El general Ignacio Zaragoza Seguin, quien estuvo al frente del ejército mexicano que venció al francés en la Batalla de Puebla del 5 de Mayo de 1862, expresó su enojo, a través de mensajes por telégrafo contra un sector de la sociedad poblana y contra el Ministerio de Guerra por falta de apoyo.
A la edad de 33 años, Zaragoza, quien nació en el poblado de Bahía del Espíritu Santo, actual Goliad, Texas, Estados Unidos, diseñó la estrategia con la que el Ejército de Oriente derrotó al francés que era considerado el mejor del mundo en sus tiempos.
Desde antes de la Batalla del 5 de Mayo y durante el choque entre los ejércitos, Zaragoza tuvo comunicación con el Palacio Nacional, el Ministerio de Guerra mexicano y hasta con el presidente de México, Benito Juárez, a través de telegramas.
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El historiador Fabián Valdivia Pérez comentó que los mensajes que envió el general Ignacio Zaragoza están contenidos en el libro Batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla: telegramas oficiales, donde se incluyen los partes oficiales de los coroneles.
“En los telegramas conocemos lo que pasa antes, durante y después de la Batalla del 5 de mayo. De primera mano, conocemos las palabras de Zaragoza, la batalla, lo que sucede después. Los telegramas fueron fundamentales porque recorrer de Puebla hacia la Ciudad de México se tenían que ocupar mucho tiempo. Fue fundamental estar comunicados. Zaragoza fue informando”, apuntó.
El 3 de mayo de 1862, Ignacio Zaragoza informó que acababa de llegar a la ciudad de Puebla; con ello, solo tuvo un día para preparar la defensa; mientras el 5 de mayo van enviando información conforme se desarrolla la batalla.
“Casi 10 años antes, ya se había colocado una línea de telégrafo en Puebla. Zaragoza utiliza el telégrafo que ya estaba entre México y Puebla. Zaragoza hacía los manuscritos, firmaba y luego daba la información al telegrafista que enviaba el mensaje. Tenemos como memoria de México los mensajes de Zaragoza”, apuntó.
Con el telégrafo, en la capital de la República se siguió el desarrollo de la batalla del 5 de mayo. A las 9:30 horas se informó que las tropas mexicanas se encontraban formadas y la vanguardia del enemigo era ya visible. A las 10:45 horas se dio a conocer que los franceses se encontraban a unos tres kilómetros de la garita de Puebla.
Al mediodía fue escrito el mensaje: “Se ha roto el fuego de cañón por ambas partes”, es decir, comenzó la batalla; y dos horas más tarde, se destacó que el enemigo se reagrupaba y que se esperaba otro intento de ataque.
Cerca de las 17:49 horas, la victoria mexicana sobre la francesa fue dada a conocer por Ignacio Zaragoza a través de un telegrama en el que, hasta nuestros días, se recuerda que las armas del gobierno mexicano se cubrieron de gloria el 5 de mayo de 1862.
“Excmo. Señor Ministro de Guerra: Las armas del supremo gobierno se han cubierto de gloria; el enemigo ha hecho esfuerzos supremos por apoderarse del cerro de Guadalupe, que atacó por el oriente a derecha e izquierda durante tres horas; fue rechazado tres veces en completa dispersión y en estos momentos está formado en batalla fuerte de 4,000 hombres y pico, frente al cerro, la fuerza de tiro”, escribió Ignacio Zaragoza en el telegrama que envió tras la Batalla del 5 de Mayo.
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Tras la batalla, las complicaciones para el Ejército de Oriente aumentaron porque faltaban recursos para alimentar a los soldados y, al mismo tiempo, se nota un cierto enojo por parte de Zaragoza, quien tampoco siente el respaldo de parte de la ciudad. Días después de la batalla, el 9 de mayo a las 11 horas con 58 minutos de la mañana, Zaragoza envía un polémico mensaje en el que expresa un reclamo hacia los habitantes contenido en la frase: ¡Que bueno sería quemar a Puebla!
“Hoy no he podido completar ni para un día de socorro económico, que importa $3,700 porque solo tiene la comisaría $3,300. La fuerza está sin socorro desde el día 5 y casi sin rancho.- ¡Que bueno sería quemar a Puebla! Está de luto por el acontecimiento del día 5. Esto es triste decirlo. Pero es una realidad lamentable. Estoy preparando mi marcha sobre el enemigo; pero acaso no lo pueda verificar oportunamente por falta de recursos”, firmó el general Ignacio Zaragoza.
El historiador Fabian Valdivia comentó que Zaragoza escribía directamente los mensajes y los firmaba, ante lo cual se nota precisión y en el mensaje del 9 de mayo, se nota enojo.
“Leemos a un Zaragoza muy preciso, a un Zaragoza enojado”, explicó el historiador.
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