Uno mira a Andrea Hernández y no se imagina a qué se dedica. A ella le llamaron los autos, los motores y la velocidad. Trabaja en taller MJC como mecánico. Con una botas, pantalón de mezclilla y una playera negra comienza a trabajar.
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Por momentos acomoda los lentes de armazón grueso mientras deposita aceite en el motor de una camioneta. Ella narra que la descompostura de la camioneta de la familia, fue el comienzo, incluso que por instinto y el bue oído, logró encontrar la falla y remediar la situación.
Pero no solamente es el gusto por arreglar autos deportivos, sino ya el diseñar motores porque es un mundo en el que desea entrar en un futuro no lejano.
En su casa más que resistencia, causó extrañeza que decidiera comenzar a trabajar en un taller, pero ahora, su padre y su madre la apoyan para que pueda profesionalizarse.