“Dejé atrás toda mi vida, mi casa, mis cosas, todo", familia migrante en Coahuila

Zuri salió de su natal Venezuela hace más de dos meses, acompañada de su esposo y sus dos hijos.

Zuri salió de su natal Venezuela hace más de dos meses. (Daniel Santiago)
Daniel Santiago
Saltillo, Coahuila. /

La caravana migrante es miles de cosas, miles de historias, de sueños, y también de pesadillas. Cada persona que camina mirando hacia el norte, tiene detrás un motivo que la empuja a soportar un largo camino por tierras desconocidas y entre extraños, al encontrarse ahora en Saltillo, Coahuila.

Zuri salió de su natal Venezuela hace más de dos meses, acompañada de su esposo, y sus dos hijos. De administrar una cerrajería que por generaciones había sostenido a su familia, un día tuvo que tomar lo que tenía a la mano y salir corriendo.

“Dejé atrás toda mi vida, mi casa, mis cosas, todo, nomás tomé lo que tenía a la mano y más nada, teníamos una cerrajería que era el negocio de toda la vida, desde mis padres, y ahora nosotros”.

Para sus dos hijos, es un viaje para reunirse con sus familiares en Estados Unidos, una historia corta que pronto culminará con un abrazo en una casa diferente. Para ella, es la historia que marcó su vida, desde el día que salió huyendo de un lugar que amaba, y al que no volverá.

Entre lágrimas, señala que en Venezuela tenía un patrimonio que había logrado a base de esfuerzo, sin embargo, de la nada lo perdieron, y el miedo la empujo a recorrer varios países. Por ello, afirma que no volvería a su amado país, y solo sueña con llegar a un lugar donde sus hijos puedan vivir de forma segura.

“Yo quiero darles un futuro mejor, que ellos estemos seguros y ya, que ellos tengan una vida segura porque de nada te sirve como padre trabajar y luchar por un futuro para tus hijos cuando en cualquier momento el gobierno te lo arrebata, eso no tiene ningún sentido, que tu trabajes toda una vida para que venga el gobierno y te la arrebata eso no tiene ningún sentido, para que voy a regresar a un país así, aunque mi país es maravilloso, yo amo mi país”.

Sus hijos la ven llorar mientras ella habla sobre lo que ha representado este viacrucis, sobre todo en su paso por México, donde afirma, no esperaba que un pueblo que históricamente ha migrado a Estados Unidos, los tratara tan mal. Asegura que de sus pequeños, toma la fuerza que le hace falta para seguir adelante.

“Ha sido duro, terrible, hemos enfrentado muchas mafias, mucha corrupción, mucha inseguridad, de todo, pero no he pensado volver, a mi país ya no, es más peligroso regresar”.

Mientras los migrantes esperan que se les permita continuar su paso hasta la frontera, Zuri, su esposo y sus hijos descansan junto a la fuente de las ninfas, en plaza de armas. Ellos ríen y juegan, casi ajenos a la desesperación que reina entre quienes descansan a su lado, y con la esperanza de que la pesadilla se convierta en un sueño, un sueño americano.

EGO

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