Familias que habitan en asentamientos irregulares cerca de arroyos y afluentes del río Samaria, que atraviesa el municipio de Cunduacán, Tabasco, padecen al ver sus viviendas colapsadas por las lluvias, la erosión de la tierra y los temblores.
Son alrededor de 40 familias que viven en medio de dos arroyos divididos por la carretera de terracería, que a la vez, también funge como bordo de protección en la ranchería Cumuapa. Sin embargo, desde octubre de 2021, con las lluvias, el agua llegó hasta sus viviendas provocando deslizamiento de la tierra.
De manera sorpresiva, la mitad de viviendas colapsaron y otras presentan hundimientos y fisuras, situación que mantiene a los habitantes con incertidumbre por no saber en qué momento perderán totalmente sus hogares.
Leonel Gongora Salvador, delegado de la ranchería Cumuapa, acompañó a MILENIO hasta el lugar donde se presentaron estas afectaciones. Señaló que la zona es un asentamiento irregular que ha sido rellenado poco a poco por los mismos ocupantes, de quienes se sabe que algunos compraron su terreno y otros llegaron a establecerse ahí sin documentos que los avalen como dueños de la propiedad.
Como autoridad de la comunidad, dijo que la ranchería Cumuapa cuenta con alrededor de mil 800 habitantes, y 40 viviendas se encuentran en el bordo de mayor riesgo, considerado así porque deslizamiento de la tierra que está colapsando la mayoría de las casas.
"Estamos seguros que si ellos (familias afectadas) tuvieran dónde ir, ya no estuvieran arriesgando sus vidas aquí", consideró al llamar a las autoridades a mirar hacia esa zona donde hay familias a punto de perder sus hogares.
Francisca Martínez Contreras, de 64 años , recuerda que una noche de fuertes lluvias del año pasado se encontraba durmiendo con su familia, cuando escuchó el fuerte estruendo, llevándose la terrible sorpresa de ver dos de las habitaciones de su casa totalmente derrumbadas.
Sin embargo, señala que por fortuna ninguno de sus familiares resultó lesionado, pero le queda el temor de que su vivienda pueda desplomarse totalmente en cualquier momento.
"Ya nosotros tenemos miedo, porque a lo mejor nos agarra durmiendo y quedemos abajo de los escombros", expresó la afectada.
Además de haber hecho el sacrificio para comprar su terreno, Francisca argumenta que junto a su esposo, y viviendo solo de los jornales que obtienen por su trabajo en el campo, lograron construir la casa que hoy se les está cayendo en pedazos por los embates de las lluvias, el incremento del nivel de los arroyos y el deslizamiento de la tierra.
Las familias afectadas alegan no tener un lugar seguro dónde refugiarse, por lo que sólo les queda esperar a que sus viviendas terminen de colapsar; cada que hay fuertes vientos se reúnen en la parte frontal de la casa por si tienen que evacuar la propiedad de inmediato.
MJVR