Tras un recorrido de 10 kilómetros selva adentro, llegamos a la intersección que define el inicio de la recién decretada Área de Protección de Flora y Fauna (APFF) Jaguar; mariposas de colores, arañas diversas y un desfile de hormigas nos dan la bienvenida; el canto de los insectos no deja espacio al silencio, mientras se contonean las hojas de los árboles de extrañas frutas y semillas que forman esta espesa selva mediana.
Se trata de tierras que pertenecieron al gobierno del estado y que por su valor ambiental, fueron donados al gobierno federal para su protección, dentro de las acciones de conservación del proyecto Tren Maya, con el objetivo de “blindar” los corredores biológicos para especies en riesgo como el jaguar o el mono araña, ante la creciente urbanización del municipio de Tulum, dijo Hugo Navarro, director del Parque Nacional Tulum de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
“Es una zona que funciona como corredor biológico, ya que tenemos varias áreas naturales protegidas en Quintana Roo, al centro, el Parque Nacional Tulum, el Área de Protección de Flora y Fauna “Otoch Ma’ax Yetel Kooh”, y un poquito más al sur Sian Ka’an, y ahora con esta nueva, estamos cubriendo un área que asegura los corredores biológicos que hay en la zona”, explicó Hugo Navarro.
El APFF Jaguar está conformada por dos polígonos que suman 2 mil 249 hectáreas; el área que recorremos es la zona núcleo, tiene una superficie de mil 967 hectáreas; mientras que su una zona de amortiguamiento comprende 282 hectáreas y está separada, 20 kilómetros al sur, contigua al Parque Nacional Tulum.
“Tenemos una presión importante por la demanda de vivienda, debido al desarrollo turístico en el estado y esta protección es una buena herramienta para empezar a asegurar que tengamos espacios que nos conlleven una conservación adecuada del ecosistema, ya que también es una zona de importancia en cuestión de agua, puesto que asegura una captura del líquido vital y que se pueda distribuir correctamente en todos los ríos subterráneos y todos los sistemas que hay en la península”, indicó.
El APFF Jaguar fue decretada el 23 de julio pasado, sus dos polígonos constituyen “un área muy extensa que tiene representados muchos de los grandes ecosistemas de Quintana Roo, en ella podemos encontrar selvas altas, selvas medianas, caducifolias y subcaducifolias, podemos encontrar manglares, diferentes ecosistemas que son de importancia y relevancia ecológica”.
La nueva área protegida fue bautizada Jaguar, debido a que se conoce que ese felino transita por estas tierras, dijo el directivo de la Conanp.
“Tenemos aproximadamente 5 mil jaguares dentro del país, la mayoría se encuentran en la península de Yucatán y bueno en esta zona se ha detectado la presencia de esta especie y la usan como creador biológico es por eso que se le dio este nombre al área”.
De acuerdo con Hugo Navarro, la Conanp ya alista la contratación de una plantilla de al menos 10 guardaparques para iniciar los programas de conservación, como ocurre en el Parque Nacional Tulum, en donde se hace monitoreo con cámaras trampa desde hace un año.
“Hemos tenido varios avistamientos que nos emocionan, el primero fue el macho de jaguar que observamos el año pasado, es un macho que visita mucho el parque, y otro es el avistamiento de una hembra de ocelote con su cría, al que hemos visto desde pequeño y cómo se separó de la mamá, ya los dos son independientes”, dijo Marco Antonio Salazar, técnico del parque nacional.
El APFF también busca establecer una conexión con el Área de Protección de Flora y Fauna “Otoch Ma’ax Yetel Kooh”, cuyo nombre en maya significa “Casa del mono y del puma”; se ubica entre Valladolid, Yucatán y Solidaridad, Quintana Roo; la comunidad ha establecido ahí una cooperativa de ecoturismo que atrae a cientos de visitantes por sus avistamientos de mono araña, además de sus paseos por la laguna y tirolesa en la selva.
La Conanp destacó que en la nueva área protegida se incorporará a la comunidad en la conservación, como ocurre en los campamentos tortugueros del Parque Nacional Tulum, donde los voluntarios tortugueros regresan cada año durante esta temporada, gracias a su amor por la naturaleza, y el pago de subsidios.
“Si encontramos una tortuga, dejamos que suba, cumple el ciclo de desove, la revisamos, checamos aletas, la medimos, el caparazón, para ver cuántas veces vuelve a anidar a la playa”, indicó Feliciano Borges, tortuguero”.
ledz