona, muchas veces cambia su personalidad, la manera en que se lleva con su familia o con quien ama, puede convertirse en alguien con mucha rabia. Así que no es una producción que sólo está contando la historia de Lucia, sino también está tratando de contar la historia de muchísima gente en el mundo, claro, en Estados Unidos, donde se desarrolla, pero también realmente en todo el mundo, tanto que podemos sentirnos relacionados con estos personajes y con esa lucha que están atravesando”.
En el libreto que Salvatore Cammarano escribió para Donizetti en 1835 sobre la novela de Walter Scott La novia de Lammermoor, la protagonista de esta tragedia ambientada en Escocia en el siglo XVII es forzada por su hermano a casarse y traicionar así el amor de Edgardo, que la maldice al enterarse de su boda, y ella enloquece. En la producción de Stone, Lucia tiene por amante a un empleado de tienda (Camarena), quien se alista en el Ejército de EU y cuando regresa la encuentra casada y la repudia.
A sus 34 años, que apenas cumplió el 14 de mayo, Nadine Sierra (Fort Lauderdale, Florida, 1988) ya ha interpretado a varias protagonistas trágicas del repertorio, como las de Roméo et Juliette, de Charles Gounod, La Traviata, de Giuseppe Verdi, La Bohème, de Giacomo Puccini, pero las que considera las más trágicas, y sus favoritas, son la Gilda de Rigoletto y justo Lucia di Lammermoor, que también estrenó en otra producción contemporánea con Camarena en el Gran Teatro del Liceu en julio de 2021.
“Gilda y Lucia son dos roles que amo una y otra vez, porque hay mucho que aprender de estos personajes y siempre encuentro algo nuevo en la música de cada una de ellas”, dice la soprano que debutó a los 16 años con Hansel y Gretel y que en mayo de 2018 cantó en la sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario con la Orquesta Sinfónica de Minería y en el Festival Cervantino ese año.
—¿Qué encontró en esta nueva producción de la MetOpera de Lucia di Lammermoor?
—Es más fluída, es de hoy, 2022, y puedo ser más yo en esta producción, con mi yo moderno, porque la puesta en escena pide eso. La anterior de Barbara Wysocka en Barcelona, aunque se ubicaba también en EU, en los 60, era de un tiempo que no viví, nací en 1988. Así que esta producción de Stone me hizo sentir un poco más cercana a la forma en que podría expresar a Lucia, porque puedo expresarla más en la manera en que soy yo, en quién es Nadine hoy en 2022, y eso me da muchas más opciones no sólo para expresar a Lucia, sino también en la forma de cómo interpreto algunos pequeños detalles, como se mueve, como gesticula, como maneja ciertas emociones. Es un poco más una mujer de hoy.
—¿Cómo renueva a un personaje, en este caso Lucia, de una producción a otra?
—Ocurre naturalmente a medida que tengo más edad y que en mi vida personal experimento más de la vida. Cada año me desarrollo no sólo como artista o cantante, sino también como persona, como ser humano, porque canto a través de mi propia vida. Así que a medida que me desarrollo como ser humano, el ser humano que estoy retratando en el escenario se desarrolla naturalmente, porque yo he crecido y amo sentirlo, porque si me mantengo creciendo como persona eso lo uso en el escenario y puedo hacer al personaje más fuerte que la vez anterior que lo interpreté, puedo tener más detalles en las emociones o en las cosas que quiero decir en estos personajes, todo deviene más creíble, para mí, por lo menos. Y, por supuesto, quiero eso para el público, porque quiero transportar a la audiencia a un mundo diferente por algunas horas. Cambia y se desarrolla porque yo cambio y me desarrollo
—Cuando canta arias como las de la escena de la locura ¿está consciente de los sentimientos que experimenta en ese momento?
—Definitivamente estoy muy consciente. Sabes, yo casi me convierto en el personaje porque interpreto mucho de mí misma a través de él. Rememoro de mi vida, especialmente durante la escena de la locura, mis peores momentos, los de más furia, cada una de mis realmente grandes emociones negativas que he tenido en la vida, y trato de usarlas en el escenario. Y mucho de mí pasa a los personajes que interpreto, uso esas emociones. Y también tengo terapia a través de ellos, porque debo lidiar con estas emociones en el escenario como las experimenté en mi vida, de una forma negativa, es acceder a mi experiencia de vida y ser suficientemente vulnerable para compartir eso con el público a través del personaje.
—Repite con Javier Camarena en otra producción contemporánea de Lucia di Lammermoor. ¿Cómo ha sido la experiencia con él?
—Javier es un extraordinario colega y un hermoso amigo. Primero, diré sobre Javier algo que todo mundo sabe, que es tan obvio: es un extraordinario cantante y realmente sabe cómo interpretar a un personaje, es muy talentoso y tiene un don que le dio dios. Pero, la otra parte que encuentro más especial que los dones que tiene, es que es alguien con quien se puede trabajar muy bien, es muy respetuoso, me siento muy cómoda al trabajar con él. Y en esta producción en particular, en la que estamos muy cercanos, en las que hay muchas escenas en las que hay que acercarse mucho, escenas de mucha intimidad, él es muy caballeroso, respetuoso de mi espacio personal y de mi cuerpo, y eso me hace más fácil la puesta en escena. Siento que somos un verdadero equipo juntos. Sé que Javier me apoya tanto como yo a él, y eso es muy importante, especialmente cuando interpretas a amantes en el escenario. Así que adoro a Javier no sólo como artista, sino también como persona. Él es realmente un regalo para el mundo de la ópera y para la gente en general.
—Acaba de estrenar álbum con la Deutsche Grammophon, Made for Opera, con el maestro Riccardo Frizza, que también dirige en la MetOpera Lucia di Lammermoor. ¿Cómo se dio cuenta que usted fue “hecha para la ópera”?
—Me di cuenta muy joven, cuando tenía 10 años mi madre me introdujo a la ópera, porque su madre, mi abuela, siempre quiso ser cantante de ópera, pero como era mujer y en su época las mujeres sólo podían tener esposo, hijos, pero no una carrera, su padre, mi bisabuelo, nunca le permitió estudiar nada que tuviera que ver con música. Así que mi madre vio crecer desde muy joven a su mamá con cierto arrepentimiento de no haber seguido la pasión de su vida. Y cuando ella me vio que amaba cantar desde los seis años, pensó que era buena idea introducirme al mundo de la ópera y ver cuál era la reacción. Y la reacción fue que la ópera se me hizo una obsesión instantánea, nunca tenía ópera suficiente. Así que empecé a estudiar y a prepararme. Así fue mi primera introducción a la ópera, gracias a mi madre y gracias a su madre. Mi abuela murió cuando yo tenía 19 años, pero como empecé muy joven mi carrera, ella afortunadamente pudo ver un poco de mis inicios por convertirme en cantante de ópera. De hecho, el título del álbum Made for the opera viene de esa historia, desde mi abuela.
—Lo que desata la tragedia en Lucia di Lammermoor es un matrimonio forzado. Desgraciadamente, los matrimonios forzados siguen ocurriendo en el mundo. En México, incluso, muchas niñas son obligadas a casarse con adultos en muchas regiones. Usted, que es feminista y activista de derechos humanos, ¿qué sugiere para erradicar este tipo de prácticas?
—¡Oh, Dios! Lamento mucho que ocurra eso en México. Lo que debe hacerse es seguir hablando al respecto y mantenerse conscientes ante ese problema, no ignorar la situación. Sí, como seres humanos a veces no queremos enfocarnos a las cosas negativas, y lo comprendo, enfocarse en las cosas negativas no es bueno para el alma, para la salud ni para la salud mental en general, pero en problemas tan graves como éste, cuando se ve o experimenta eso, hay que seguir hablando de ellos, discutirlos y tratar de ayudar a la gente que los padece. Los seres humanos están en la tierra para ayudarse mutuamente, somos una misma especie conectados de una u otra forma, y aun cuando el problema sea molesto o sombrío, justo la gente necesita más el apoyo cuando las cosas son así, hay que dialogar y ayudar. Cuando morimos no dejamos dinero u otras cosas, nuestro legado es el amor que dejamos atrás.
.