Mientras que los alfareros de talavera certificados dentro de la denominación de origen piden que las autoridades pongan freno a los talleres que siguen con la comercialización de productos piratas de esta artesanía, incluso algunos los hacen pasar como piezas originales, la Secretaría de Cultura Puebla plantea la posibilidad de que se les otorgue la certificación de forma gratuita a aquellos que cumplan con las técnicas establecidas en la Norma Oficial Mexicana (NOM) 132-SCFI-1998, la cual valida a la talavera auténtica.
Arnulfo Allende Carrera, director de Artesanías de la citada dependencia, informó que se cuenta con un padrón de artesanos de todo el estado y ramas artesanales, entre ellos, de los productores de mayólica –nombre técnico de la talavera-, es decir, la cerámica que está hecha con pasta de barro, arcilla o terracota, recubierta con un barniz de óxido de estaño y de plomo, que neutraliza el color del barro y le da la consistencia vidriada.
Allende indicó que se tiene el registro de entre 26 a 28 productores de mayólica, pero solo 14 tienen la certificación del Consejo Regulador, lo que no es impedimento para que pueda haber inclusiones en los programas de atención, capacitaciones, ferias y puntos de venta.
Contó que luego de que la Dirección General de Patrimonio Cultural, junto con las áreas de Patrimonio, Acervo y Artesanías, hicieron en diagnóstico de la situación en la que están estos productores, se determinó que todos deben ser incluidos y atendidos: “No solo los nueve o 14 que tienen el holograma, sino todos los demás que producen con diferentes calidades y estilos”, mencionó.
“Una meta justamente para este año, de cara al tercer aniversario de la declaratoria, es definir un mecanismo (…) para reconocer como talavera auténtica los trabajos de estos productores que no tienen la posibilidad de ser reconocidos con la norma oficial, con la certificación, para que ellos también puedan ostentar el nombre talavera poblana”.
Detalló que este procedimiento deberá estar sustentado de manera histórica y académica, con base en una investigación de todas las ramas que tienen que ver con este elemento cultural. Asimismo, dijo que se tendrán que involucrar otras instituciones, como la Secretaría de Economía e incluso al Congreso del estado para darle el sustento legal.
Además, planteó que el beneficio para los que cubrieron el proceso y cuentan con la certificación es que “sería un extra, no estarían peleados. Es importante que lo tengamos claro, de ninguna manera se contrapone una cosa a la otra. No sería cuestión de que la nuestra sí vale y tu denominación no, sería complementaria”.
No obstante, reiteró que aun desconoce cómo sería el procedimiento, pero “sí puedo asegurar desde este momento es que sería un trámite, un procedimiento gratuito porque lo haríamos desde el gobierno del estado, a través de la Secretaría de Cultura y todos nuestros programas son incluyentes”.
Añadió que de aplicarse esta medida el artesano ya no tendría que realizar un gasto, como de laboratorio, “aunque sí deberá estar sujeto a un procedimiento, que son las visitas a los talleres, se verificará el proceso y deben estar abiertos a la valoración de especialistas de la Secretaría de Cultura, quienes definirán lo adecuado para sustentar una constancia, que conste que este taller sí produce talavera con el proceso artesanal que está declarado como Patrimonio Inmaterial por la Unesco”.
No obstante, Allende aclaró que esto no se contrapone porque la denominación de origen tiene que ver con el procedimiento técnico, materiales y no al proceso artesanal del estilo talavera. Por ello, planteó que el beneficio sería doble, porque por una parte aquellos que tienen una denominación técnica podrían tener a partir de este proceso otra certificación a su proceso artesanal.
Mientras, quienes carecen de algún reconocimiento ahora podrán tener mejores opciones de comercialización, pues enfrentan una situación que les impide colocar sus productos, en especial, fuera del estado. Detalló que se deben cubrir dos puntos esenciales: “Uno es el de las materias primas, que deben ser barro de la región, de ninguna otra; por otra parte, los pigmentos, que es el barniz de óxidos de estaño y plomo, lo cual da este color blanco, cremoso, característico de la talavera. Los pigmentos tienen que ser derivados de minerales y llevar un proceso de molienda y una preparación especial para que den estos cinco colores característicos de la talavera poblana”.
En ese sentido, marcó que los colores de la talavera son el azul de cobalto, el amarillo de antimonio, el verde de óxido de cobre, el rojo “anaranjado, de lo que ellos llaman piedra de riñón, que tiene un alto contenido de óxido de hierro; y el color negro, de óxido de zinc (…) mismos que se tendrían que respetar”.
Respecto al proceso, mencionó que debe ser el tradicional, que va desde pisar el barro, “amasarlo con los pies”, hasta el mecanismo manual “del torneado de las piezas, si son a molde, los azulejos moldeados y cortados a mano. La pintura debe de ser esmaltada a mano, sumergiendo las piezas”.
Estos son los puntos que cuida el Consejo Regulador para entregar la denominación, “su certificado, que es un holograma y un número de DOF que debe de llevar todas las piezas”, dijo.
Productores fuera de la ley
Germán Gutiérrez Herrera, fundador de Casa Celia Talavera, empresa que cuenta con certificación, acusó que muchos productores están fuera de la ley tanto en la entidad como en San Pablo del Monte, Tlaxcala.
Narró que la certificación se obtuvo en 1997 en el entonces gobierno a cargo de Manuel Bartlett Díaz, quien impulsó la denominación de origen número 4 y se estableció la Norma 132, misma que está actualmente en proceso de renovación: “Pronto saldrán ya las nuevas características, los artículos o nuevos requisitos para que esto se pueda guiar”.
Reveló que esta actualización tiene como propósito que más artesanos se incorporen, “y sus costos sean mucho menores, porque antes los costos de laboratorio eran un poco elevados y hoy 80 por ciento será observación presencial para que cubran este requisito y solo 20 por ciento de laboratorio para que le dé características especiales y no se pierda la técnica”.
Por ello, dijo que con certificación o no, los productores deben tener claro que ellos son sus principales competidores “por lo que tienen que ir reforzando algunos cambios en el diseño, no en la manufactura; buscamos definir y dar la información adecuada sobre qué es realmente la talavera”.
En ese sentido, reprochó que actualmente algunos artesanos le dan el nombre de talavera a una cerámica: “Es simplemente una losa muy bonita, nunca puede uno decir que no, es extraordinaria, pero no cuenta con las características, es una cerámica semi-industrializada de Tlaxcala y lo que hacen otros alfareros aquí en Puebla y también lo que hacen los europeos, porque el Patrimonio de la Humanidad nos lo compartieron con San Pablo del Monte, Tlaxcala; con Puente del Arzobispo y con Talavera de la Reina, pero en ninguno de esos lugares hay realmente gente que haga esta técnica, que es estañizada, la verdadera talavera de Puebla”.
Por lo anterior, precisó que la talavera tiene plomo, “pero dentro de los términos permisibles y es 100 por ciento decorativa para que no tenga problemas”. Reveló que si al momento de comprar el productor afirma que carece de ese metal y se puede meter al horno de microondas, “ya con esa palabra no es talavera, porque la talavera tiene plomo y estaño. No es el plomo puro como lo hacían antes en nuestras cazuelas de barro, que se llamaba el alcohol del alfarero y entonces iba hacia el barro y con un cocimiento de menos de 600 grados, pues lógicamente que tenían problemas, pero aun así no los tuvieron”.
Calificó como grande el impacto quienes producen estos artículos, porque engañan al consumidor al afirmarles que es talavera: “Todos tenemos un espacio, todos tenemos el derecho de hacer ventas, el derecho de promover nuestros productos, pero con la honestidad necesaria”.
AFM