Un sicario camina sobre la carretera que da salida a El Aguaje. Lleva un chaleco antibalas color verde militar que tiene marcadas las siglas CJNG. En la mano izquierda carga un cuerno de chivo y con la derecha saluda sonriente el joven de no más de 18 años.
Unos metros atrás hay una camioneta camuflada con colores militares en tono café estacionada a la orilla del camino. En un costado también lleva las siglas del Cártel Jalisco Nueva Generación. Al lado está un hombre de gorra negra con un radio al cinturón.
A no más de cuatro kilómetros, un retén de unos 50 elementos de la Policía Estatal resguarda la entrada a este poblado azotado por la violencia criminal en Michoacán.
Las huellas de esta narco batalla en la tenencia perteneciente al municipio de Aguililla está por todos lados: desde el arco con el nombre del pueblo destacan los agujeros de las balas y pintas con las siglas CJNG de un lado y Los Cinta, Los Viagra y FM (Familia Michoacana) del otro.
Incluso ahí todavía hay balas de grueso calibre en el piso. Unos metros adelante comienzan las casas y comercios con decenas de marcas de bala y algunas marcadas con las siglas del Cártel Jalisco Nueva Generación.
También destacan las barricadas hechas de piedra en puntos estratégicos de este poblado de la tierra caliente michoacana.
“Ya no aguantamos más, definitivamente, como hemos estado los últimas semanas, ya no”, exclama Gilberto Guevara, párroco de Aguililla.
El Aguaje es el poblado más afectado por la violencia: ha estado incomunicado debido a que un grupo criminal comenzó a destrozar la carretera para que no pudiera entrar la banda rival. En el camino todavía permanecen algunos vehículos quemados que utilizaron para bloquearlo.
“Me tocó vivir una escena donde ocho horas permanecimos ahí varados. Nada más está una camioneta atravesada con un mensaje diciendo: ‘no hay paso’ y, ¿qué hacemos nosotros? esperamos hasta que ellos digan”, relató el profesor Fernando Padilla, quien fue agredida por el gobernador Silvano Aureoles.
El nuncio apostólico Franco Coppola recorrerá este viernes este campo de guerra.
Mientras, religiosos y pobladores terminaron los preparativos para que este viernes el nuncio oficie una misa en una cancha escolar en la cabecera municipal.
“Estamos pidiendo de una y otra manera que no se nos abandone, que no se quede solamente en una entrada triunfal de fotografía y después se vayan y nos dejen peor que como estábamos.
“Que los armados comprendan que necesitamos vivir en paz. Así como hemos estado viviendo, eso no es vida”, enfatizó el párroco de Aguililla.
ledz