Juan Felipe Pacheco Zamora, de 64 años y originario del ejido Rosita, tiene uno de los puestos de tacos de barbacoa más conocidos de la comunidad, y durante 24 años su familia le ha apoyado en la atención del negocio. Sin embargo, él añora los tiempos en que solo se dedicaba al cultivo del algodón, vocación heredada por sus padres. Hoy combina ambas actividades, pues asegura que del tradicional cultivo lagunero, la incertidumbre es la única constante.
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“Como este año hemos batallado mucho, salimos únicamente para lo indispensable; ahora rentamos 11 hectáreas y lo que sacamos lo vendemos en el despepite Nueva Laguna, pero es muy caro”, expuso.
Los derechos de agua se pagan por ciclo hasta en 11 mil pesos al año. Además, la tierra está de mil a mil 200 pesos la hectárea en el ciclo 2019.
“El bulto de 22 kilos de semilla de algodón se compra a 6 mil 100 pesos; frente a este panorama, mientras no se vendan las pacas de algodón no se obtienen las ganancias”, asegura Pacheco Zamora.
A su puesto de venta de tacos de barbacoa le han llamado “El rincón de los lamentos”, ya que ahí acuden varios ejidatarios y productores a exponer sus lamentos sobre la mala situación que están viviendo ante la crisis del algodón, donde se privilegia al hilo del producto extranjero más que al mexicano.
De regreso de EU
Con 63 años de edad, Víctor Manuel Navarro tiene toda su vida dedicándose a labrar la tierra y a la siembra del algodón. Aunque tuvo sus tierras, el destino hoy lo ha llevado a rentar una parcela de dos hectáreas en el ejido El Estribo, municipio de San Pedro de las Colonias.
Sin embargo, con nostalgia recuerda cómo se fue de indocumentado, etapa que le hizo pasar tragos amargos a lo largo de cinco años.
“Trabajé en la obra, en la ciudad, en carnicerías, pero allá es otra vida, otra forma de ser. No me gustó, hay discriminación para uno, y mejor me vine. Siempre quise trabajar la tierra, es todo lo que podemos hacer nosotros. Definitivamente, el campo es mi vida. Hemos andado de ilegales en Estados Unidos, pero no nos quedamos. Aquí nacimos”.
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El destino, asegura Navarro, se ve negro, ya que no se han logrado comercializar miles de pacas de algodón de la producción 2018, y sin obtener un peso invertido ese año ya tienen que enfrentar el ciclo 2019, con la incertidumbre que les genera el no poder competir con la importación de hilo asiático, ni con los bajos precios que los intermediarios les pagan por el cultivo.
A principios del año pasado, Víctor Manuel solicitó un crédito de 100 mil pesos para poder sortear los gastos del cultivo que por años le ha dado identidad a su vida, el algodón.
“Se invierte en la preparación de la tierra, el barbecho, el bordeo para contener el agua. Se nivela la tierra con una escrepa, luego el riego y se le da tiempo al rastreo”.
Según explica Navarro, tan sólo la renta del terreno fue de 14 a 15 mil pesos el derecho de agua por el ciclo anual; la renta de dos hectáreas de terreno sale en 2 mil pesos por cada una.
El año pasado el bulto de 24 kilos de semilla de algodón costó 5 mil pesos, misma que distribuyó en 12 kilos por cada hectárea.